Svitlana Povar sabía que su esposo no estaría de acuerdo cuando se alistó en el ejército de Ucrania y partió a la región de Donetsk, donde se registran los combates más sangrientos contra las fuerzas rusas.
La pareja, con unos 20 años juntos, llegó a un acuerdo cuando el Kremlin invadió su país en febrero de 2022. Ella estaría alejada del frente para cuidar a su hijo adolescente y él combatiría para que el menor pudiera un día vivir en paz. Pero cuando Svitlana, de 42 años, se enteró en septiembre de que su esposo había muerto en combate, ya no se sintió atada al pacto.
La mujer afirmó a la AFP que su esposo, Semen, quien tenía 38 años cuando murió cerca de Vugledar, habría terminado aceptando su decisión. “Hay momentos en que siento que alguien me vigila. Me digo que él está conmigo, que me ayuda”, dijo acerca de su experiencia de ser enviada cerca de la ciudad Bajmut, en el este del país y epicentro de sangrientos combates.
MÁS DE 40,000 MUJERES EN LAS FUERZAS ARMADAS DE UCRANIA
La muerte de Semen y el alistamiento de Svitlana revelan el costo que tiene el combate para los ucranianos y el esfuerzo que hacen las mujeres por apoyar la campaña militar, incluso a riesgo de dejar a sus hijos huérfanos. Ganna Malyar, viceministra ucraniana de Defensa, dice que hay 42,000 mujeres en las fuerzas armadas, 5,000 de ellas en la línea de frente.
Svitlana contuvo las lágrimas al describir a su esposo como un hombre fuera de lo común, que en su primera cita bromeó con que se iban a casar. La intención de combatir la invasión rusa no nació de un deseo de venganza, sino de la necesidad de terminar lo que él inició.
“Mi esposo decía que debemos transmitir nuestra fe en Dios, el amor a la patria, el don de la misericordia, no la guerra. Debemos terminarla nosotros, no nuestros hijos”, declaró.
Pero Svitlana no le contó a su hijo que iría a Donetsk, la región donde murió su esposo, un francotirador. No sabía cómo decirle. El menor se enteró mientras estudiaba en Polonia, y desde entonces ha intentado discutir con ella sobre qué hacer si su madre muere en combate, como ocurrió con su padre.
“Cuando él comienza, tal vez estoy equivocada, corto la conversación y le digo que todo estará bien y punto”. Yevgeniya Kolesnichenko, del devastado poblado de Avdiivka, en Donetsk, decidió en el funeral de su esposo que haría realidad su deseo de ser médica de guerra.
La mujer de 34 años estaba en Polonia con su hija de 13 años y sus gemelos de 10 cuando la llamaron para informarle de la muerte de su esposo en Bajmut, en noviembre. “Cuando murió me di cuenta de que alguien debía asumir su causa”, dijo a AFP, aún sabiendo que él no iba a querer que ella se acercara a los combates.
“La gente que ahora no está combatiendo también debería, poco a poco, prepararse para la guerra. Tarde o temprano la mayoría estaremos involucrados”, expresó la mujer, que en diciembre recibió capacitación como médica de combate.
“PODRÍA MORIR, TAMBIÉN SERÍA MI SACRIFICIO”
“Yo sé que las heridas (de su esposo) no le habrían permitido sobrevivir, pero ahora hago lo posible para salvar a otros héroes”, declaró en Karlivka, cerca de la línea de combate en Donetsk.
“Trabajo con el mantra de que regresen a casa tantos esposos e hijos como sea posible. Siempre pienso que hay alguien esperando”. Antes de la guerra, Yevgeniya tenía su propio negocio de diseño de bordado y estampados. Ahora trabaja junto a dos mujeres ucranianas que perdieron a sus esposos en la invasión rusa y conoce a varias otras que, como Svitlana, se encuentran en el frente.
“Algunas se han visto tan afectadas por la muerte de sus maridos que se unieron al ejército en una función u otra”, explicó.
Yevgeniya tiene claro que podría morir e hizo arreglos con amigos para que cuiden a sus hijos si llegase a ocurrir. Todavía lucha por aceptar la pérdida de su esposo. “Si lo miras desde un punto de vista emocional, probablemente nadie está dispuesto a pagar este precio”, dice sobre la muerte de su marido. Pero tras una pausa, con el eco de las bombas en el fondo, recuerda que el destino del país está en juego.
“Por eso estoy aquí, y podría morir también, sería mi sacrificio”, afirma. N