La visita del papa Francisco a partir de este domingo a Canadá, donde se espera que ofrezca disculpas a los pueblos indígenas por más de un siglo de abusos en las escuelas estatales dirigidas por la Iglesia, provoca esperanza, pero también cautela.
La AFP entrevistó a integrantes de comunidades indígenas: una artista, un jefe y un antiguo estudiante de uno de los internados donde los niños sufrieron la política de asimilación que los arrancó de sus familias, lenguaje y cultura.
El siguiente es un resumen de esas conversaciones.
“SENTIMIENTOS ENCONTRADOS” POR VISITA DEL PAPA FRANCISCO A CANADÁ
Cantautora y activista originaria de la comunidad inuk de Salluit, en el extremo norte, Elisapie Isaac se ha convertido en una voz para su pueblo.
“Tengo sentimientos encontrados sobre la llegada del papa”, dice la cantante de 45 años, quien recientemente apeló en las redes sociales al primer ministro de Quebec para que reconozca el “racismo sistémico” en esa provincia canadiense.
“Me digo a mí misma que debe ser bueno para los sobrevivientes sentir que hay acción, saber que algo se acerca. Pero también me digo que los devotos probablemente fueron los peores para los nativos”, afirma, para agregar que “es muy fácil” venir ahora a disculparse, décadas después del hecho.
“Aún sufrimos mucho por los traumas, que han pasado de generación en generación”, sostiene la artista, que ahora vive en Montreal y está encantada de ver que hoy la gente quiere aprender y comprender la historia indígena. La visita papal debe “poner de relieve a las personas que han sufrido… son quienes importan”.
Ya es hora de que instituciones como la Iglesia católica pongan de su parte, resalta, porque sino “es muy difícil salir adelante como sociedad y vivir juntos, sentir que hay equilibrio y armonía”.
“Creo que tuvimos un despertar y la gente está escuchando. Quieren comunicarse con nosotros y eso es una increíble bocanada de aire fresco. Casi nos cura. Ahora depende de las instituciones actuar”, puntualiza.
MARCA LA CULMINACIÓN DE UNA DÉCADA DE INSISTENCIA AL VATICANO
Wilton ‘Willie’ Littlechild celebró su 78 cumpleaños el 1 de abril de 2022, el mismo día que él y una delegación indígena se reunieron con Francisco en Roma, donde el pontífice se disculpó y prometió repetirlo en Canadá.
“No podría haber tenido un mejor regalo de cumpleaños”, dice Littlechild, quien pasó 14 años en uno de los internados, desde la edad de 6.
Para este abogado de derechos indígenas esto marca la culminación de una década de insistencia primero ante el papa Benedicto XVI y luego ante Francisco. Durante los viajes al Vaticano, les instó a venir a Canadá y disculparse, en persona, con su población indígena de más de 1,6 millones de personas, casi un tercio de los cuales se identifican como católicos romanos.
“Para sanar… necesitamos una disculpa”, declara a la AFP.
A lo largo de su vida, Littlechild trabajó incansablemente en favor de las comunidades aborígenes, incluso en Naciones Unidas, donde participó en la elaboración de la Declaración de la ONU sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas. Con un sombrero de vaquero y una camisa adornada con imágenes de lobos y amuletos atrapasueños, el hombre asegura que sobrevivió a su educación en el internado a través del estudio y los deportes.
“Los deportes me salvaron la vida, el hockey me salvó la vida”, subraya, recordando las salidas nocturnas para tratar de olvidar los abusos.
Y al final, “perdoné”, sostiene convencido.
NO TODOS QUIEREN QUE EL PAPA SE DISCULPE
Billy Morin, líder de la Nación Enoch Cree, una comunidad indígena cerca de Edmonton (provincia de Alberta) de unos 2,700 habitantes, asegura tener “esperanzas” de que la visita de Francisco ayude a sanar las heridas dejadas por la fallida política gubernamental de asimilación forzada a través de la educación.
“No todos quieren que el papa se disculpe. No les importa”, opina.
“Pero para muchos ancianos es un momento de cierre para ellos… un momento de sanación, un momento de celebración, un momento para reflexionar”, señala.
De 35 años, Morin dice estar agradecido de haber evitado que lo llevaran a una escuela de internado completo como lo hicieron con sus abuelos.
Pero al igual que muchos de lospueblos indígenas de Canadá, no ha escapado de ese doloroso legado, el cual dejó un trauma intergeneracional, a menudo manifestado en el alcoholismo y el desapego emocional, que continúa afectando a su familia y a su comunidad.
“Nuestros abuelos y mis padres tuvieron que volver a aprender a ser buenos padres”, dice este progenitor de cuatro hijos, que recién ahora está aprendiendo el idioma que cree de sus antepasados.
Este ocasional feligrés considera que la visita de Francisco “es algo bueno… porque si no lo hiciera, este asunto siempre quedaría pendiente”. “Es un asunto grave”, opina. Esto es simplemente “un paso” en un “viaje de curación”, añade.
“Definitivamente no es el fin”, sentencia Morin. N