Diez años parecen una eternidad. En noviembre de 2008, los líderes del G20 se reunieron por primera vez para defender el multilateralismo, en aquel entonces una promesa vaga, aunque de consenso. Hoy en día algo similar es casi impensable.
En 2008, la economía mundial había sufrido un cataclismo financiero y por primera vez, el 14 y 15 de noviembre de ese año, se reunieron en Washington los líderes de las 20 mayores potencias del mundo, al más alto nivel.
Acudieron 19 países: Alemania, Arabia Saudí, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Corea del Sur, Estados Unidos, Francia, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Reino Unido, Rusia, Sudáfrica y Turquía, así como la Unión Europea. Representaban más del 85% del Producto Interno Bruto mundial y dos tercios de los habitantes del planeta.
El “Grupo de los 20” había sido creado en 1999 a partir del G8 (convertido luego en G7 por la exclusión de Rusia en 2014) para reunir a las economías más avanzadas con las de los países emergentes. Pero hasta entonces sus encuentros se limitaban a reuniones de ministros de Finanzas y presidentes de bancos centrales.
Esa vez, en Washington, fueron los jefes de Estado y de gobierno los que firmaron un comunicado final, un texto lleno de buenas intenciones.
Se comprometieron a defender el multilateralismo para “restaurar la estabilidad y la prosperidad económica mundial” y a regular el ámbito de las finanzas.
Diez años después, los dirigentes que se encontrarán estos viernes y sábado en Buenos Aires son otros, a excepción de la alemana Angela Merkel y del turco Recep Tayyip Erdogan, quienes ya habían participado en esa cumbre de Washington.
Aunque Vladimir Putin era en 2008 jefe de gobierno, para aquella cumbre del G20 fue el presidente Dmitri Medvedev quien representó a Rusia.
El ambiente también ha cambiado considerablemente. La economía mundial se recuperó, pero cada vez más suenan con fuerza las voces que advierten sobre el exceso de ganancias del mundo financiero, pese a las promesas de regulación hechas en 2008.
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Las políticas de austeridad que siguieron a la crisis han dejado huella. Los estudios sobre el incremento de las desigualdades abundan, así como las investigaciones que alertan sobre inminentes desastres climáticos.
Con la presidencia de Donald Trump, Estados Unidos ha puesto en duda todo el orden mundial, en tanto los equilibrios políticos en las economías avanzadas y emergentes han sido alterados por el populismo. Por allí se coló el Brexit.
Sin embargo, algunos siguen creyendo en la utilidad del G20. Uno de ellos es el primer ministro canadiense Justin Trudeau, a pesar de que se encuentra entre aquellos que mejor conocen las limitaciones de estas grandes citas internacionales.
En junio, Canadá organizó una cumbre del G7 que terminó en fracaso luego de que Trump saboteó en el último minuto el comunicado final que a duras penas se había acordado.
“Habrá muchas discusiones sobre el comercio, la democracia, el multilateralismo, el medioambiente. Ciertamente no nos pondremos de acuerdo sobre todos los temas, pero me parece muy importante que nos encontremos y discutamos”, dijo hace pocos días Trudeau en una entrevista con AFP.