Las tasas crecientes de problemas psicológicos han estado en las noticias durante la pandemia de covid-19, y a medida que el virus comienza a disminuir, los niños y adolescentes se están convirtiendo en un foco de atención cada vez más grande para los profesionales de la salud mental.
Por ejemplo, en Estados Unidos dos jóvenes de 18 años están acusados de realizar dos tiroteos masivos en un periodo de 10 días en mayo. Uno fue en Búfalo, Nueva York, y el otro en Uvalde, Texas.
Ello acentuó aún más las preocupaciones sobre la salud mental de los jóvenes que experimentan aislamiento o acoso. Sin embargo, en una etapa que se distingue por el mal humor y la angustia, ¿cómo pueden determinar los padres cuándo su hijo se está comportando como un adolescente normal y cuándo es momento de preocuparse?
Los eventos de los últimos dos años han pasado factura, y las estadísticas recientes son reveladoras. La proporción de niñas adolescentes de 12 a 17 años que visitaron servicios de emergencia por trastornos de la conducta alimentaria se duplicó en 2022 en comparación con 2019
Mientras, los trastornos de tics casi se triplicaron durante la pandemia, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos.
En abril, el Grupo de Trabajo de Servicios Preventivos de Estados Unidos, respaldado por el gobierno del país, recomendó que todos los adolescentes se sometieran a pruebas de detección de depresión y riesgo de suicidio a partir de los 12 años.
MÁS SOBREDOSIS DE DROGAS
Al mismo tiempo, la tasa de muertes por sobredosis de drogas en adolescentes casi se duplicó en 2020 y aumentó un 20 por ciento más en la primera mitad de 2021. Ello en comparación con la década anterior a la pandemia, aunque el consumo de drogas se mantuvo estable durante el mismo periodo.
“Definitivamente hemos visto un número de jóvenes cada vez mayor que experimentan crisis de salud mental. El efecto de la pandemia y todos los demás eventos mundiales están pasando factura”, dice a Newsweek la Dra. Krystal Lewis, psicóloga clínica del Instituto Nacional de Salud Mental (NIMH).
“Las tasas de ansiedad y depresión iban en aumento debido a las redes sociales incluso antes de la pandemia y la pandemia exacerbó todo esto”. Es probable que los efectos de la pandemia, agrega, duren algún tiempo.
Si bien es común que los adolescentes pasen más tiempo con sus amigos y menos con la familia, los repetidos encierros por la pandemia han cambiado los patrones tradicionales. Y han dejado a muchos adolescentes sintiéndose socialmente aislados y desconectados, según el psiquiatra infantil Dr. Howard Liu, jefe de Psiquiatría en el Centro Médico de la Universidad de Nebraska.
Una consecuencia del trastorno en la salud mental, le dice el experto a Newsweek, es un número récord de adolescentes que acuden a las salas de emergencia psiquiátricas.
“La pandemia afectó a varios de los adolescentes que veo. A muchos no les fue bien con la educación virtual, algunos no han regresado por completo, y más adolescentes parecen estar socialmente a la deriva”, explica.
LOS PADRES NECESITAN ESTAR MÁS VIGILANTES
“Hubo una larga interrupción en las actividades, los deportes y la música para muchas personas”, expone el experto. “Eso deterioró muchas de las estructuras que solían estar ahí. Si antes te sentías solo —añade—, por lo general volvías a participar en cosas así. Ahora es más fácil pasar desapercibido, y los niños más afectados a menudo se presentan en crisis”.
En los adolescentes puede ser difícil detectar señales de un problema obvio, ya que tienden a estar malhumorados por default, dice Lewis. Cantidades significativas de irritabilidad, junto con ira intensa, pueden ser un indicio de ansiedad subyacente, agrega.
Expresar pensamientos más negativos sobre situaciones sociales y amistades también puede ser una señal de preocupación si se vuelve persistente. Y realizar más comportamientos de alto riesgo, como el consumo excesivo de alcohol, puede ser una señal de advertencia, al igual que otras conductas que no sean características de su hijo, expone Lewis.
Los padres también deben estar atentos a la falta de higiene, y a un cambio en los hábitos de sueño y alimentación, incluido el aumento o la pérdida de peso excesivos.
Estos signos son más preocupantes cuando forman parte de un patrón extendido, en lugar de observaciones de unos pocos días.
Liu alienta a los padres a realizar un seguimiento de lo que él llama las esferas de la funcionalidad. Esto incluye observar cómo se desempeñan los adolescentes en la escuela, en el hogar y en sus círculos sociales.
“¿Cuáles suelen ser sus calificaciones de referencia? ¿Estas están estables o están decayendo?”, se pregunta. “Los niños siempre dicen: ‘Tengo amigos’. Yo siempre les pregunto, ¿los ves fuera de la escuela? Si solo los ves en la escuela, los fines de semana y las vacaciones pueden ser muy aislantes”.
CUÁNDO BUSCAR APOYO EXTERNO PARA LA SALUD MENTAL
Si bien es cierto que los casos de los tiradores de Búfalo y Uvalde han puesto más atención a la edad de los asesinos, Liu señala que la mayoría de los tiroteos masivos no los cometen personas con problemas de salud mental. Y que la mayoría de las personas con enfermedades mentales no representan una amenaza para los demás.
No obstante, dice que los padres siempre deben prestar atención a cualquier comportamiento violento en los adolescentes y evitar actuar como si no hubiera pasado.
Hablar con los adolescentes de manera regular es clave para detectar problemas a tiempo. Liu señala que el acoso es una realidad para muchos adolescentes y, a menudo, es un factor que contribuye a la ideación suicida.
Pese a esto, muchos adolescentes se avergüenzan demasiado de ser víctimas de acoso como para compartir la información por su propia voluntad, a menos de que se les pregunte directamente.
Los padres que observen patrones preocupantes durante algunos meses deberían intentar acceder a psicoterapia, dice Lewis. Preocupaciones sobre las autolesiones, especialmente, deberían causar mayor sensación de urgencia.
Sin embargo, muchos proveedores de atención médica primaria se sienten incómodos al lidiar con problemas de salud mental, y es posible que los padres tengan que respaldar a sus hijos. Tanto es así que muchas familias enfrentan un tiempo de espera promedio de dos a tres meses para recibir terapia, explica Liu.
“Hay que estar alerta y ser proactivo para navegar en el sistema de salud, que es muy lento y en algunas comunidades está fracturado”, concluye. N
(Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek).