El granjero Joe del Bosque, quien ha trabajado en el campo toda su vida, tiene claro que Estados Unidos depende de los indocumentados, aunque sus políticos le dan la espalda a la situación. “Cuando necesitan a los campesinos inmigrantes en el campo les dan la bienvenida, y cuando no, los echan”, expresa el agricultor de 75 años. “El país no sabe que ahora mismo necesita algunos de estos trabajadores“, que Del Bosque califica como “esenciales”.
Con los pies en el campo, los granjeros advierten que deportar a millones de inmigrantes, como promete el presidente electo, Donald Trump, podría impactar severamente en la cadena de producción de alimentos, lo que elevaría los costos e incluso causaría escasez de productos.
Trump, que hizo de la narrativa antimigratoria el centro de su exitosa campaña electoral y que arrasó en las zonas rurales del país, anunció que ordenará dichas deportaciones desde el primer día de su gobierno, el 20 de enero, sin ofrecer detalles de cómo las ejecutará.
“Él habla de deportaciones, pero no sabemos qué significa”, dice el granjero, al frente de Del Bosque Farms en Firebaugh, en California. “Esperamos que no signifique que va a allanar nuestras granjas porque, sin nuestra gente, nuestras granjas se paralizarán”.
“Sería devastador para la industria de los productos lácteos”, agrega por su parte Rick Naerebout, director ejecutivo de la Asociación de Productores Lácteos de Idaho.
“Bastarían un par de días de interrupción y no poder alimentar u ordeñar a nuestras vacas para dañar irreparablemente nuestra industria” no solo en Idaho, sino en el resto del país.
¿LOS CAMPESINOS INMIGRANTES SERÁN UN BLANCO DEL NUEVO GOBIERNO?
Pero para Tom Barcellos, de Barcellos Farms, en California, por su importancia los campesinos inmigrantes no serán un blanco de la nueva administración. “Hay muchos otros problemas para resolver primero”, agrega el agricultor de 69 años.
“Quienes están en el poder saben que no van a allanar la agricultura. Porque es la fuente de alimentos del pueblo estadounidense, y no quieren aumentar su costo más de lo necesario”.
Unos 2.4 millones de personas trabajan en el campo, de las cuales 44 por ciento carecen de documentos para estar en Estados Unidos, según una encuesta del Departamento del Trabajo.
“La cadena alimenticia de Estados Unidos depende enormemente de la mano de obra indocumentada”, explica el economista David Ortega. “Muchos de ellos desempeñan funciones esenciales que muchos trabajadores nacidos en Estados Unidos no pueden o no quieren realizar”, agrega el profesor de la Universidad de Michigan, en contraposición con la afirmación de Trump y su equipo de que los inmigrantes roban trabajos de los estadounidenses.
“La falacia de que los estadounidenses quieren empleo en la agricultura es muy frustrante”, añade Naerebout. Para ilustrar su punto, Naerebout comenta que un contratista divulgó el año pasado una oferta de 6,000 empleos en la región oeste.
“Recibieron menos de 30 solicitudes domésticas. Solo 12 de estas resultaron en una entrevista, y dos fueron contratados, pero no para cosecha”, explica. “Los estadounidenses no quieren estos trabajos”.
NADIE QUIERE TRABAJAR EN EL CAMPO BAJO TEMPERATURAS EXTREMAS
En estados como California y Idaho, el trabajo manual de sembrar y cosechar implica, entre otras cosas, enfrentar temperaturas bajo cero o sobre los 40 ºC.
Además de las duras condiciones, Naerebout sostiene que la baja tasa de desempleo y los cambios demográficos en el país explican la demanda. “Es una ecuación matemática”: la economía y los puestos de trabajo crecen al tiempo que la tasa de natalidad disminuye.
Otros puntos que decepcionan a los productores son la dificultad que los campesinos inmigrantes enfrentan para legalizarse en el país y la falta de voluntad política de demócratas y republicanos. “Llevamos unos 20 años frustrados tratando de buscar una manera de reformar (el sistema) a nivel nacional, y ambos partidos están en deuda”, comenta Naerebout.
“Nos preguntamos si hay una falta de voluntad política para resolver el problema porque el mismo se presenta como un gran recaudador de fondos y un discurso de campaña”, añade.
Joe del Bosque, quien contrata unos 200 campesinos inmigrantes en la temporada de cosecha, sostiene que muchos intentan legalizarse, pero se ven entrampados en un complicado y prolongado sistema burocrático que no acompaña las demandas inmediatas del agro.
“Muchas de nuestras frutas y verduras frescas necesitan ser recogidas a mano”, explica. “Si Estados Unidos valora ese tipo de alimentos en su dieta tiene que considerar que debemos tener una mano de obra fiable para tener un suministro fiable de alimentos”. N