Un pueblo fantasma, las siglas de los cárteles en los muros, su casa vandalizada: Miguel está de vuelta en Palmas Altas, en el estado de Zacatecas, perla del México barroco aplastada por la guerra entre los narcos.
Escoltado por militares, Miguel (nombre cambiado) regresa a su pequeño rancho que ha sido saqueado. Recuperado a mediados de marzo por el Ejército y la Guardia Nacional, el pueblo está desierto, salvo por unos perros que caminan bajo el sol abrasador.
Un vehículo calcinado yace abandonado a la entrada del pueblo, que se extiende sobre una árida meseta al pie de la Sierra de Los Cardos.
“Aquí manda las 4 letras”, proclama una pintada con las siglas “CJNG”, del Cártel Jalisco Nueva Generación, por cuyo jefe, Nemesio Oseguera (‘El Mencho’), Estados Unidos ofrece 10 millones de dólares.
Unos muros más adelante, las siglas “CJNG” están minuciosamente tapadas con pintura negra por otras tres letras, “CDS”, del Cartel de Sinaloa, que sobrevivió a la captura de Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán, condenado a cadena perpetua en Estados Unidos.
LA HISTORIA CAMBIÓ EN ZACATECAS
Desde 2020, estas dos organizaciones se pelean por Palmas Altas y otras áreas de Zacatecas, ruta estratégica hacia el mercado de drogas estadounidense y los puertos del Pacífico y el Golfo de México.
“La historia cambió el año pasado, el Miércoles de Ceniza (17 de febrero de 2021)”, recuerda Miguel, un afable agricultor de unos 50 años.
“Comenzaron a secuestrar y golpear a la gente. Mataron a un señor y a su hijo. El miedo nos hizo salir”, cuenta a la AFP.
Un año después solo quedaban cinco familias. “O te vas o te mueres”, les decían los delincuentes. El pueblo permanece desierto desde entonces.
Miguel se refugió en Jerez, a unos 30 km de Palmas Altas. Con el despliegue de seguridad espera volver a tiempo para podar sus árboles frutales. “Solos no podemos”.
2,000 DESPLAZADOS
En Zacatecas hay unos 2.000 desplazados, según las autoridades. “Queremos que regresen a casa”, afirma el secretario de Seguridad de Jerez, Marco Vargas, cómodamente instalado en su oficina en el corazón de este “pueblo mágico”, atributo turístico de localidades con calles empedradas e iglesias barrocas.
“Vamos a mantener las fuerzas del orden para impedir posibles incursiones o el regreso del crimen organizado”, añade Vargas con la voz opacada por el tambor, los trombones y las trompetas de una orquesta que interpreta música tradicional en la terraza de un restaurante.
Zacatecas ya fue campo de batalla entre el Cártel del Golfo y los Zetas en la década de 2010. El CJNG y el CDS han tomado el relevo en áreas remotas de la sierra.
La violencia es cotidiana: El pasado 15 de enero, un chatarrero fue asesinado al mediodía en su lugar de trabajo en la población de Fresnillo, considerada entre las más peligrosas de México.
Un tiroteo estalló minutos después en una calle cercana. Zacatecas también vive picos de barbarie de los que se habla en todo el país. A principios de enero, diez cuerpos fueron encontrados en una camioneta abandonada frente al palacio de gobierno, a un costado de la catedral en el centro histórico de la capital del mismo nombre. Fue “una provocación”, sostuvo el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador. N