El miedo es una emoción primaria y universal que surge como respuesta a una amenaza real o percibida, pero que también puede paralizarnos en situaciones de estrés, ansiedad o incertidumbre. Frente a ello, investigadores del University College London (UCL) realizaron un estudio sobre cómo el cerebro aprende a suprimir el miedo instintivo.
El artículo, publicado a inicios de febrero en Science, pretende contribuir al desarrollo de terapias para trastornos relacionados con el miedo, como las fobias, la ansiedad y el trastorno de estrés postraumático (TEPT).
El equipo de investigación, dirigido por la doctora Sara Mederos y la profesora Sonja Hofer, trazó un mapa de cómo el cerebro aprende a suprimir las respuestas a amenazas percibidas que resultan inofensivas con el tiempo.
“Los seres humanos nacemos con reacciones instintivas de miedo, como las reacciones ante ruidos fuertes o ante objetos que se acercan rápidamente. Sin embargo, podemos anular estas reacciones instintivas mediante la experiencia, como cuando los niños aprenden a disfrutar de los fuegos artificiales en lugar de temer sus fuertes explosiones. Queríamos comprender los mecanismos cerebrales que subyacen a estas formas de aprendizaje”, comentó Mederos, investigadora del Laboratorio Hofer del Sainsbury Wellcome Centre de la UCL.
LA ZONA DEL CEREBRO DONDE SURGE EL MIEDO
En contexto, el miedo instintivo es aquel que está programado biológicamente en nuestro cerebro y no necesita ser aprendido. Es una respuesta automática que surge ante estímulos que representan un peligro para la supervivencia.
Este tipo de miedo está vinculado a la evolución y se manifiesta en situaciones como: miedo a la altura, a los depredadores o animales peligrosos, a los ruidos fuertes y repentinos y a la oscuridad.
Para el estudio, mediante un innovador enfoque experimental, el equipo estudió ratones a los que se les presentó una sombra que se expandía desde arriba y que imitaba a un depredador aéreo que se acercaba. Al principio, los ratones buscaron refugio cuando se encontraron con esta amenaza visual. Sin embargo, con la exposición repetida y sin peligro real, los ratones aprendieron a mantener la calma en lugar de escapar, lo que proporcionó a los investigadores un modelo para estudiar la supresión de las respuestas de miedo.
Basándose en trabajos previos del Laboratorio Hofer, el equipo sabía que una zona del cerebro llamada núcleo geniculado ventrolateral (vLGN) podía suprimir las reacciones de miedo cuando estaba activa y era capaz de rastrear el conocimiento de experiencias previas de amenaza. El vLGN también recibe una fuerte información de las áreas visuales de la corteza cerebral, por lo que los investigadores exploraron si esta vía neuronal tenía un papel en el aprendizaje de no temer una amenaza visual.
“LOS RESULTADOS DE LA INVESTIGACIÓN DESAFÍAN LAS IDEAS TRADICIONALES SOBRE EL APRENDIZAJE”
“El estudio reveló dos componentes clave en este proceso de aprendizaje: regiones específicas de la corteza visual resultaron esenciales para el proceso de aprendizaje, y una estructura cerebral llamada vLGN almacena estos recuerdos inducidos por el aprendizaje”, coincidieron los científicos en un comunicado.
En palabras de Mederos, los resultados de la investigación desafían las ideas tradicionales sobre el aprendizaje y la memoria. Aunque durante mucho tiempo se ha considerado que la corteza cerebral es el centro principal del cerebro para el aprendizaje, la memoria y la flexibilidad conductual, “hemos descubierto que es la corteza subcortical del nervio lóbulo lateral (VLGN) y no la corteza visual la que almacena estos recuerdos cruciales”.
“Esta vía neuronal puede proporcionar un vínculo entre los procesos neocorticales cognitivos y los comportamientos integrados mediados por el tronco encefálico, lo que permite a los animales adaptar comportamientos instintivos”, agregó.
Los investigadores también descubrieron los mecanismos celulares y moleculares que se esconden detrás de este proceso. El aprendizaje se produce a través de una mayor actividad neuronal en neuronas específicas del vLGN, desencadenada por la liberación de endocannabinoides, moléculas mensajeras internas del cerebro que se sabe que regulan el estado de ánimo y la memoria.
UNA NUEVA PROYECCIÓN
Esta liberación disminuye la entrada inhibitoria a las neuronas del vLGN, lo que da lugar a una mayor actividad en esta área del cerebro cuando se encuentra el estímulo de amenaza visual, lo que suprime las respuestas de miedo.
“Nuestros hallazgos también podrían ayudar a mejorar nuestra comprensión de lo que está fallando en el cerebro cuando la regulación de la respuesta al miedo se ve afectada en afecciones como las fobias, la ansiedad y el trastorno de estrés postraumático. Si bien las reacciones instintivas de miedo a los depredadores pueden ser menos relevantes para los humanos modernos, la vía cerebral que descubrimos también existe en los humanos”, explicó la profesora Hofer. N