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México entre la espada de Trump y el veneno de la narcopolítica

Publicado el 4 de agosto, 2025
México entre la espada de Trump y el veneno de la narcopolítica
Fernando Scütte Elguero Columnista Newsweek Baja California

 

 

 

Opinión por:

Fernando Schütte Elguero

La relación entre México y Estados Unidos atraviesa uno de sus momentos más tensos desde la firma del T-MEC. No se trata solo de aranceles o disputas aéreas, sino de una estrategia calculada por Washington para golpear donde más duele, mientras México lidia con una crisis interna marcada por la narcopolítica. La tormenta se concentra en dos frentes: el comercial, que Trump usa como palanca para imponer sus condiciones antes de la revisión del tratado en 2026, y el político, donde escándalos como el de Hernán Bermúdez Requena exhiben la fragilidad del sistema de seguridad nacional mexicano.

Desde febrero de 2025, la administración Trump impuso aranceles del 25% a prácticamente todas las importaciones mexicanas y canadienses, con el pretexto de frenar la inmigración ilegal y el flujo de fentanilo. Canadá respondió con medidas espejo, mientras México optó por una estrategia menos frontal: abrir mesas de diálogo y evitar represalias inmediatas, confiando en que el desgaste económico puede ser más costoso para ambas partes que para una sola. Sin embargo, la jugada de Trump ha sido precisa, con un nuevo frente inesperado: la aviación comercial.

Washington ha bloqueado nuevas rutas de aerolíneas mexicanas, exige anticipación en la presentación de horarios y amenaza con deshacer la alianza Delta-Aeroméxico, una sociedad estratégica que transporta más de 230 mil pasajeros y genera miles de empleos directos e indirectos. Sean Duffy, secretario de Transporte de Estados Unidos, ha señalado que México incumple el Acuerdo Bilateral Aéreo de 2015 y que estas restricciones se mantendrán mientras el gobierno de Sheinbaum insista en alterar la competencia justa.

Por su parte, la presidenta Claudia Sheinbaum argumenta que los cambios en el AICM y la promoción del AIFA son medidas técnicas para descongestionar aeropuertos y mejorar la seguridad, no un intento de cerrar el mercado aéreo estadounidense. No obstante, la presión es evidente. Canaero y Aeroméxico han advertido que las restricciones podrían costar millones en turismo y comercio bilateral, en un momento en que la economía mexicana depende de mantener abiertos estos flujos.

Pero el golpe aéreo no es aislado: forma parte de una estrategia de desgaste previa a la revisión del T-MEC. Trump no oculta su intención de renegociar con términos más duros. Quiere imponer reglas de origen más estrictas en la industria automotriz, elevar salarios en México para reducir la competitividad de las maquiladoras, y exigir garantías más sólidas para sus inversiones. Al mismo tiempo, busca limitar la influencia de empresas chinas que se han instalado en territorio mexicano como puerta de acceso al mercado estadounidense.

México, consciente de la trampa, intenta proyectar una imagen de socio responsable. Pero la narrativa internacional se ve empañada por los escándalos internos. El caso Bermúdez es el mejor ejemplo. Hernán Bermúdez Requena, exsecretario de Seguridad de Tabasco y figura cercana a Adán Augusto López, está prófugo tras ser acusado de vínculos con La Barredora, un grupo ligado al CJNG. La Fiscalía de Tabasco emitió una orden de aprehensión el 14 de febrero de 2025, e Interpol ha emitido una ficha roja, aunque todavía no aparece en su base pública.

Este escándalo recuerda al caso de Genaro García Luna y expone una verdad incómoda: la narcopolítica no es una anomalía, sino una estructura enquistada. Los Guacamaya Leaks ya habían advertido en 2022 que Bermúdez operaba como parte de redes criminales infiltradas en el Estado. Su nombramiento en 2019 por parte de Adán Augusto López ha desatado preguntas explosivas: ¿quién sabía de sus vínculos?, ¿por qué fue protegido durante tanto tiempo?, ¿hasta dónde llega la complicidad?

Luciana Wainer lo dijo sin titubeos: “Ya no es que haya autoridades y criminales, es que son la misma cosa”. Estas palabras resuenan en un país donde el poder político ha preferido mirar hacia otro lado. Sheinbaum, consciente del daño que este caso puede causar a su gobierno y a Morena, ha dicho que no se cubrirá a nadie. Pero la realidad es que el escándalo ya fractura a Morena, con facciones que buscan deslindarse para no hundirse con Adán Augusto, cuya carrera política se tambalea.

Y mientras México lucha por contener el fuego interno, Trump usa estos casos como armas retóricas. La narrativa es clara: un país debilitado por la corrupción y la violencia no puede ser considerado un socio confiable. Así, cada restricción aérea y cada nuevo arancel se presentan como medidas de protección para Estados Unidos, cuando en realidad forman parte de una guerra económica diseñada para someter a México en la mesa del T-MEC.

El reto para México es monumental. Si no controla sus crisis internas, llegará a 2026 en una posición negociadora débil. Y Trump, que entiende perfectamente cómo explotar las vulnerabilidades ajenas, no dudará en presionar hasta el límite. La cuestión no es solo comercial: se trata de un pulso de poder, donde la seguridad y la política interna se convierten en fichas de negociación.

Sheinbaum tiene poco margen de maniobra y menos margen de error. Necesita mostrar liderazgo, garantizar que el caso Bermúdez no quede impune y al mismo tiempo enviar señales de firmeza a Washington. De lo contrario, México no solo perderá terreno en las negociaciones del T-MEC, sino que quedará etiquetado como un socio con pies de barro, incapaz de enfrentar la corrupción que corroe sus instituciones.

Las próximas semanas serán decisivas. Cada arancel, cada amenaza aérea, cada revelación sobre la narcopolítica tendrá un impacto directo en la percepción internacional de México. Y esa percepción será un factor clave en 2026, cuando se definan las nuevas reglas del juego en Norteamérica.

Lo que está en disputa no es solo el comercio. Es el prestigio de un país que necesita demostrar que puede actuar con dignidad y firmeza en un escenario adverso. Si México logra limpiar su imagen interna y resistir la presión externa, podrá negociar el T-MEC en mejores condiciones. Si no lo hace, corre el riesgo de ceder soberanía económica y política a cambio de migajas.

La historia nos enseña que ningún país puede negociar desde la debilidad ni enfrentar el mundo con las rodillas en el suelo. Hoy México está entre la espada de Trump y el veneno de su propia corrupción. Si seguimos tolerando la narcopolítica y la impunidad, no habrá tratado, arancel o amenaza externa que podamos enfrentar con dignidad. Necesitamos un gobierno que no tema limpiar la casa y un liderazgo que entienda que el verdadero enemigo no siempre está en Washington, sino en las cloacas del poder interno.N

Analista político y consultor en seguridad.

@FSchutte

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