La sucesora preferida de Angela Merkel como canciller de Alemania obtuvo el liderazgo del partido más poderoso de ese país. Así que nosotros lo celebramos, ¿verdad?
En Alemania, la llaman simplemente AKK; incluso en ese país, su nombre es un verdadero trabalenguas. Y “Canciller AKK” tiene cierta cadencia. Se especula que esta política, de 56 años, ganará la elección para dirigir Alemania cuando Angela Merkel se retire en otoño de 2021. Si Annegret Kramp-Karrenbauer lo logra, reemplazará a una de las políticas más poderosas de la era moderna y que tuvo la mayor influencia en la conformación de la Unión Europea, para bien y, según algunos críticos, para mal.
AKK derrotó a dos candidatos, ambos varones. Ella es una centrista moderada que comparte la humildad de Merkel, así como, según algunos analistas, una mayor habilidad para alcanzar consensos con otros partidos. Su currículo incluye períodos como Ministra del Interior, de Educación y de Asuntos Sociales; fue gobernadora de su estado natal de Saarland por más de 18 años. Sin embargo, para llenar los zapatos de tacón de Merkel hace falta más que experiencia.
La Unión Demócrata Cristiana (UDC) ha gobernado al país durante 49 de los últimos 69 años, y sus raíces son socialmente conservadoras. Durante sus 13 años en el poder, la franca y enérgica Merkel llevó a ese partido en una dirección más moderada; en el proceso, convirtió a Alemania en el país más poderoso de Europa por primera vez en un siglo. Al haber crecido en Alemania del Este, comprendía los peligros del nacionalismo y del fascismo, y como líder de la Unión Europea, se convirtió en defensora de los valores liberales y democráticos, así como en un símbolo de estabilidad en su país y en el mundo.
Las fisuras en la popularidad de Merkel surgieron después de la crisis financiera global de 2008. Sus críticos afirman que fue su política de austeridad económica, impuesta a Italia, España, Portugal y Grecia, lo que plantó las semillas para el ascenso del populismo en toda la Unión Europea. Esas fisuras se hicieron más profundas en 2015, cuando recibió a un millón de refugiados en Alemania, y alentó a otros miembros de la Unión a hacer lo mismo. Desde entonces, el partido Alternativa por Alemania, de extrema derecha, se ha convertido en un contendiente importante para la UDC. Con 94 escaños en el Bundestag, que es el parlamento alemán, este partido es ahora la tercera fuerza más importante en el país después de la elección federal de 2017 y los líderes nacionalistas ahora dominan Europa.
La estrecha relación de Kramp-Karrenbauer con Merkel (la han llamado la “mini Merkel”) es una de las posibles razones por las que su victoria fue tan reñida. Alrededor de la mitad de los votos fueron para candidatos críticos de Merkel. Pero existen diferencias entre ambas mujeres, algunas de las cuales indican una ruptura con el orden liberal. AKK, católica y madre de tres hijos, ha condenado el matrimonio entre personas del mismo sexo. Y aunque apoyó inicialmente la política de inmigración de Merkel, sus propias actitudes hacia los refugiados e inmigrantes en Saarland han sido bastante duras.
Pero AKK ganó, lo que indica que la UDC está abierta a preservar el legado democrático de Merkel. Queda por ver qué tan liberales serán las políticas de AKK. La próxima elección general de Alemania no ocurrirá sino hasta 2021, y dado el estado actual de la Unión Europea y del mundo, muchas cosas podrían ocurrir: el presidente Emmanuel Macron, compañero de Merkel en la democracia, está bajo asedio en Francia. El Brexit está en el horizonte. El alcance de gobiernos autocráticos en Rusia y China es cada vez mayor, y los anuncios de juicio político contra el presidente estadounidense son cada vez más fuertes. La supremacía blanca y el nacionalismo crecen en toda Europa. Y el cambio climático seguirá desestabilizando al mundo, llevando a una migración en masa y a una amplia disparidad económica.
En esas condiciones, Kramp-Karrenbauer necesitará el temple de Merkel, y algo más.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek