Le ahorro a usted las consideraciones respecto a la muerte de Luis Miguel Barbosa y la predecible reproducción ad nauseam de a qué hora comenzó a sentirse mal y a qué hora falleció. Prepárese para leer cientos de notas y boletines de prensa que lo repetirán incesantemente.
Adonde hay que profundizar en el tema es en la gobernabilidad y la seguridad interior de Puebla. No la seguridad pública, sino la interior. Si usted lo permite, vamos por puntos.
El control del tablero
En el entendido que el Congreso deberá nombrar al relevo, se dará lugar a que alguien tome el control momentáneo de la gubernatura. Habida cuenta que la persona que tomaría tal mando no tiene ni la menor idea del asunto y encima no es poblana, considere que alguien más operará desde las sombras.
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Esa persona que de por si ya operaba tras bambalinas será quien intente maniobrar para, al menos sostener un grupo que ahora mismo podría llamarse “Barbosismo”. El tema es inquietantemente parecido al pasado inmediato, del “Morenovallismo”. Es de entenderse la preparación de una prolongada égida de venganzas en Puebla.
Vacías las oficinas de la gobernabilidad en el estado, se aproxima un episodio brusco y severo, en el que nadie tendrá el poder y muchos, acaso, la responsabilidad.
El narco, sin referente
2022 será cerrado en Puebla con más de 500 ejecuciones cometidas por la delincuencia organizada, de las cuales más de 100 han tenido lugar en la capital de la entidad. Y ahora mismo, el huachicol otea y campea como principal actividad delictiva estatal, con el narcomenudeo como pegajoso aliado.
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Ni 2021 se le acerca a 2022, pese a que en el año pasado se dieron 420 ejecuciones en la entidad. Como lo he señalado largamente, CJNG tomó formal posesión de la entidad desde hace tiempo, tras una severísima mudanza de los controles criminales por parte de los Zetas.
La pregunta obligada es qué pasará con CJNG en el marco de una entidad adolorida por las ejecuciones, intoxicada por el huachicol y ahora, tras la embriaguez de un autoritarismo monolítico, enfrentará la debilidad que solo da la ausencia de un poder marcado y viscoso
A toda embriaguez autoritaria le sucede la debilidad sistémica y estructural, como consecuencia natural. Samuel Huntington lo vaticinó. De la barbarie y la enajenación nace la tibieza. Éste es un momento particularmente delicado, porque cualquiera arrebatará lo que considere suyo y se carecerá de potestades para impedirlo.
Los acuerdos
Es evidente que la delincuencia organizada no se va a acercar a quien tome el control discursivo, acaso simbólico del poder público estatal. Carece de relevancia ir a buscar a quien será olvidado apenas se le remueva de su escritorio.
El gran tema se manifestará en otra forma: ¿Quién va a hacer que los acuerdos se mantengan hasta 2024? ¿Con qué poderes se podrán sostener tales acuerdos? Peor aún, ¿los cárteles antagónicos a CJNG se van a quedar cruzados de brazos frente a la tentación de hacerse de un pedazo de territorio por sus fueros?
¿Qué cártel se acercará solícito a presentar sus servicios para 2024? E insisto: ¿Quién tendrá el poder para rubricar tales acuerdos? La respuesta tal vez sea exógena: esos acuerdos no se signarán en Puebla sino en el Centro Histórico de la Ciudad de México.
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Recuerde usted que el poder es autopoiésico, se regenera a sí mismo. Los cárteles, clanes y pandillas se moverán de nueva cuenta. Y en las prisiones de Durango, Chiapas y Oaxaca se escuchará el remover de cadenas que pretenden romperse.
La barbarie
En cuestión de semanas vendrán las vendettas contra los que irán empacando y dejarán el poder. Cuesta trabajo pensar en una operación cicatriz, porque no hay árbitro que siquiera tenga el talante para llamar a la mesa a los antagonistas.
Bajo el tabasqueño lema de “no me salgan con que la ley es la ley”, no pocos renunciarán a sus cargos antes de que siquiera llegue el Congreso a sesionar. Sabedores de sus vilezas, escaparán de la entidad pero no de su destino.
Puebla está a un paso de revivir lo que ocurrió tras la muerte de los Moreno Valle. A un respiro de estabilidad le sucedió el cataclismo de inventar culpas y culpables, con el propósito de mantener al respetable bajo la infalible fórmula del pan y circo. Ahora mismo se dará algo similar, porque de los dientes que rechinan nace la hora y el día del escarmiento.
De más está señalar que nada de lo anteriormente descrito le conviene a Puebla y a sus habitantes. Pero ese no es el tema sino el reacomodo para que 2024 tenga un gobernador disruptivo con el barbosismo y un alambicado que coadyuve al nuevo inquilino en Palacio de Gobierno en la federación.
Qué lejos estamos de la civilidad y qué cerca de la vileza. Puebla entrará ya mismo en un reciclaje de sus rencores y los triunfadores no serán sus ciudadanos sino aquellos que hagan de la tragedia, victoria. Tal y como sucedió un 24 de diciembre, años atrás.
*ARD