La tierra perdió áreas de selvas tropicales vírgenes, equivalentes a un campo de futbol cada 5 segundos en 2022, y más de la mitad de esa destrucción ocurrió en Brasil y Bolivia, según un estudio publicado este martes 27 de junio.
El área total quemada o talada, más de 41,000 kilómetros cuadrados, equivale a la superficie de Suiza o Países Bajos. El estudio del Instituto de Recursos Mundiales (WRI) precisa que se trata de árboles utóctonos y maduros, ya que la cifra supone un incremento del 10 por ciento respecto al año anterior.
Elaborado a partir de imágenes satelitales, el informe destaca la situación en la cuenca amazónica. Las pérdidas en Brasil representaron el 43 por ciento del total, y en Bolivia, el 9 por ciento. República Democrática del Congo perdió el 13 por ciento. En el caso de Brasil, la deforestación aumentó 15 por ciento en 2022 respecto al año anterior.
El gobierno conservador de Jair Bolsonaro fue muy criticado por los ecologistas en los últimos cuatro años por sus políticas medioambientales. Su sucesor, el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, prometió hacer de la defensa de la Amazonia uno de sus ejes. Los defensores del desarrollo económico del gigante sudamericano aducen que buena parte de esa deforestación ocurre en tierras privadas.
Los científicos advierten que si la cuenca amazónica se transformara en sabana, es decir, en una superficie sin árboles, se desconoce las consecuencias para el planeta. La Amazonia retiene en sus selvas unas 90,000 toneladas de CO2, lo que representa dos veces las emisiones anuales mundiales.
PRODUCCIÓN DE CACAO Y EXTRACCIÓN DE ORO, PRINCIPALES CAUSAS DE LA QUEMA DE SELVAS TROPICALES
En el caso de Bolivia, la pérdida de selva tropical fue equivalente a unos 4,000 kilómetros cuadrados, un incremento del 32 por ciento respecto a 2021. “La mayor parte de la pérdida ocurrió dentro de las áreas protegidas, que cubren las últimas regiones de bosque primario en el país”, explica el informe.
La producción de cacao, la extracción de oro y los incendios fueron los principales causantes de esa quema o tala. El WRI, basado en Washington, dispone de su plataforma de información satelital dedicada al control de la deforestación, Global Forest Watch (GFW).
“Estamos perdiendo una de nuestras herramientas más eficaces para combatir el cambio climático, proteger la biodiversidad y proteger la salud y los medios de subsistencia de millones de personas”, declaró a la prensa Mikaela Weisse, directora de GFW.
Los bosques tropicales destruidos el año pasado liberaron 2,700 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera, equivalente a las emisiones de combustibles fósiles de India, la nación más poblada del mundo, según GFW. El 2022 fue el cuarto año más devastador para los bosques primarios en dos décadas.
“Desde el cambio de siglo, hemos visto una hemorragia en algunos de los ecosistemas forestales más importantes del mundo, a pesar de años de esfuerzos para revertir esa tendencia”, advirtió Weisse.
LA AGRICULTURA DE SUBSISTENCIA COMO PRINCIPAL MOTOR DE DEFORESTACIÓN EN LA TIERRA
A nivel mundial, la vegetación y el suelo han absorbido regularmente alrededor del 30 por ciento de la contaminación por CO2 desde 1960, pero estas emisiones han aumentado en la mitad.
“Detener y revertir la pérdida de bosques es una de las opciones de mitigación más rentables que tenemos disponibles hoy en día”, dijo Frances Seymour, principal investigadora de WRI sobre los bosques.
La situación en República Democrática del Congo, uno de los países más pobres del planeta, ilustra la complejidad de la lucha. Los principales motores de la deforestación son la agricultura de subsistencia y la producción a pequeña escala de carbón vegetal. Más del 80 por ciento de la población no tiene acceso al suministro de electricidad.
El gobierno ha subastado recientemente permisos de exploración de petróleo y gas, y ha indicado que levantaría una moratoria sobre nuevas concesiones madereras.
En la lista de los diez países que más selva han perdido también están Indonesia (5 por ciento), Perú (3.9 por ciento), Colombia (3.1 por ciento), Laos (2.3 por ciento), Camerún (1.9 por ciento), Papúa Nueva Guinea (1.8 por ciento) y Malasia (1.7 por ciento). El resto del mundo combinado representó poco menos del 15 por ciento de los bosques perdidos en 2022. N