En el mes de junio se llevará acabo la elección más grande de la historia de México. A lo largo de las últimas décadas se han modificado diversas leyes para convertir algunas de las elecciones estatales y municipales concurrentes con la federal. Lo anterior deviene en la disputa este 2 de junio por 19,000 cargos en los que se incluyen las gubernaturas de Chiapas, Ciudad de México, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Puebla, Tabasco, Veracruz y Yucatán, al igual que 128 senadores y 500 diputados federales, así como la Presidencia de la República.
Este 2 de junio entramos a este histórico proceso con un enorme desprestigio de los partidos políticos, incapaces de sacudirse la corrupción que los consume y con su desapego de las causas de la sociedad, en especial de los jóvenes y las mujeres. Al mismo tiempo existe el clamor ciudadano por nuevas opciones de participación; empero, el andamiaje legal electoral es producto del acuerdo cupular entre ellos, quienes se aseguraron de que todo empiece y termine a través de los partidos.
Así, mientras la sociedad toma las calles como en ninguna otra época de México buscando ir hacia adelante, los partidos tradicionales siguen anclados a las mañas del pasado, repartiendo cotos de poder, impidiendo el avance de sectores clave como la juventud y desconectados de lo que realmente le interesa a la población. La estridente explosión de las redes sociales ha logrado que la información veraz y no veraz fluya con tal fuerza y velocidad que quienes saben hacer uso de la verdad y la mentira sin distinción son quienes tienen mejores posibilidades de atraer votantes.
CRECE LA OLA ANTIDEMOCRÁTICA QUE AQUEJA A LAS DEMOCRACIAS OCCIDENTALES
Las redes permiten que circulen demandas sociales tan diversas que a los partidos y gobernantes tradicionales les es imposible atender cada una de ellas, por lo que recurren a los discursos generales y soluciones fáciles que nunca podrán cumplir para allegarse de copiosas sumas de simpatizantes en un proceso que podemos llamar de neopopulismo. Estamos entonces en la era de la posverdad y las noticias falsas bajo las cuales surgen decenas de liderazgos que ofrecen a cada elector lo que quiere escuchar sin que al final del día se llegue a nada.
En ello estamos cuando crece la ola antidemocrática que aqueja a las democracias occidentales. En efecto, el elegir de manera periódica a las autoridades bajo el voto libre y secreto, permitiendo la participación electoral de todos los mayores de edad, incluidos religiosos y reos, con plena libertad de expresión, cátedra, culto y asociación, con equilibrio entre los tres poderes del Estado, se ha puesto en riesgo en muchos de los países democráticos en Occidente.
El caso más emblemático fue Estados Unidos cuando el expresidente Donald Trump ganó la presidencia con las mismas reglas que le impidieron la reelección: reconoció el sistema democrático cuando le convino y lo desconoció cuando perdió. Este fenómeno, al que los estudiosos de la política llaman democracia iliberal, se ha repetido en países como Turquía, Brasil, Bolivia y Perú.
PARTIDOS POLÍTICOS HEDIONDOS DE CORRUPCIÓN E INCOMPETENCIA ASISTEN A LAS ELECCIONES DEL 2 DE JUNIO
La democracia iliberal es aquel proceso a través del cual un grupo gobernante llega al poder con las reglas y características descritas de la democracia occidental y, una vez en el poder, desconocen esas mismas reglas para buscar cambiarlas con el único objetivo de acumular y perpetuar el poder.
Bajo esta lógica asistimos este 2 de junio al proceso electoral más grande en la historia de México, con partidos políticos hediondos de corrupción e incompetencia, y bajo la amenaza global de suprimir los principios democráticos más elementales de la democracia. Al mismo tiempo, hemos visto con alegría a decenas de miles de personas saliendo a las calles no movilizadas por el régimen, sino por su propia motivación, para defender causas como la lucha en contra de los feminicidios y la violencia hacia las mujeres, la defensa del INE y la Suprema Corte o la búsqueda de personas desaparecidas.
AL FINAL DE LAS ELECCIONES DEL 2 DE JUNIO HABREMOS GANADO TODOS
También nos encontramos en medio de un proceso de cambio, en el que está participando la sociedad, entre un modelo económico de desarrollo sustentado en el libre comercio y el liberalismo, generalmente llamado neoliberalismo, y un modelo económico fundamentado en la rectoría del Estado, su prevalencia en el manejo de sectores como el energético y una profunda orientación del gasto para apoyo directo de clases bajas. Los electores estarán en posibilidades de escoger entre uno u otro.
Aunque la democracia mexicana, que comenzó apenas en el año 1997, esté sujeta como todas al latente riesgo de la ola antidemocrática iliberal y exista una pugna considerablemente fuerte por el modelo de desarrollo que propone uno y otro lado, en la jornada electoral las cosas saldrán correctamente, con una alta participación ciudadana que sin duda rebasará el promedio de 62 por ciento, con un mejor ponderado equilibrio entre las propuestas al alcance, lo que va a derivar en mantener las condiciones suficientes para alcanzar la gobernabilidad que requiere el país hacia adelante.
La joven democracia y, sobre todo, la sociedad ha cambiado notablemente, por lo que al final de las elecciones habremos ganado todos. N
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Carlos Alberto Martínez Castillo tiene doctorados en Desarrollo Económico, Derecho y Filosofía, los tres con mención summa cum laude. Es profesor en la UP y la Ibero. Ha colaborado en el Banco de México, la Secretaría de Hacienda y la Presidencia de la República. También fue ministro de Asuntos Económicos de la Embajada de México en Estados Unidos. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.