
ALGUNOS PACIENTES Y SOBREVIVIENTES DE CÁNCER DE MAMA deberían considerar evitar ciertas dietas, según advierten nuevos estudios realizados en ratones.
Investigadores de la Universidad de Utah descubrieron que el cáncer de mama triple negativo (CMTN), una forma agresiva e invasiva de la enfermedad, obtiene su energía de los lípidos. Estos ácidos grasos, característicos de la obesidad, favorecen el crecimiento del tumor.
Los experimentos con modelos preclínicos en ratones indican que las personas con este tipo de cáncer y obesidad podrían beneficiarse de terapias dirigidas a reducir los lípidos y de evitar dietas para perder peso con alto contenido en grasas, como la cetogénica.
El cáncer de mama tiene la capacidad de invadir tejidos de ese órgano, los aledaños (como los ganglios) y otros como el hígado, pulmón y hueso. A nivel mundial es el tumor maligno con mayor incidencia y mortalidad en mujeres. En México ocupa el primer lugar con 31,043 nuevos casos y 8,195 muertes al año, según el Global Cancer Observatory.
“Debemos aclarar que nuestro estudio se realizó en modelos de ratón y que los pacientes deben consultar a su médico antes de considerar el uso de medicamentos para reducir los lípidos o cualquier cambio en la dieta”, declararon a Newsweek los autores del artículo, los profesores Keren Hilgendorf, Amandine Chaix y Greg Ducker.
Y agregaron en la conversación: “Los datos de nuestro modelo de ratón sugieren que las dietas cetogénicas son perjudiciales para combatir el cáncer de mama, pero reconocemos que han demostrado ser prometedoras en otros tipos de cáncer“.
De acuerdo con la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos (NLM, por sus siglas en inglés), una dieta cetogénica se compone principalmente de un alto consumo de grasas, un consumo moderado de proteínas y un bajo consumo de carbohidratos. Russell Wilder utilizó por primera vez este hábito alimentario para tratar la epilepsia en 1921. Sin embargo, la dieta se popularizó en la década de 1970 y desde entonces se ha estudiado ampliamente como posible tratamiento para diversas afecciones.
Aunque normalmente el cuerpo utiliza la glucosa de los carbohidratos como combustible, al verse privado de esta principal fuente de energía, comienza a extraerla del hígado y los músculos. Después de unos días, cuando estas reservas se agotan, el cuerpo recurre a la grasa almacenada y el hígado la convierte en cetonas.
Incluye alimentos como pescado, carne y aves; verduras sin almidón; aguacates; bayas; nueces y semillas; huevos; aceite de oliva; chocolate con alto contenido de cacao y productos lácteos con alto contenido de grasa.
En términos de por qué las personas con obesidad y este tipo de cáncer de mama deberían estar al tanto de este tipo de dieta alta en grasas, Hilgendorf explicó en una declaración que “la clave aquí es que las personas han subestimado la importancia de las grasas y los lípidos en el término general que es la obesidad”.
“Pero nuestro estudio muestra que las células del cáncer de mama son realmente adictas a los lípidos y la abundancia de lípidos en pacientes con obesidad es una de las razones por las que el cáncer de mama es más frecuente y más agresivo en estos pacientes”, pormenorizó.
El equipo realizó su investigación analizando modelos de ratones con dietas ricas en grasas. De igual manera, los científicos utilizaron modelos diseñados para presentar hiperlipidemia (una alta concentración de lípidos en sangre, comúnmente asociada con la obesidad) sin otros marcadores clave de obesidad, como niveles elevados de glucosa e insulina. En estos modelos, los niveles elevados de lípidos por sí solos aceleraron el crecimiento tumoral.
“La idea es que los lípidos, que forman la membrana superficial de la célula, son como bloques de construcción”, dijo Chaix. “Si una célula recibe la señal para proliferar [aumentar o multiplicarse] y hay más bloques de construcción disponibles, el tumor crecerá con mayor facilidad. Observamos que una alta cantidad de lípidos facilita esta proliferación”.
En este modelo, la reducción de la cantidad de lípidos en presencia de niveles elevados de glucosa e insulina desaceleró el crecimiento de las células cancerosas. Los estudios se encuentran en una etapa inicial y los ratones presentan diferencias metabólicas clave con los humanos. Sin embargo, si se demuestra el vínculo en estudios futuros, esto podría conducir a mejores terapias y recomendaciones dietéticas para frenar el crecimiento del cáncer, según el equipo.
“Creemos que esto tiene implicaciones terapéuticas, ya que si se pudieran reducir los lípidos —algo que ya sabemos hacer en pacientes, por ejemplo, con medicamentos hipolipemiantes—, se podría frenar el crecimiento del cáncer de mama. Si logramos controlar estos altos niveles de grasa en la sangre, el cáncer se resiente porque los lípidos ya no lo nutren”, apuntó Hilgendorf.
Si bien los resultados en ratones fueron sorprendentes, existen claras limitaciones para proyectar directamente estos hallazgos a pacientes humanos. Se necesitarán más investigaciones con muestras y pacientes humanos para confirmar su hipótesis.
Los próximos pasos incluyen la evaluación preclínica de cómo los fármacos antilipídicos podrían mejorar la respuesta a la quimioterapia y comprender mejor cómo los lípidos nutren a las células cancerosas. N
(Con información de Hannah Millington / Newsweek Internacional)