Hace poco, las cámaras capturaron al presidente Donald Trump burlándose de la respuesta de las fuerzas armadas venezolanas ante el presunto ataque de un dron durante un discurso presidencial, el mes pasado. Un incidente que también podría tomar por sorpresa a Estados Unidos.
Trump ha acusado al mandatario venezolano, Nicolás Maduro, de abusar económica y políticamente de su nación socialista, y de usar la fuerza para reprimir protestas. Poco después de decir a los reporteros que “todas las opciones están en la mesa, en cuanto a Venezuela”, incluyendo “las más duras”, Trump declaró este miércoles que el régimen de Venezuela “podría ser derrocado muy rápidamente” pues “los militares se dispersaron tan pronto como oyeron estallar una bomba en el cielo”, una referencia a los dos drones armados que explotaron y provocaron un caos durante la ceremonia de agosto a la que asistió Maduro.
Trump #EEUU se burla de militares venezolanos tras reunión con Duque #Colombia “Yo no creo nuestros infantes de marina correrían así, ¿Verdad, General Kelly? // Gral Kelly: No, los marines no habrían corrido.
Esto a propósito del atentado contra Maduro. Video: @carlaangola pic.twitter.com/fssmeb1sKb— Lohena Reverón (@lareveron10) 25 de septiembre de 2018
El presidente socialista atribuyó el ataque –descrito, oficialmente, como un atentado contra su vida– a la vecina Colombia y a Estados Unidos. El incidente ha desatado un debate sobre la vulnerabilidad de las medidas de seguridad convencionales en lo tocante a los drones, antaño un lujo tecnológico y ahora fácilmente accesibles. Ante las amenazas emergentes, los expertos advierten que Venezuela podría ser solo el principio si el público no acaba de entender la magnitud del daño que los drones pueden ocasionar a la sociedad.
“Los drones son percibidos como sofisticadas aeronaves militares, súper grandes y capaces de volar a gran altura o bien, como juguetes”, dijo Joerg Lamprecht, CEO y cofundador de Dedrone, en entrevista con Newsweek. “De hecho, son pequeños misiles de crucero para las masas”.
“Es fácil muy fácil volarlos y muy fácil operarlos, y cualquiera puede comprar un arma. Así que ahora hay personas que vuelan drones con armas, y hasta personas que vuelan drones con motosierras”, añadió. “Por otra parte, aunque adaptar explosivos o algún otro dispositivo letal podría requerir de cierto conocimiento especializado, no hay duda de que es muy factible”.
Dedrone es una compañía dedicada a la detección de drones y vende sistemas de prevención avanzados a gobiernos, agencias de seguridad y compañías Fortune 500 de todo el mundo. En un comunicado de prensa circulado a principios de septiembre, la empresa declaró: “Lo ocurrido en Venezuela es un crudo recordatorio del poder de los drones como armas. No es la primera vez que se usan drones con fines maliciosos, y no será la última”.
Para demostrar su argumento, la compañía mantiene una extensa base de datos sobre incidentes con drones en todo el planeta. El mapa muestra hasta 100 incidentes solo en Estados Unidos. Y son muy variados, desde el choque de un dron contra un helicóptero Black Hawk del Ejército estadounidense sobre Staten Island, Nueva York hasta un apagón ocurrido en Cleveland debido a que un dron chocó en el interior de una planta de energía eléctrica.
Además, no solo han sido colisiones: hay numerosos casos de drones utilizados para espiar individuos o propiedades privadas, e incluso uno en que, presuntamente, unos ladrones usaron un dron para revisar una residencia antes del robarla.
Nacido en Alemania y ahora radicado en San Francisco, Lamprecht recuerda un incidente específico que lo impresionó. En septiembre de 2013, un dron pequeño aterrizó de emergencia a un par de metros de la canciller alemana, Angela Merkel, durante un mitin de campaña. La dirigente alemana se limitó a sonreír, pero muchos en la comunidad antiterrorista percibieron, de inmediato, el daño que semejante dispositivo podría causar si estuviera armado o cargado con alguna sustancia tóxica. El hecho de que pudiera volar casi al alcance de la mano de la jefe de Estado alemana es un mal presagio para las medidas de seguridad actuales.
Desde entonces, los drones no han dejado en paz a los líderes europeos Hace unas cuantas semanas, la policía francesa abrió una investigación después que, supuestamente, “neutralizó” un dron que sobrevolaba la residencia de verano del presidente Emmanuel Macron en la Costa Azul. El incidente ocurrió pocos días después del presunto intento de asesinato en Venezuela.
https://newsweekespanol.com/2018/08/investigacion-dron-residencia-macron/
Estos incidentes no ocasionaron víctimas mortales ni lesiones físicas, mas no podemos decir lo mismo de otros países en regiones como el Oriente Medio, donde Estados Unidos reinventó la guerra con el arte -extrajudicial y controvertido- de asesinar con drones. Hoy día, diversos actores no estatales se las han arreglado para crear toda una fuerza aérea improvisada con capacidad para causar muerte y destrucción.
Desde hace años, el grupo militante Estado Islámico (ISIS) ha utilizado drones para emprender ataques contra las fuerzas enemigas, y documenta sus actos con videos nítidos y de alta resolución que suelen diseminarse de inmediato en las redes sociales simpatizantes. Oleg Vornik, CEO de DroneShiel, otro importante pionero anti-dron, comentó que el incidente de Venezuela reavivó en Occidente los horrores de las prácticas de ISIS y señaló que, si bien muchos consideraban la privacidad como el problema principal de los drones, ahora “la amenaza primaria es el terrorismo”.
“No hemos visto ataques de alto perfil en Estados Unidos, pero sin duda ocurrirán”, agregó Vornik, en entrevista con Newsweek. “Pasará tarde o temprano; creo que es solo cuestión de tiempo. Espero que no sea pronto. No obstante, es meramente un asunto de cuándo, no un tal vez”.
Hasta los modelos de drones comerciales más populares tienen la capacidad para transportar un par de granadas u otros explosivos, como el C-4 de grado militar que supuestamente se utilizó en Venezuela. Tanto Lamprecht como Vornik imaginaron el mismo escenario de un dron armado que volaba al interior de un estadio abarrotado y rociaba a los asistentes con una sustancia inofensiva, como una gaseosa o polvo para hornear. El pánico resultaría en lesiones e incluso en muertes. Por lo menos, modificaría nuestro estilo de vida.
Vornik indicó que las instalaciones críticas, desde plantas nucleares hasta reservas nacionales de agua, estaban “subprotegidas” frente a esta amenaza. Si bien Trump se jactó el miércoles de las defensas de Estados Unidos, diciendo “No creo que los marines hubieran corrido” de haberse encontrado en una situación parecida a la de Venezuela, la amenaza real podría encontrarse en un blanco mucho menos prominente que el presidente. Funcionarios federales estadounidenses parecieron confirmar esta hipótesis poco después del incidente venezolano, cuando el FBI, el Departamento de Seguridad Nacional y el Centro Nacional Antiterrorismo hicieron una advertencia en un comunicado de inteligencia conjunto.
ABC News informó que el documento precisaba: “Una o varias personas podrían cometer un atentado con un [dron] disponible comercialmente y atacar objetivos que atraigan grandes multitudes, como instalaciones deportivas, conciertos y terminales de transporte, o personajes públicos”, añadiendo que “los detalles para que los terroristas construyan o modifiquen [drones] para transportar un arma están disponibles en la Internet y en foros en línea, lo que hace factible que una persona con suficiente experiencia técnica o motivación lleve a cabo un ataque”.
“Los drones han llegado para quedarse, no van a desaparecer”, aseguró Lamprecht. “Son una tecnología nueva y el factor de seguridad es inherente a toda tecnología nueva. Tendremos que acostumbrarnos a vivir con ellos”.
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Publicada en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek