El telescopio espacial James Webb (JWST) consiguió captar por primera vez una imagen directa de un exoplaneta, un hito sin precedentes para cuerpos con un tamaño comparable al de los planetas del Sistema Solar. Hasta ahora, solamente habían sido detectados por su influencia gravitacional o por oscurecer su estrella cuando pasan frente a ella, ya que la poca luz que refleja queda oculta bajo la de su astro.
Desde 2022 en su puesto de observación situado a 1.5 millones de kilómetros de la Tierra, el JWST “pasó mucho tiempo observando planetas que nunca habían sido captados en imagen”, declaró la astrofísica Anne-Marie Lagrange, primera autora del estudio sobre el tema, publicado en Nature este miércoles.
El ejercicio es complicado porque los exoplanetas “son muy poco luminosos”, pero sobre todo porque “estamos enceguecidos por la luz de la estrella alrededor de la cual giran”, agregó esta investigadora en el Laboratorio de Instrumentación e Investigación en Astrofísica del Observatorio de París.
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El éxito del telescopio James Webb se debe a su coronógrafo, un instrumento que imita el principio de un eclipse solar al bloquear la luz de la estrella para permitir una mejor observación de su entorno, y al espectrógrafo MIRI, que gracias a su capacidad de visión infrarroja, puede detectar cuerpos celestes extremadamente tenues.
Los astrónomos dirigieron el telescopio hacia la estrella TWA 7, ubicada a unos 100 años luz de la Tierra. Este objeto, identificado inicialmente por el telescopio Hubble, resultaba especialmente interesante por varias razones.
TWA 7 es una estrella muy joven, lo que aumenta las probabilidades de que aún se estén formando planetas dentro del disco de materia que la rodea. Además, el James Webb ofrece una vista directa desde arriba del disco protoplanetario, lo que facilita su estudio. Observaciones previas realizadas con el instrumento SPHERE del Very Large Telescope, en Chile, permitieron identificar tres anillos que se extienden a lo largo de una distancia superior a 100 veces la que separa la Tierra del Sol.
JAMES WEBB TIENE LA CAPACIDAD DE DETECTAR PLANETAS CON MASAS MENORES QUE TWA 7B
Fue en la zona más despejada del segundo anillo donde el telescopio James Webb logró identificar una fuente de luz que los astrónomos bautizaron como TWA 7b. Se trata de un planeta pequeño y frío, con una masa aproximada a un tercio de la de Júpiter, el gigante del Sistema Solar.
Gracias a las capacidades del James Webb, los científicos lograron reducir en un factor de 10 el umbral mínimo de detección. Hasta ahora, los planetas observados directamente tenían, en promedio, una masa tres veces mayor que la de Júpiter.
“La mayoría de los exoplanetas captados en imagen son lo que llamamos super-Júpiteres”, señaló Anne-Marie Lagrange, en referencia a aquellos con entre ocho y 12 veces la masa de Júpiter.

Este descubrimiento resulta aún más significativo si se considera que los planetas rocosos, como la Tierra y Marte, poseen masas considerablemente menores que los gigantes gaseosos. Justamente, estos mundos rocosos —y potencialmente habitables— son el objetivo final de quienes buscan nuevos planetas.
“Lo que realmente me gustaría es encontrar planetas más livianos y, tal vez, descubrir nuevas Tierras”, comentó Lagrange. Y añadió que para entender cómo se forman los sistemas planetarios, no basta con observar planetas grandes o medianos: es necesario abarcar toda la gama de masas.
Los astrónomos creen que el James Webb tiene la capacidad de detectar planetas con masas aún menores que TWA 7b. No obstante, para capturar imágenes directas de mundos similares en tamaño a la Tierra, será necesario esperar a instrumentos de próxima generación, como el Extremely Large Telescope, cuyo lanzamiento está previsto para 2028. N
(Con información de agencias)