A pesar de lo que suele afirmarse en psicoterapia parece que, después de todo, suprimir los pensamientos negativos no resulta del todo malo para la salud mental. De hecho, suprimir tales pensamientos puede mejorar el estado mental en vez de influir negativamente en el bienestar.
Al menos eso es lo que afirma una nueva investigación publicada el pasado 20 de septiembre en la revista Science Advances. “Comparada con las evaluaciones personales obtenidas antes de iniciar el entrenamiento, la salud mental de los participantes mejoró de manera significativa. [Los voluntarios] manifestaron experimentar menos preocupación, menos depresión, menos afecto negativo y más bienestar”, asegura el Dr. Michael Anderson, profesor de neurociencia cognitiva y conductual en la Universidad de Cambridge, y uno de los coautores del estudio.
Aun así, otros expertos cuestionan los hallazgos del estudio. Integrantes del Consejo de Investigaciones Médicas (MRC, por sus siglas en inglés) y de la Unidad de Ciencias del Cerebro, ambos de la Universidad de Cambridge, los investigadores entrenaron a 120 voluntarios de 16 países para que suprimieran los pensamientos sobre los eventos negativos que les preocupaban.
“Para empezar, pedimos a los sujetos que enumeraran sus temores o las preocupaciones que tenían, así como los eventos futuros, tanto positivos como ‘neutrales’ [por ejemplo, una cita con el oftalmólogo]. A continuación, pedimos que dieran un título a cada uno de esos eventos”, detalla Anderson.
TRABAJAR CON LOS PENSAMIENTOS NEGATIVOS
Por ejemplo: una participante reveló que su temor era que sus padres, ya ancianos, contrajeran covid y hubiera que hospitalizarlos para conectarlos a un ventilador. En ese caso específico, el temor llevó el título de “hospital”, y los investigadores le pidieron que condensara los detalles del evento en términos más simples, como “respiración” o “covid”.
“Una vez que nos contaron más sobre los temores que les causaban angustia, trabajamos con ellos durante tres días para que aprendieran a suprimir sus temores y practicaran (de hecho, bajo condiciones controladas, algunos voluntarios aprendieron también a suprimir los eventos considerados neutrales)”, prosigue Anderson.
“La técnica de supresión consiste en trabajar con una sola palabra que aparece proyectada en el centro de una pantalla (dicha palabra representa los títulos asignados a cada participante). Si el término se muestra en letras verdes, lo que el voluntario debe hacer es pensar en el evento e ‘imaginarlo’. Pero si la palabra aparece en rojo, hay que poner toda la atención en el título y ‘reconocer’ el evento.
“Ahora bien, después de reconocerlo, es necesario interrumpir todos los pensamientos que puedan surgir en respuesta al recordatorio del evento; es decir, suprimir los pensamientos. A tal fin, hay que evitar toda imagen o pensamiento de cualquier tipo, aunque sea momentáneo; mantener la atención en el recordatorio; y luego confrontarlo, impidiendo que los pensamientos que puedan asaltarnos nos ‘conduzcan al evento. En el estudio, denominamos esta última prueba como ensayo de ‘no imaginación’”, detalla el investigador.
APRENDER A NO PENSAR EN LOS TEMORES
Los autores agregan que las pruebas de “imaginar” siempre trataron de cosas neutrales o positivas, mientras que los ensayos de “no imaginación” consistieron en temores o eventos neutrales.
Los voluntarios aprendieron a no pensar en sus temores durante los tres días que duró el estudio y, al final, manifestaron mejorías en su capacidad para suprimir esos temores.
“Durante el primer día, los participantes no lograron suprimir [los temores], no obstante, llegado el tercer día, la tasa de éxito fue muy alta. Según ellos mismos informaron, casi todos lograron suprimirlos”, asegura Anderson.
A partir de entonces, los investigadores se dieron cuenta de que los voluntarios no solo se habían vuelto más diestros para bloquear los pensamientos negativos o que les causaban temor, sino que también experimentaban mejoras importantes en su salud mental, incluidas menos preocupación y menos depresión.
“Es importante destacar que el efecto fue significativamente mayor en individuos que suprimieron sus temores, comparados con el grupo de control que recibió el mismo entrenamiento en supresión, pero solo aprendió a suprimir los eventos neutrales”, añade el científico.
“Es más, los beneficios de salud mental persistieron durante tres meses, sobre todo en lo relacionado con la depresión. Creemos que esos beneficios se debieron a que la supresión alteró el recuerdo de sus temores, volviéndolos menos vívidos, menos perturbadores”.
Por otra parte, los investigadores descubrieron que 82 por ciento de los participantes que aparentaban sufrir de estrés postraumático secundario a la pandemia refirió una reducción de la ansiedad, y que 62 por ciento manifestó mejoras en su estado de ánimo.
SERIAS DUDAS SOBRE LOS RESULTADOS
Con todo, otros expertos tienen serias dudas de los resultados. La Dra. Rebecca Price, profesora de psiquiatría y psicología en la Universidad de Pittsburgh, dice a Newsweekque el comunicado de prensa que acompañó la divulgación del artículo es “ridículo, en términos de lo mucho que exagera las conclusiones a las que llega un estudio aislado que se llevó a cabo con 120 voluntarios mayormente sanos”.
Los hallazgos de la investigación reflejan la teoría de Sigmund Freud acerca de que las personas poseen una conciencia y un subconsciente que les permiten suprimir la información innecesaria.
“Pongamos un ejemplo: hoy día se habla mucho de la crisis ambiental, pero suprimimos buena parte de la información”, explica el Dr. Mike Musker, investigador en depresión y salud mental de la Universidad de Australia del Sur.
“Pese a ello —continúa—, el cerebro lo capta todo, pero solo filtra la información que queremos oír. Lo mismo sucede con los recuerdos y la información recuperada: es un proceso ordenado que reduce el ‘ruido ambiental’ y, en consecuencia, también reduce el ‘ruido’ de nuestros pensamientos. El problema es que, a veces, este mecanismo se ve afectado por nuestra ansiedad o nuestro estado de ánimo”.
¿SUPRIMIR LOS PENSAMIENTOS NEGATIVOS EMPEORA LA SALUD MENTAL?
Antes se pensaba que suprimir los pensamientos empeoraba la salud mental; por ejemplo, acentuando la ansiedad. “Se ha propuesto que la supresión activa de los pensamientos puede repercutir en el organismo a través de un sistema denominado ‘eje hipotalámico pituitario suprarrenal’, el cual eleva nuestros niveles de cortisol. Podemos ver esto en, por ejemplo, los prestadores de servicios de emergencia, quienes aprenden a suprimir sus emociones todo el tiempo; cosa que, como se ha demostrado, tiene consecuencias a largo plazo para la salud física y mental”, prosigue Musker.
“Hubo una época en la que se insistió en la importancia de una intervención inmediata después de un acontecimiento traumático, pero resultó que relatar lo ocurrido ocasionaba que algunas personas empeoraran; es decir, hablar del asunto agravaba el trauma de la experiencia”, recuerda el experto en salud mental.
Aunque el estudio reciente parece cuestionar esa creencia, es bien sabido que algunos problemas de salud mental impiden que las personas repriman los pensamientos.
“Es difícil suprimir pensamientos cuando sufres de trastorno de ansiedad (incluido el trastorno de estrés postraumático), trastorno depresivo mayor y trastorno obsesivo compulsivo, ya que estos problemas suelen tratarse con medicación combinada con psicoterapia. Por sí solas, las técnicas psicológicas no funcionan en estos pacientes, sobre todo en casos moderados a graves”, afirma Musker.
“El artículo me parece interesante, pero se refiere a un estudio muy pequeño que requiere de más investigación. Con todo, cuestiona el dogma de que es necesario hablar y ventilar los traumas para reducir su intensidad o superarlos”, concluye Musker.
CONFIANZA EN LOS RESULTADOS
Pese a los cuestionamientos de otros expertos, Anderson tiene confianza en los resultados de su estudio, ya que muchos de los participantes hallaron que la técnica les resultó de tanta ayuda que siguieron practicándola incluso después de concluir el estudio.
“No pedimos [a los participantes] que siguieran usando la supresión durante los tres meses de intervalo previos a iniciar el seguimiento. A pesar de ello, 82 por ciento de los voluntarios siguió utilizando la supresión y casi todos la aplicaron a nuevos temores o pensamientos negativos que no formaron parte del entrenamiento original”, enfatiza Anderson. “Eso es prueba de que la supresión les pareció útil y valiosa”.
Una participante incluso enseñó la técnica de supresión de pensamientos tanto a su hija como a su propia madre. “Nos dijo que [nuestro] estudio llegó justo en el momento en que más lo necesitaba, porque tenía muchos pensamientos negativos, muchas preocupaciones y mucha angustia por el futuro, y la técnica realmente la ayudó”, escribió en un comunicado Zulkayda Mamat, candidata doctoral en el laboratorio de Anderson en la Universidad de Cambridge.
“Me conmovió profundamente. ¡Hasta se me puso la piel de gallina! Le dije: ‘Si [la técnica] te benefició de alguna manera, ¡no me importa que todos los demás hayan odiado el experimento!’”. N
(Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek)