Los humanos somos bastante buenos para orientarnos espacialmente: podemos encontrar el camino a casa, recordar paseos por nuestras ciudades y parques favoritos o recorrer confusos bloques de oficinas. Pero, ¿qué sucede en nuestro cerebro cuando utilizamos nuestra brújula neuronal?
Las capacidades de navegación espacial de varios animales se han estudiado ampliamente, pero se sabe mucho menos sobre nuestra propia “brújula neuronal”. Sin embargo, comprender esta red de neuronas podría tener implicaciones importantes para nuestra comprensión de enfermedades como el párkinson y el alzhéimer, en las que la navegación y la orientación a menudo se ven afectadas.
“Saber hacia dónde te diriges es bastante importante”, dijo en un comunicado Benjamin Griffiths, investigador de la Universidad de Birmingham, en el Reino Unido. “Incluso los pequeños errores al estimar dónde se encuentra uno y a qué dirección se dirige pueden ser desastrosos”, continuó.
“Sabemos que algunos animales como pájaros, ratas y murciélagos tienen circuitos neuronales que los mantienen ubicados, pero sabemos sorprendentemente poco sobre cómo el cerebro humano maneja esto en el mundo real”, añadió el especialista.
En un nuevo estudio, publicado en la revista digital Nature Human Behavior, Griffiths y sus colegas de la Universidad de Birmingham y de la Universidad Ludwig Maximilian de Múnich, se propusieron estudiar esta brújula neuronal humana mediante la realización de una serie de experimentos de seguimiento de movimiento.
¿CÓMO SE DESCUBRIÓ LA BRÚJULA NEURONAL?
En el estudio participaron 52 personas sanas a quienes se les pidió que movieran la cabeza para orientarse según las señales en diferentes monitores de computadora mientras usaban un monitor EEG (electroencefalograma) en el cuero cabelludo para rastrear su actividad cerebral.
En un experimento separado, los investigadores reclutaron a diez voluntarios que ya estaban bajo monitoreo con electrodos intracraneales para afecciones como la epilepsia. Nuevamente, se pidió a los participantes que movieran la cabeza, o a veces solo los ojos, mientras se monitoreaban sus señales cerebrales.
Después de tomar en cuenta cualquier factor que pudiera confundir, como el movimiento muscular, el equipo pudo identificar una señal direccional finamente sintonizada que apareció justo antes de los cambios físicos en la dirección de la cabeza entre los participantes.
Los investigadores creen que esto indica una “brújula neuronal” interna que el cerebro utiliza para orientarse en el espacio y navegar a través de un entorno.
“Aislar estas señales nos permite centrarnos realmente en cómo el cerebro procesa la información de navegación y cómo estas señales funcionan junto con otras, como los puntos de referencia visuales”, dijo Griffiths.
“Nuestro enfoque abre nuevas vías para explorar estas características, con implicaciones para la investigación de enfermedades neurodegenerativas e incluso para mejorar las tecnologías de navegación en robótica e inteligencia artificial”, concluyó. N
(Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek)