La Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA) canceló su simulacro nacional de preparación la semana pasada, una decisión que probablemente era inevitable, dada la pandemia del coronavirus, pero una que subraya las oportunidades perdidas para en verdad prepararse.
“Los eventos de preparación que ya se llevaron a cabo han ayudado a hacer a nuestra nación más resistente”, insistió el Departamento de Seguridad Nacional en su correo electrónico interno a los gestores de emergencias, diciendo que los simulacros, que empezaron el año pasado, serían cancelados. La FEMA informó a nueve estados y más de 50 organizaciones gubernamentales, comandos militares y agencias de inteligencia de todo el país que el resto del Ejercicio a Nivel Nacional (NLE) 2020, una serie de ejercicios locales planeados para culminar en la segunda semana de mayo, no se llevaría a cabo.
“Obviamente, la FEMA y el resto del gobierno están ocupados en lidiar con el mundo real”, dice un ex comandante del Comando Norte de Estados Unidos. Pero ese alto oficial (quien no tenía permiso para hablar oficialmente y solicitó el anonimato) lamenta que el NLE 2020 exponga cuánto el aparato de manejo de emergencias disminuye su efectividad al pasar tiempo “entablando la última guerra”.
El NLE 2020 se enfocó en la seguridad cibernética, y no solo en la seguridad cibernética en general, sino en un ataque del gobierno ruso que los simuladores de guerra hicieron tan extremo que constituía un ataque a la nación, provocando respuestas militares e incluso la consideración del uso de armas nucleares. El escenario relegó la respuesta de emergencia a un elemento secundario.
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“¿Quieres entender por qué, una y otra vez, los planeadores de emergencia parecen estar un paso atrás de todo desastre natural o hecho por el hombre?”, dice el alto oficial. “Es porque estos ejercicios nacionales desdeñan lo básico por los temas más sexys, unos que, no es coincidencia, requieren la participación de quienes toman las decisiones”.
El ejercicio que se llevó a cabo mientras se propagaba el coronavirus no tenía que ver con una pandemia. Eso tal vez haya sido inevitable; pero, a decir del alto oficial, los planeadores gubernamentales quienes diseñaron el NLE 2020 trataron de hacer demasiado, perdiéndose en una oleada de escenarios tópicos y contingencias improbables.
El Ejercicio a Nivel Nacional 2020 (los NLE se llevan a cabo cada dos años) empezó en noviembre pasado cuando, en los centros de simulación de guerra de todo el país, empezó un ataque cibernético “cometido por un adversario” para analizar la infraestructura de la red eléctrica de Estados Unidos. Al principio, los reportes simulados de emergencia dijeron que los hackers estaban “ubicados en el extranjero” y “no eran estatales”. Pero luego el Comando Cibernético simulado y las agencias de inteligencia estuvieron de acuerdo en que hackers estatales rusos, dirigidos desde el Kremlin, estaban atacando a Estados Unidos.
Esta descripción del NLE 2020 y casi dos docenas más de simulacros de guerra diseñados alrededor del mismo escenario proviene de un fajo de planes clasificados y desclasificados filtrados a Newsweek. El comandante del Comando Norte proveyó los documentos clasificados.
Los documentos del NLE 2020 incluyen un intercambio simulado de mensajes distribuido por la célula de control —llamada la Célula Blanca—, el cual provee fragmentos guionizados de inteligencia y literalmente “noticias falsas” para desafiar a los planeadores y quienes toman las decisiones. Un escenario complejo, con más de 400 páginas, describe cómo los ataques rusos empezaron y aumentaron, donde los operadores de centrales eléctricas llamaban a funcionarios federales para que les ayudasen a proteger sus instalaciones. El NLE 2020 presentó un nuevo escenario, diferente de las investigaciones del mundo real que Rusia y otros países han llevado a cabo. Para este simulacro de guerra, un ataque amplio a la producción en sí de energía eléctrica —no a las instalaciones de distribución— llevó a una sobrecarga catastrófica y luego al fallo de toda la red eléctrica norteamericana.
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Esta porción de energía eléctrica del NLE 2020 es llamada Apagón Binario y es en sí una submaniobra dentro del simulacro de guerra más amplio. El ataque cibernético es el centro de lo que los documentos del Departamento de Seguridad Nacional dicen que es una serie de eventos que “llevarán a una emergencia de seguridad nacional con impactos significativos en múltiples sectores cruciales de la infraestructura”.
Cada uno de estos sectores, y todos los eventos imaginados por los autores del ejercicio, luego se desarrollan en una serie entrelazada de 20 simulacros federales, estatales y militares, grandes y pequeños, que estaban programados para llevarse a cabo simultáneamente durante un período de siete meses. Para cuando la FEMA tomó la decisión el 29 de marzo de terminar todo el simulacro, muchos de estos 20 simulacros ya estaban en marcha o se habían completado. Todo habría de culminarse en un día de “Ejercicio del Alto Funcionario” a mediados de mayo, en el que funcionarios de la Casa Blanca y miembros del gabinete se reunirían para tratar de resolver las cuestiones más difíciles, desde la evacuación de Washington, D.C., hasta si Estados Unidos debería contraatacar a Rusia.
En el escenario clasificado para la “emergencia de seguridad nacional” que habría de desarrollarse, el ataque cibernético del gobierno ruso contras las centrales eléctricas en Nueva Inglaterra y Nevada resulta en un “Corte Catastrófico de Energía (CCE)” con efectos en cascada que se propagan como un virus a través del país y hasta Canadá. En el simulacro, las redes eléctricas fallaron completamente en cinco estados de Nueva Inglaterra —en la Región I de la FEMA, incluidos Connecticut, Maine, Massachusetts, Rhode Island y Vermont—, mientras que en el oeste —en la Región IX de la FEMA, en Arizona, California y Nevada— los funcionarios batallaron para seguirle el paso al gusano que se propagaba rápidamente.
Según los documentos de planeación del Apagón Binario, a las 24 horas del apagón de rápida propagación, el abastecimiento de agua en la nación empezó a verse afectado. Las estaciones de bombeo sin generadores de respaldo —o unos que no funcionaban— fallaron aún más, y en todo el país, el rendimiento del sector de aguas cayó a un nivel tan bajo como 40 por ciento. Los edificios de muchos pisos fueron afectados especialmente, y el agua no se consideró 100 por ciento segura en casi la mitad de las ciudades estadounidenses, ya que las aguas residuales empezaron a entrar en los sistemas de agua limpia. El escenario fue escrito para ser la más grande catástrofe de energía eléctrica que afectase al país. Según el escenario, los estados solicitaron asistencia federal, se llamó a a las unidades de la Guardia Nacional, Washington desempolvó sus planes de contingencia, y los planeadores quienes interpretaban a alcaldes y gobernadores e incluso funcionarios del gabinete y al presidente trabajaron para calmar a la nación.
Las sesiones informativas y documentos de planeación del NLE 2020 lo llaman un ataque complejo, cometido por un adversario y multidimensional, que fue construido intencionalmente para incluir participantes de toda la comunidad: todos los niveles de gobierno, el sector privado, las organizaciones no gubernamentales y los grupos comunitarios. Pero mientras que la “obra” a escala completa lidiaba con el desastre de rápido aumento creado por un apagón eléctrico, en el mundo real, el coronavirus también empezó a propagarse.
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En cierta forma, dice el alto oficial del Comando Norte, el NLE 2020 sí dio una preparación para el mundo real. El ciclo de dos años que culmina en un solo evento, sin importar el escenario involucrado, obliga a los planeadores a resolver las complicaciones entre jurisdicciones del manejo de emergencias y la aparición de una catástrofe. Lo que hace tan frustrante al NLE 2020, opina él, es que en vez de usar el escenario del Apagón Binario para dar un motivo plausible para construir cooperación y escrutar los detalles aburridos de lo que se necesita hacer en un desastre real, los diseñadores del ejercicio más bien eligieron aumentar el componente ruso para convertir un simulacro de manejo de emergencia en un escenario de guerra.
Según los documentos, en cuanto el ataque ruso fue “atribuido” y las agencias civiles estuvieron de acuerdo, aceptando que Washington necesitaba tomar el control, la “respuesta nacional” —o sea, las simulaciones de la Casa Blanca, el Pentágono y las nuevas agencias de guerra cibernética del gobierno estadounidense— se alejaron del manejo de emergencia en favor de escenarios similares a la Guerra Fría.
Los papeles también revelan precisamente cómo puede haber una serie de preparaciones para mostrarla al público mientras que, tras bambalinas, tenía lugar otra serie, más ominosa y secreta, de deliberaciones. Por ejemplo, los papeles desclasificados y las sesiones informativas diseñadas para los gobiernos estatales y locales dicen sin gracia que el NLE 2020 “incluye una opción para un arma de destrucción masiva (ADM) con base en la amenaza y ejecución de los planes de continuidad con un énfasis en la devolución de poderes”. Pero las sesiones informativas desclasificadas preparadas para los principales simuladores de guerra del gobierno presentan un componente del ADM mucho más extenso, así como los retos del gobierno federal al responder a disturbios civiles, para evacuar Washington, para proteger la continuidad del gobierno e incluso imponer la ley marcial.
Esta división es evidente en la respuesta al coronavirus. Públicamente, la administración de Trump y el Pentágono dicen que solo están respondiendo a los eventos, desdeñando los artículos noticiosos, incluidos los de Newsweek, sobre los planes para estas contingencias como “tonterías”.
El secretario de defensa Mark Esper dijo el 24 de marzo que “no se ha hablado en absoluto de la ley marcial” en respuesta al coronavirus. “No se ha hablado en absoluto de cuarentenas masivas de Estados Unidos o cualquiera de las otras tonterías que andan por allí”.
Y aun así, todas estas cuestiones —agitación social, restricciones a los viajes, continuidad e incluso ley marcial— están incluidas en los paquetes de decisiones del NLE 2020. Conforme el apagón se extiende a todos los estados y Quebec, el escenario clasificado no solo presenta el impacto en el abastecimiento del agua, sino una descomposición general de la sociedad. Todo el sistema de atención médica se colapsa: los hospitales se quedan sin energía de respaldo, los pacientes son dados de alta, expiran los medicamentos que requieren refrigeración, cesan los procedimientos como la diálisis, las muertes se disparan. La “agitación social” se propaga por todo el país, según los documentos, y los comandantes militares son traídos en ambos para hacer acatar las cuarentenas y ayudar a suprimir la violencia, pero también para establecer el gobierno en lugares donde la autoridad civil se venga abajo.
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Para el final de la segunda semana del escenario del NLE 2020, según los documentos clasificados, cesan las transmisiones públicas, internet se cae, y la gente ya no es capaz de cargar sus teléfonos celulares. Como la mayoría de la población no tiene acceso a comunicaciones, sucede el caos. Incluso las gasolineras que tienen gasolina ya no pueden bombearla y la red de transportes se paraliza. Sin agua disponible salvo la de los pozos, la higiene pública se sume en una epidemia de infecciones y enfermedades masivas. Cesa la producción de comestibles, todos los alimentos básicos claves desaparecen, los granjeros tienen que sacrificar a su ganado para salvar a los sanos. Conforme aumenta el índice de mortalidad, dicen los documentos, la agitación social se propaga en todos los estados. Y eso es apenas la segunda semana.
Qué hacer en cada uno de estos sectores —con respecto a las comunicaciones e internet, con la producción y distribución de energía eléctrica, con la salud pública, con otros servicios públicos de infraestructura crucial y con el transporte— está guionizado para desafiar a los miles de participantes a través del gobierno federal y nueve estados. Cada uno de estos subelementos tiene su propio ejercicio que se lleva a cabo bajo la generalidad del NLE 2020. Estos son llamados Amanecer Cibernético, Guardia Cibernética, Yanqui Cibernético, Tormenta Cibernética, Eclipse de Libertad, RedEx, RADICS 7, Guardián Máximo, Vigía Ardiente, Escudo Vigilante y Respuesta Vibrante.
Es un batiburrillo de ejercicios de agencias civiles y simulacros de guerra militares, todos basados en el mismo escenario del Apagón Binario y todos parte del NLE 2020: “fases distintas de una amenaza conectada”, como dice el documento.
Cada uno de estos simulacros a escala más pequeña está pensado para hacer participar a un sector diferente de la economía, agencias diferentes y temas diferentes. Para el NLE 2020, muchos de estos simulacros ya habían concluido o estaban en marcha el mes pasado, cuando se canceló el ejercicio en general. Estos incluían los simulacros llamados Rumbo Claro, Contagio Carmesí, Jugada de Poder, Furia Agitada y Red Resistente.
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Y mientras todos estos ejercicios se llevaban a cabo o estaban listos para entrar a escena, en círculos compartimentados arriba de lo Ultra Secreto, por lo menos otros tres ejercicios, Arquero Vital, Carnero de Bronce y Horizonte del Águila, se realizaban simultáneamente, cada uno involucrando alguna preparación secreta del gobierno, incluido el uso de fuerzas de operaciones especiales para proteger a los líderes de Washington y las confrontaciones militares con la población civil.
La culminación del NLE 2020 era Horizonte del Águila, planeada para los días 14 y 15 de mayo. En este ejercicio clasificado, el enfoque era la continuidad del gobierno y la alta toma de decisiones. Los materiales clasificados de la Célula Blanca muestran al presidente evacuando Washington en un helicóptero del Cuerpo de Infantes de Marina, finalmente abordando el Centro Nacional de Operaciones Aerotransportadas, donde tiene conferencias a distancia con sus principales asesores militares, poniendo en alerta a las fuerzas nucleares y decidiendo cómo confrontar a Rusia.
Nada de esto es especulación; nada de esto es lo que el secretario de defensa Esper desdeña como “tonterías”. Estos son todos ejercicios reales, escenarios reales y preparaciones reales del gigantesco aparato de seguridad nacional y respuesta a emergencias, escrito por funcionarios del gobierno de todas las agencias, desde la FEMA hasta el Departamento de Justicia.
Por la manera en que se estructuró el NLE 2020, no hubo solo dos simulacros sucediendo a la vez, uno desclasificado para los gobiernos civiles y el otro clasificado para los militares y las agencias secretas. También hay un orden piramidal en estos grandes simulacros de guerra.
“Hay un equipo de liga mayor y un equipo de liga menor en la comunidad de seguridad nacional”, dice el comandante del Comando Norte, “y tiene que ver con los niveles de clasificación y la gravedad del escenario”. Cuando el equipo de liga mayor entra al campo, menciona él, todo lo demás es apartado a un lado, la definición de qué es importante determinada por cuán altamente clasificado esté, más que por cuán posible es. “¿Dónde termina el NLE 2020?”, dice el alto oficial. “Es en la pregunta de cuán efectiva sería nuestra represalia contra Rusia, y si el presidente ordenaría un ataque cibernético o uno nuclear.
“Este es el camino que lleva a quienes están a cargo del manejo de emergencias en Estados Unidos a pensar en todo excepto en ventiladores y tapabocas”.