Tetiana Shpak, una de las desminadoras ucranianas, trabaja agachada en un campo del sur de Ucrania, que a pesar de su aspecto bucólico con flores de amapola, está plagado de explosivos. Hace solo unos años esto habría sido imposible. Su profesión, considerada demasiado peligrosa, estuvo prohibida a las mujeres hasta 2018.
“Nunca pensé que mi camino me llevaría hasta aquí”, admite esta exprofesora de matemáticas, de 51 años, tras una gruesa máscara protectora.
La invasión rusa de Ucrania, en febrero de 2022, cambió todo. Tras ayudar a construir fortificaciones para repeler a los soldados de Moscú y perder a su padre en un bombardeo, Shpak dice que sintió la necesidad de “ser útil”.
Como ella, cada vez son más las mujeres que se dedican a la retirada de minas, donde ya representan 30 por ciento de la mano de obra, según el gobierno. La dinámica es similar para otros oficios tradicionalmente asociados a los hombres, donde la mano de obra se ha visto mermada por la movilización militar y la migración. Las autoridades saben que el territorio está lleno de explosivos y esperan atraer a más mujeres aún.
“Al inicio mi familia estaba en contra”, dice Shpak, que trabaja desde hace un año para la organización Halo Trust en Snigurivka, en la región meridional de Mykolaiv.
Sin embargo, la artificiera asegura que su trabajo es seguro. Ella localiza las minas, pero otros servicios las detonan. Incluso convenció a su hija, que ahora dice que “quiere intentar algo parecido cuando sea mayor”.
LAS DESMINADORAS UCRANIANAS SON MÁS ATENTAS AL TRABAJO
“Las mujeres son más atentas, tienen más cuidado”, asegura Valeria Ponomareva, de 23 años y que ya dirige un equipo de desminadoras. Esta antigua peluquera no se arrepiente de su giro profesional. “Mi madre estaba choqueada”, recuerda.
Entre las desminadoras hay una exbailarina, una química que trabajaba en la producción de vino espumoso y una dentista, indica Halo Trust. Ponomareva es originaria de la región de Donetsk, una de las que más minas tienen, en el este de la exrepública soviética. La zona es escenario de una guerra desde 2014, en ese entonces contra los separatistas prorrusos.
Snigurivka, donde ahora trabaja, fue ocupada por el ejército ruso, que colocó minas. Pero las tropas ucranianas también las han usado en los combates.
Las condiciones de las desminadoras no son fáciles. La labor requiere cierto método, paciencia y estar dispuesto a trabajar al aire libre haga el tiempo que haga. Algunos reclutas “trabajan uno o dos días, se dan cuenta de que no es para ellos y se van”, señala Oleksandr Ponomarenko, que supervisa los equipos. No es fácil conseguir gente, admite.
De momento, las mujeres constituyen algo menos de la mitad de sus efectivos. Ponomarenko espera que su número aumente. Algunas están casadas con soldados y “también querrían servir, pero entienden que este trabajo es más seguro”, sostiene.
“¿QUIÉN MÁS QUE NOSOTRAS PUEDE HACERLO?”
La tarea es titánica. Un grupo de siete personas puede desminar de 80 a 100 metros cuadrados al día. Para este campo de Snigurivka, de unos 35,000 metros cuadrados, aún se necesitará al menos un año de trabajo, calcula Ponomarenko.
Es probable que el desminado de Ucrania lleve décadas. Sobre todo teniendo en cuenta que el conflicto no ha terminado. A unos kilómetros de ahí, en el pueblo de Vasylivka, un equipo logró desminar el terreno de Mykola Murai, un agricultor de 60 años.
“Todo estaba cubierto de minas”, recuerda el hombre, que se dijo “sorprendido” al ver que el trabajo lo realizaban mujeres. Ahora, “incluso creo que trabajan mejor que los hombres”, añade.
Iryna Nomerovska, una economista que dirige un equipo que analiza los terrenos, admite que “la gente no acepta realmente que mujeres jóvenes trabajen en el desminado. Piensan que es un poco raro”.
Pero,”¿quién más que nosotras puede hacerlo?”, pregunta. N
(Con información de AFP)