El descubrimiento de una “debilidad” en las bacterias que han desarrollado resistencia a los antibióticos ofrecería una estrategia más efectiva para enfrentar esta crisis de salud pública.
Esa fue la conclusión alcanzada por un equipo internacional de investigadores de la Universidad de California en San Diego (UCSD), Estados Unidos. Descubrieron que, aunque las bacterias desarrollen resistencia a los medicamentos, esto tiene un punto débil: las hace más dependientes del magnesio para poder crecer y multiplicarse.
“Nos estamos quedando sin antibióticos efectivos y su uso desenfrenado a lo largo de las décadas ha provocado que los antibióticos se extiendan por todo el mundo, desde el Ártico hasta los océanos y nuestras aguas subterráneas”, pormenorizó en un comunicado el biólogo molecular y profesor de la UCSD, Gürol Süel.
Y añadió: “Se necesitan alternativas sin fármacos para tratar las infecciones bacterianas, y nuestros dos estudios más recientes muestran cómo podemos lograr un control sin fármacos de las bacterias resistentes a los antibióticos”.
La resistencia a los antibióticos es una preocupación importante y creciente. Se estima que más de un millón de personas murieron por infecciones resistentes a los medicamentos cada año entre 1990 y 2021. Y se espera que esta cifra aumente: los expertos predicen que podría alcanzar la terrible cifra de 2 millones de muertes anuales a mediados de siglo.
En consecuencia, la comunidad científica está muy comprometida con el desarrollo de nuevos antibióticos y promueve el uso de los existentes solo cuando es necesario para frenar el desarrollo de nuevas cepas bacterianas resistentes a los medicamentos. Otra línea de ataque implica descifrar los mecanismos tanto en la infección bacteriana como en el desarrollo de genes de resistencia a los antibióticos.
¿POR QUÉ LAS BACTERIAS ADQUIEREN RESISTENCIA A LOS ANTIBIÓTICOS?
Para el estudio, Süel y sus colegas estudiaron la resistencia a los antibióticos en el “bacilo del heno” (Bacillus subtilis), una bacteria que se encuentra tanto en el suelo como en el tracto gastrointestinal de los humanos, ciertas esponjas y animales rumiantes.
El equipo quería saber por qué las bacterias que adquieren resistencia a los antibióticos mediante mutación espontánea no llegan a dominar al resto de sus poblaciones, ya que tienen una aparente ventaja importante.
Se centraron en los ribosomas de las bacterias, que son micromáquinas celulares clave para producir proteínas y traducir códigos genéticos, y en los iones de magnesio, de los que dependen todas las células para sobrevivir.
El análisis reveló que los ribosomas en las cepas antibióticas del bacilo del heno requieren más magnesio que sus contrapartes regulares, hasta el punto de que pueden terminar compitiendo por estos iones con las llamadas moléculas de ATP que proporcionan energía a las células bacterianas, lo que en última instancia impide el crecimiento de las células.
“Si bien a menudo pensamos en la resistencia a los antibióticos como un beneficio importante para la supervivencia de las bacterias, descubrimos que la capacidad de hacer frente a la limitación de magnesio en su entorno es más importante para la proliferación bacteriana”, afirmó Süel.
Y sumó al tema: “Hemos descubierto un talón de Aquiles (debilidad) de las bacterias resistentes a los antibióticos. Podemos aprovechar este coste para suprimir la aparición de resistencia a los antibióticos sin necesidad de fármacos ni productos químicos nocivos”.
Un posible próximo paso, apuntó el equipo, es ver si es posible limitar artificialmente la accesibilidad del magnesio en entornos bacterianos, básicamente matando de hambre a las bacterias antibióticas sin dañar a las bacterias buenas que son esenciales para nuestra salud. N
(Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek)