La diplomacia multilateral amplia en la que las decisiones fundamentales de política internacional sean tomadas en foros en los que participen un importante número de países del sistema internacional parece perder vigencia cada vez más. Y, en su lugar, las reuniones de pequeños grupos toman la batuta, así lo evidencia la reciente reunión del G7 presidida por Japón y celebrada en Hiroshima.
Del 19 al 21 de mayo, durante ocho sesiones de trabajo, los representantes de los siete países miembros (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido) junto con los representantes de la Unión Europea y de países especiales invitados como Australia, Brasil, las islas Comoras, Las islas Cook, India, Indonesia, Corea del Sur y Vietnam, abordaron diversos temas: alimentación, sanidad, desarrollo, clima, energía, medioambiente, desarme y no proliferación de armas nucleares, así como problemáticas de carácter económico y de seguridad.
No obstante, el tema que dominó las sesiones, particularmente el último día de reunión y al que la prensa internacional ha dedicado más espacio, fue la agresión de Rusia contra Ucrania y el decidido apoyo de los miembros del G7 al presidente Volodímir Zelenski.
Hoy ya nadie quiere hablar de que Rusia fue miembro de este grupo a partir de la invitación que se le hizo en 1997, cuando se llevó a cabo el G7+1, momento a partir del que Rusia asistió por primera vez en calidad de socio. Sin embargo, no fue sino hasta 2002, en la cumbre celebrada en Canadá, cuando Rusia entró como miembro de pleno derecho, constituyéndose el G8.
RUSIA EXCLUIDA
No obstante, a partir de marzo de 2014, los miembros del G7 decidieron excluir a Rusia de este club como resultado de la crisis de Crimea que podríamos llamar el primer capítulo de la guerra en Ucrania que al día de hoy permanece activa.
Rusia no solo ha sido excluida, sino este mismo G7 ha abanderado las sanciones contra el Kremlin desde el inicio de las hostilidades, las cuales, según se anunció en Japón, se agudizarán.
El último día de la cumbre en Hiroshima los líderes del G7 no dudaron en refrendar su total y decidido apoyo a Zelenski, comprometiéndose a ampliar las sanciones contra Rusia en distintos rubros y continuar con el apoyo militar a Kiev con equipo e insumos.
Por su parte, Joe Biden ofreció un paquete de ayuda militar adicional de 375 millones de dólares, que se suma a la llegada de los aviones de combate F16. Esta entrega de armas sofisticadas por parte de Estados Unidos viene a completar la decisión de Alemania y sus socios europeos de proveer los tanques de última generación Leopard. A estos apoyos se agregaron declaratorias de posicionamiento político como la de abordar la crisis de manera unificada y establecer acciones conjuntas respecto a China y Rusia.
Al lado de la crisis ruso-ucraniana, la incorporación del tema chino en sus sesiones y lo que llamaron la “amplia gama de preocupaciones respecto de Pekín” abre un escenario delicado en el endeble y ya fracturado equilibrio mundial y la seguridad internacional.
EL G7 CONTRA CHINA
En los debates en torno a la no proliferación de armas nucleares se dio especial énfasis a la acumulación acelerada del arsenal nuclear chino que, a decir de los líderes occidentales, representa una preocupación para la estabilidad mundial y regional. Además, anunciaron nuevos mecanismos para frenar la llamada coacción económica que ejerce China sobre otros países tanto del norte desarrollado como del llamado sur global.
Si bien China se ha negado a condenar la invasión de Rusia a Ucrania, tampoco ha establecido un apoyo abierto e incondicional a Moscú. Pekín han desplegado una diplomacia multilateral propaz sumamente hábil. Sin embargo, la posición del G7 y su insistente petición hacia China de presionar a Moscú para que detenga su agresión militar y retire de manera completa e incondicional sus tropas de Ucrania no hacen sino empujar de una manera más contundente a China a favor de Rusia, ya que, al lado de estas demandas, el G7 también lanzó una petición contra China para resolver de manera urgente la situación con Taiwán por la crisis que se vive en su estrecho.
Tal parece que los miembros del G7 están tensando más y más la situación, cerrando cualquier vía a una salida diplomática y, por el contrario, afianzando la opción militar.
UNA NUEVA BIPOLARIDAD
Por su parte, también el ministro ruso de exteriores, Sergey Lavrov, criticó la cumbre de Hiroshima, ya que los acusa de buscar aislar a China y a Rusia, pues no hay ningún indicio de proponer alternativas no militares y que lo único que esperan es la derrota total rusa en el campo de batalla.
Esta reunión del G7 confirma que el multilateralismo como medio para la solución de las controversias no tiene cabida hoy en los asuntos mundiales, ya que se está promoviendo una diplomacia en la que siete países, las más grandes economías del mundo, excluyendo a China, deciden el rumbo de la política mundial y tratan de fracturar las alianzas promovidas por China vía los BRICS, con India y Brasil, al haber sido invitados a esta cumbre y conminados a apoyar a Ucrania.
Mención especial merece Lula, quien no aceptó reunirse con Zelenski, no así el líder de India. Los pasos hacia una nueva bipolaridad avanzan: por un lado, el G7 y, por otro, China y Rusia con sus respectivos aliados. N
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Luz Araceli González Uresti es profesora investigadora de Relaciones Internacionales de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno del Tec de Monterrey. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad de la autora.