Ahora que la presidenta Claudia Sheinbaum celebró el sábado pasado los primeros siete años de la Cuarta Transformación y mostró que tiene todo el poder, con una gran movilización y respaldo social, fustigó a sus críticos y a la oposición que, aseguró, no ganará.
Reconoció los ‘logros’ que se alcanzaron desde que el gobierno morenista entró al poder, recordó el aumento al salario mínimo, los apoyos económicos a un gran sector de la población, la construcción de escuelas y obras públicas. Sheinbaum asegura que ‘campañas de bots y mentiras’ no podrán con ella
Aseguró que, pese a las campañas en redes sociales, calumnias o mentiras no podrán vencer al pueblo de México ni contra ella. Mencionó que, pese a las alianzas con grupos de intereses extranjeros, sus opositores se ha demostrado que ello no influye en la percepción del país sobre su gobierno.
En ese escenario no se extrañó a López Obrador, quien una semana antes dio a conocer su nuevo libro “Grandeza”, y dejó entrever la posibilidad de regresar a la escena pública.
En un interesante artículo titulado “El asomo de López Obrador al futuro”, escrito por el periodista Zedryk Raziel para el diario El País se documenta que:
“La reaparición pública del expresidente Andrés Manuel López Obrador ha alimentado, como casi todo lo que el político izquierdista hace o deja de hacer, un cúmulo de teorías en torno a sus intenciones ocultas.
“En los corrillos políticos y mediáticos se comentó desde hace semanas que el fundador de Morena saldría de su estricto encierro para ponerse a recorrer las plazas públicas del país, con el pretexto de la presentación de su último libro, Grandeza (Planeta, 2025).
“Entre líneas, esa explicación sugería que López Obrador desautorizaba a su sucesora, la presidenta Claudia Sheinbaum, y veía necesario retomar el control de su movimiento, al que ha bautizado como la Cuarta Transformación”.
Lo que no sucederá porque la versión choca con todas las señales de la misma realidad. Al cumplir su primer año de Gobierno, Sheinbaum es la presidenta más popular de las últimas décadas. No solo goza de respaldo dentro de México: también fuera, en gran parte, por la manera como despresurizó la bomba Donald Trump, presidente de Estados Unidos, con su política exterior basada en la coacción y las amenazas.
La presidenta llega a su primer aniversario en el poder haciendo movimientos en su gabinete que le permiten un mayor control político del gobierno. “Esas maniobras implican, inevitablemente, revertir algunas decisiones o arreglos amarrados por López Obrador antes de marcharse”, puntualiza.
El periodista Jorge Zepeda Patterson plantea que el primer año del sexenio de Sheinbaum es aún de transición, de evaluación de resultados y de equilibrar entre el modelo de gobierno que le heredó López Obrador y su propia visión de la administración pública, basada en la técnica y los datos. El último movimiento de la presidenta, el cambio en la Fiscalía, con un Alejandro Gertz que parecía inamovible, ha dejado lugar a pocas dudas sobre su control total del poder en México.
“Los críticos de Morena, el partido oficialista, se empeñan en ver un distanciamiento entre Sheinbaum y López Obrador. La mandataria ha dicho, en su libro Diario de una transición histórica, que no hay, ni habrá, tal ruptura.
“No solo porque sería un error de cálculo político (López Obrador dejó la presidencia con muy altos niveles de popularidad), sino porque —ha dicho— ella y el exmandatario coinciden en el diagnóstico y el método de hacer política: la apuesta de su Gobierno deben ser los pobres, el pueblo, al que se debe movilizar permanentemente en busca no solo de respaldo y legitimidad, sino también de defensa, blindaje. López Obrador lo dijo en uno de sus últimos baños de pueblo, en el Zócalo capitalino: “¿En quién confiar? ¡En el pueblo! ¿Quién nos protege? ¡El pueblo! ¿Qué somos? ¡Pueblo!”.
Político al fin, la reaparición de López Obrador no es una coincidencia. Más allá de presentar su libro, un alegato a favor de los pueblos indígenas y —otra vez— contra la Conquista española, el expresidente ha alzado la vista y ha juzgado: “todavía es temporada de zopilotes, buitres y halcones”.
El fundador de Morena ve que a la distancia acechan tres tormentas: violaciones a la soberanía, un atentado a la democracia o un golpe de Estado. Los riesgos son latentes y están entrelazados. Trump encabeza una ofensiva en América Latina con el pretexto de la guerra contra el narco.
“La ultraderecha toma el poder en varios países de la región con el beneplácito de Estados Unidos y el gran capital (el más reciente, Honduras). En México, donde los partidos aún juegan dentro del marco democrático, los ecos de la derecha extrema se vuelven más sonoros y seducen a las juventudes”.
López Obrador llamó a los mexicanos a respaldar a Sheinbaum.
La presidenta agradeció el espaldarazo, pero ha pedido tranquilidad, pues, ha indicado, los ominosos escenarios planteados por su antecesor no existen de momento.
“Lo de López Obrador no fue tanto un regreso a lo público, sino un asomo, un abrir el telón y sacar un poco el rostro, mirar del otro lado, ver y ser visto”, remata El País.
La presidenta Claudia Sheinbaum sigue en lo suyo, el ejercicio de poder y no va a ceder frente a la oposición, que llama de la “derecha”, y sus opositores al interior del propio Morena. Al tiempo.
Mañana estará en Puebla, Claudia Sheinbaum.
La presidenta de México formalizará la apertura del hospital San Alejandro del Seguro Social, después de ocho años que fue cerrado por daños en su estructura por el temblor del septiembre de 2017.
Asistirá a la Asamblea Anual del IMSS.
Quizá, no le informen de los contagios de enfermedades respiratorias del personal de San Alejandro de la última semana, la falta de equipo para funcionar al cien por ciento y de una farmacia que aún no logra cubrir el 100 por ciento de medicamentos.
Ella, cortará el listón.
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