Sentir ira o irritación es una emoción normal en todas las personas; sin embargo, si ese sentimiento se sale de control puede ser dañino para quienes nos rodean y para nuestro propio organismo. Ante ello, la psicología revela que técnicas simples de relajación como respirar profundamente o repetir palabras tranquilizadoras pueden ser de mucha ayuda para controlar el enojo.
La clave para lidiar con el enojo o la furia está en cómo respondemos a estas irritaciones emocionales, pues al final podemos aprender a controlarlas, detalla el Dr. William Orme, psicólogo del Hospital Houston Methodist, en Estados Unidos.
Sin importar si el enojo es reprimido o si genera una reacción, reconocer lo que se siente brinda la oportunidad de tomar una pausa para prestar atención a las señales de nuestro cuerpo, pues este sentimiento nos prepara físicamente para la batalla y nos pone en alerta máxima. Ante situaciones como esta, lo ideal es respirar profundamente, contar hasta diez o inhalar y exhalar para manejar la sensación y controlar el enojo.
Distraerse del origen de la molestia también sirve, pues al pausar se recupera la sensatez. Se puede beber agua, regar las plantas, salir a caminar o hacer cualquier otra cosa que calme la emoción inicial.
OTROS MÉTODOS PARA CONTROLAR EL ENOJO
La Asociación Estadounidense de Psicología, en tanto, contempla la reestructuración cognitiva como estrategia, lo cual no es otra cosa que cambiar la forma de pensar, pues cuando se está enojado se tiende a insultar, maldecir o hablar en términos agresivos que reflejan los pensamientos internos.
Además, ante una emoción fuerte las ideas tienden a magnificarse, por lo que se deben reemplazar estos pensamientos fatalistas por otros más razonables. Por ejemplo, en lugar de decir que algo es terrible y todo se ha arruinado, se puede recordar que, aunque el momento sea frustrante y molesto, no significa el fin del mundo.
Según el Dr. Orme, aprendemos mucho al observar cómo nuestros padres o las personas que nos rodean manejan el enojo, por lo que tomar responsabilidad de cómo se influye en el otro también es importante.
Al hablar de uno mismo o de otra persona se debe cuidar el uso de palabras de carácter definitivo, como “nunca” o “siempre”, pues son imprecisas y tienden a mostrar el enojo como justificado y sin resolución.
Además, distancian y humillan a las personas, lo que genera una situación de confrontación. Ser asertivos al momento de comunicar enojo es clave para que los otros estén dispuestos a trabajar para hallar una solución al problema que causó el disgusto.
EL ENOJO EXTREMO REQUIERE ATENCIÓN ESPECIALIZADA
A menudo, el enojo surge ante sensaciones de injusticia, cuando alguien no se siente valorado o considera que han violado su dignidad. Es normal sentirse lastimado y desilusionado, sin embargo, en lugar de reaccionar con exigencias desbordadas se deben buscar soluciones y usar una lógica fría.
Es importante recordarse a uno mismo que el mundo no está en nuestra contra y a veces se experimentan malos momentos en la vida cotidiana, pues tomar conciencia de esto ayuda a tener una perspectiva equilibrada.
Como el enojo se manifiesta en un espectro, es importante identificar en cuál nos encontramos. El extremo más bajo puede ser una ligera frustración, sentirse molesto o irritado. Mientras que el extremo más alto puede ser una furia incontrolable.
Aunque los métodos de relajación y reestructuración son efectivos en los espectros más bajos, existen casos ligados al extremo más alto en donde el enojo requiere asesorías externas, pues al ser una emoción que a menudo conduce a un estallido en contra de otras personas, puede dañar o destruir las relaciones interpersonales.
Cuando esto sucede, es decir, si comienza a costar amistades y debilita los lazos familiares, es necesario buscar ayuda. Asimismo, cuando el enojo no resuelto o explosivo conduce a mecanismos de afrontamiento peligrosos como el consumo de alcohol o el uso de drogas, es indispensable acudir con un profesional de inmediato. N