Estados Unidos, México y Canadá firmaron este viernes en Buenos Aires su nuevo acuerdo de libre comercio, una victoria del presidente Donald Trump que derribó el TLCAN que estaba vigente desde 1994.
La firma, que se produjo al margen de la cumbre de líderes del G20 en la capital argentina, supone la conclusión de más de un año de duras tiranteces entre los tres socios comerciales de América del Norte.
Aunque la firma del Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC) no significa que el tratado ya sea un hecho y que entrará en vigor pronto, todo está en manos de los congresos de los tres países.
Será durante el próximo año cuando inicie el proceso de ratificación del acuerdo, en caso de ser aprobado, entraría en vigor.
El empresario Moisés Kalach, quien participó en las negociaciones, señaló en noviembre pasado que este 30 de noviembre se firmaría por términos de ley, “lo que puede ser que no pase es la aprobación del tratado en el proceso legislativo, agregó el empresario.
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“Será el año que entra en que habrá de ser considerado por el Senado mexicano para su ratificación”, dijo el canciller mexicano, Luis Videgaray en semanas pasadas.
También en Estados Unidos se votará el pacto comercial hasta el siguiente año. Tocará al Congreso, electo el noviembre pasado, analizar la propuesta y en su caso aprobarla.
Para Trump la firma del tratado es una victoria política importante tras perder el control de la Cámara Baja en las elecciones de medio mandato a manos de la oposición demócrata, ante la cual deberá defenderlo.
Canadá no ha dado fecha tampoco para el inicio de la discusión del tratado.
Desde la campaña presidencial que lo llevó a la Casa Blanca, Trump cargó contra un acuerdo al que achacaba la deslocalización de miles de puestos de trabajo de Estados Unidos a países con mano de obra más barata en detrimento de los trabajadores estadounidenses.
El mandatario estadounidense no escatimó en elogios para el nuevo pacto.
“Este es un modelo de acuerdo que modifica para siempre el panorama del comercio”, expresó durante la ceremonia en Buenos Aires, junto con el saliente presidente mexicano Enrique Peña Nieto y el primer ministro canadiense Justin Trudeau.
Se trata del “más moderno y significativo y equilibrado acuerdo de la Historia”, exclamó exultante Trump. “Es probablemente el mayor acuerdo comercial jamás firmado”, agregó eufórico haber cumplido una de sus principales promesas electorales.
“En Estados Unidos el nuevo acuerdo comercial impulsará trabajos calificados en el sector manufacturero y promoverá un mayor acceso para las ventas estadounidenses” a los mercados socios, argumentó.
El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, calificó de “histórico” el acuerdo pero, menos efusivo, sostuvo que la ausencia de un pacto era una amenaza que representaba una “grave incertidumbre económica, que habría causado mayores daños” a la economía de los tres países.
Al mismo tiempo, le pidió expresamente a Trump trabajar para eliminar los aranceles al acero y al aluminio en el comercio bilateral.
En efecto, el nuevo acuerdo no contempla los aranceles al acero y el aluminio impuestos por Estados Unidos a nivel mundial a principios de año, y a México y Canadá desde mayo.
Peña Nieto, quien abandonará la Presidencia mexicana el sábado, calificó al acuerdo de “innovador” y dijo que reafirma la integración comercial en América del Norte.
EE.UU. ¿el más favorecido?
El objetivo central de Trump fue evitar e incluso revertir la deslocalización de puestos de trabajo desde Estados Unidos a países con mano de obra más barata.
Con este acuerdo, el 75% de las partes de un automóvil vendido en Estados Unidos deben fabricarse en territorio estadounidense (un aumento respecto al 62,5% que marcaba el TLCAN), y el 40-45% del vehículo debe ser fabricado por trabajadores que ganen por lo menos 16 dólares por hora. Es un significativo incremento porcentual que repercutirá en el mercado del trabajo de Estados Unidos.
México y Canadá tendrán acceso preferencial al gigantesco mercado automotor de su vecino.
Canadá aceptó de su lado abrir su protegido sector lácteo, y realizar más compras de pollo, pavo y huevos a Estados Unidos.
El nuevo acuerdo aumenta los estándares sobre protección de propiedad intelectual, en especial para el poderoso sector farmacéutico y el agrícola. También incorpora un capítulo destinado al comercio electrónico en el que prohíbe los derechos aduaneros para productos distribuidos digitalmente, como software y juegos, libros electrónicos, música y películas.
El acuerdo, por el que México compromete legislación que garantice la negociación colectiva, rechaza la importación de productos elaborados en régimen de trabajo forzoso. El pacto rige por 16 años y será revisado cada seis.
Las cicatrices de la ruptura del viejo pacto y la dura consecución del nuevo acuerdo se hicieron evidentes en la ceremonia. Aunque en el nombre oficial -USMCA- Estados Unidos aparece primero, el primer ministro canadiense insistió en referirse al texto como el “nuevo Tratado de Libre Comercio de América del Norte”.
El acuerdo no está exento de fuertes críticas fuera de lo comercial. El grupo ambientalista estadounidense Sierra Club expresó que este TLC “firmado apresuradamente” promueve el “legado contaminante” de Trump “por años” luego que deje el gobierno al ofrecer ayudas especiales “a contaminadores corporativos como (las petroleras) Chevron y ExxonMobil”.
Con información de AFP.