LIVE

Con votos, regresa ultraderecha chilena

Publicado el 16 de diciembre, 2025
Con votos, regresa ultraderecha chilena
Con votos, regresa ultraderecha chilena

Del Reportero

 

El contundente triunfo de José Antonio Kast en las elecciones presidenciales de Chile, el domingo pasado, marca un hecho inédito desde el retorno a la democracia. Por primera vez, un candidato de extrema derecha alcanzará La Moneda con un mandato claro de las urnas.

La victoria no solo representa un giro conservador en la política chilena, sino que pone a prueba la madurez cívica de una sociedad acostumbrada a alternancias entre centroizquierda y centroderecha.

Por primera vez, un candidato de extrema derecha cuenta con un mandato claro de las urnas.

La democracia chilena fue capaz de procesar con normalidad esta transición de poder, incluso entre visiones ideológicas profundamente distintas.

El escrutinio transparente, la rápida aceptación de los resultados y el respeto a las normas constitucionales son signos de fortaleza cívica destacados.

Este cambio suscita inquietud. La trayectoria política de Kast y la ideología de su formación plantean dudas legítimas sobre cómo se ejercerá el poder en los próximos años. A diferencia de los presidentes derechistas que lo antecedieron, quienes mantuvieron una distancia clara con el legado de la dictadura de Augusto Pinochet, Kast presenta una relación ambigua con ese pasado, lo que alimenta incertidumbres sobre sus referencias democráticas y sus prioridades de gobierno.

En su editorial del martes, el diario español El País advierte que:

“El desafío, en este punto, es doble. Por un lado, la sociedad chilena y sus actores institucionales deben vigilar que las políticas que se impulsen respeten el marco de derechos y contrapesos que ha sostenido al país durante más de tres décadas.

“Un giro hacia agendas punitivas, excluyentes o autoritarias, aunque se amparen en el voto popular, pondría en riesgo libertades que costó mucho consolidar. La historia regional reciente muestra las fracturas que surgen cuando líderes de posturas extremas traducen su mandato en retrocesos institucionales.

“Chile tiene la oportunidad de demostrar que la democracia no se agota con el cambio de ciclo, sino que se fortalece cuando resiste tentaciones iliberales”, agregó.

Hoy, hay una lección para las fuerzas de la izquierda y el progresismo chileno y latinoamericano. Sus últimas campañas y su comportamiento político han expuesto fragilidades que la ciudadanía ha castigado en las urnas.

La incapacidad para responder con eficacia a preocupaciones como la seguridad, la economía y la migración ha demeritado su relación con amplios sectores sociales. “No basta con defender ideas progresistas si no se traducen en respuestas claras a los miedos y aspiraciones de una mayoría”, explican.

Chile no está condenado a repetir periodos de polarización o a cambiar entre extremos. Su tradición democrática, cimentada en instituciones sólidas y una ciudadanía activa, puede funcionar como ancla frente a los radicales.

Este triunfo electoral de la ultraderecha chilena, por más sorprendente que sea, debe leerse como una convocatoria a todos los actores políticos para reenfocar sus prioridades: defender la convivencia democrática, construir acuerdos amplios y responder con eficacia a los desafíos de la población.

Hoy, la democracia chilena no se mide solo por la alternancia en el poder sino por su capacidad de mantenerse como un sistema donde conviven distintas visiones de país sin renunciar a la razón ni al respeto mutuo.

La sociedad chilena y sus actores institucionales deben vigilar que las políticas que se impulsen respeten el marco de derechos y contrapesos que ha sostenido al país durante más de tres décadas. Un giro hacia agendas excluyentes o autoritarias, aunque se amparen en el voto popular, pondría en riesgo libertades que costó consolidar. Chile tiene la oportunidad de demostrar que la democracia no se agota con el cambio de esta elección, sino que se fortalece cuando resiste tentaciones autoritarias.

Hay una lección para la izquierda y el progresismo latinoamericano. Sus campañas y su ejercicio político han mostrado fragilidades que la ciudadanía castigó con claridad en las urnas, la izquierda tiene que entenderlo.

La democracia chilena no se mide solo por la alternancia en el poder, sino por su capacidad de mantenerse como un sistema donde conviven distintas visiones de país sin renunciar a la razón ni al respeto mutuo.

Ese es el reto más urgente y valioso en esta nueva etapa política.

De las anécdotas que se cuentan

Aún recuerdo la multitudinaria manifestación del 11 de septiembre de 1974, por las calles del Centro Histórico de Puebla.

Se cumplía un año del golpe de Estado del general Augusto Pinochet al presidente izquierdista chileno Salvador Allende.

Tenía unas semanas de haber ingresado a la preparatoria Benito Juárez de la Universidad Autónoma de Puebla y desde la rectoría, que ocupaba el químico Sergio Flores, militante del Partido Comunista Mexicano, se organizó la marcha en la que participamos miles de alumnos, académicos y trabajadores universitarios.

Cincuenta y un años después, por la vía democrática, regresa la ultraderecha, fiel a Pinochet, a la presidencia de Chile.

A la izquierda latinoamericana no sólo la derrocan con golpes de Estado, ahora también con votos.

[email protected]
Twitter @fercrisanto
Facebook: Fernando Crisanto

Compartir en:
Síguenos
© 2025 Newsweek en Español