En la Carretera Vía Corta a Santa Ana, kilómetro 3.5 en San Pablo del Monte, Tlaxcala, se encuentra un lugar con un estacionamiento un tanto rupestre, que al fondo se anuncia orgullosamente como “Bora Bora”.
De alguna manera me recuerda al tristemente célebre “Círculo rojo”, un lupanar en Puebla Capital que cerró tras innumerables escándalos. El “Bora Bora” está en San Pablo del Monte pero la clientela llega de distintos puntos de los estados de Tlaxcala y de Puebla.
Tal vez por esa cercanía geográfica, el establecimiento referido publica fotos de chicas bailando pero con fotografías que no son de ahí, sino de un burdel en Puebla Capital que se encuentra en el Circuito Juan Pablo II en La Hacienda.
El “Bora Bora” es un lugar frecuentado por delincuentes de distinta ralea. Entre los que han sido habitués ubico a Antonio “Toño Pistolas”, fundador de Los Lampones y a distintos cuadros de pandillas tlaxcaltecas. También me viene a la mente el famoso “Iván”, quien trasiega mercancía robada en el mercado Hidalgo y la Central de Abasto.
La venta de narcóticos al interior del lugar está a cargo de un personaje que se hace llamar “Undertaker”, en referencia a un luchador. Él es el encargado de llevar el producto a los puntos y cobrar el numerario de las ventas del día y hace lo propio con otros lupanares en la zona, así como en ciertos bares específicos en la zona de Angelópolis.
Preguntando a los amigos, me comentan que el lugar ha visto desfilar criminales que lo mismo operan en San Martín Texmelucan que en Amozoc, Cuautlancingo y Coronango.
Sin embargo, también se dejan ver policías, tanto de Puebla como de Tlaxcala y distintos cuadros de la Guardia Nacional. Por supuesto, acuden funcionarios de distintos municipios de Tlaxcala, como el célebre René, en su momento subdirector de área en el Ayuntamiento de Tenancingo.
Con “estudios de licenciatura” (así dice su currículum oficial, ya debidamente bajado del portal correspondiente), René perdió la cabeza por una guapa orizabeña que trabajaba en el burdel en comento. Cuando esta mujer le dijo que no se iría con él, éste optó por matarla y luego tirarla en un barranco de su municipio.
Conozco muy bien la Vía Corta a Santa Ana. La he recorrido centenas de veces y de esos periplos publiqué tres documentos sobre la trata en el estado de Tlaxcala que usted puede encontrar en inglés en distintos portales de universidades estadounidenses.
Justamente por ese conocimiento, el “Bora Bora” me parece un punto importante a estudiar, dado que ha sido clausurado y siempre regresa por sus fueros, dada una ambigüedad poderosa: todos sus documentos están en orden, según las autoridades de Tlaxcala, pero cuando el caso lo amerita, resulta que el establecimiento está dado de alta en Puebla.
Alguna vez ha sido clausurado por autoridades de Puebla, junto al “Katrina Night Life”, éste último enfocado a estudiantes, también sobre la carretera Vía Corta Santa Ana.
El portafolios de escándalos del “Bora Bora” es abultado: lo mismo sus empleados han sido agredidos a disparos por visitantes repentinos, que alguna mujer ha muerto prácticamente enfrente, tras ser agredida en un puesto de tacos o, un vendedor de hot dogs agredido en el lugar, tras estar en el lugar equivocado cuando dos grupos armados se dieron con todo.
Pero la vecindad con Puebla no solo es una cuestión geográfica: aquella balacera hacia los empleados del lugar en cuestión, fue realizada por los mismos que mataron a dos personas a las afueras del bar Arizona, en las inmediaciones de la Central de Abastos, en 2023.
Pues, la mañana del 12 de octubre, hasta una retroexcavadora se presentó en el “Bora Bora”, con el evidente propósito de buscar fosas clandestinas. Personal de la fiscalía poblana llevó a cabo el operativo, mientras medios de comunicación de Tlaxcala reprocharon que unos fuereños se atrevieran a hacer semejante cosa.
Pasadas las nueve de mañana del sábado, perros, agentes y retroexcavadora llegaron al lugar y se aplicaron en lo suyo, mientras algunos elementos de la Guardia Nacional les cubrían las espaldas. No menos de cuatro horas estuvieron ahí y los resultados seguramente los darán el jueves 17. Lo único que diré es que andaban buscando los cadáveres de dos personas.
Más allá de que encuentren cadáveres o no en el referido lugar, hay tres elementos que dejo sobre la mesa de los decisores:
Primero: el lugar es un puntual sitio de infección, dadas las evidencias de muertos, crímenes y delincuentes que lo frecuentan. ¿De qué tamaño es el nivel de complicidad de los dueños del lugar con las autoridades estatales de Tlaxcala?, dando por un hecho que las autoridades de San Pablo del Monte no tienen poder ni interés para atender el problema.
Segundo: al menos tres grupos criminales de alto impacto con operaciones en Puebla tienen que ver con ese establecimiento, sin omitir la presunción de que la guerra entre los residuos de un sinnúmero de grupos vinculados al pasado glorioso de Los Zetas en la entidad, rondan el lugar y por ahí se ha dejado ver a algún mando de CJNG.
La pregunta entonces es, si una vez que derrumben el sitio, ¿no se moverá el centro de reunión criminal hacia otro punto, ya sea de Puebla o de Tlaxcala?
Y, tercero: se menciona insistentemente a “El Negro” como uno de los principales beneficiarios de la operación de narcomenudeo en la zona. Partiendo de la base que la zona de Covadonga es territorio bajo su mando, ¿eso explica la presencia del Operativo Barredora CJNG en ese mismo radio de acción?
De la trata en la zona, ni qué decir. Mientras tanto, la guerra de Puebla casi alcanza los 500 ejecutados en lo que va del año, sin omitir que Tlaxcala despegó furiosamente y ahora mismo, muestra las primeras costuras de una feudalización que la alcanzará, muy pronto. Es el olvido institucional en blanco y negro.