Determina cuáles son las pequeñas ondas de la vida cotidiana para que estés
listo para enfrentar las olas más grandes cuando se presenten.
ES OCTUBRE de 2016, y Mark Mathews está a punto de surfear una ola terrible en la costa sur de Australia. Mark es uno de los mejores surfistas de olas gigantes y siente la presión de dar una buena actuación. Acaba de regresar de un descanso de nueve meses para recuperarse de una lesión grave de hombro que sufrió en la tristemente célebre ola Jaws, en Maui, y sabe que se la está jugando.
El primer intento de Mark es perfecto, mientras navega a través de un tubo verde y sale por su labio. Su segunda ola es más difícil y no le va tan bien. Mark (quien también es un miembro de nuestro equipo) trata de escapar de ella saltándola antes de tiempo, pero la ola lo levanta y lo azota contra el arrecife. La pierna derecha de Mark está destrozada. La fuerza del golpe disloca su rodilla, fractura su espinilla, rasga sus ligamentos cruzados anterior y posterior y desgarra su arteria y nervio femoral. Mark es llevado de prisa al hospital. Su pronóstico es terrible. Tendrá suerte si salva la pierna. Siempre caminará con una cojera. Su carrera de surfista ha terminado.
La mayoría de nosotros ha enfrentado momentos devastadores como este en nuestras vidas personales y profesionales, pero cómo las enmarquemos cognitivamente determina al final cómo nos afectan hoy. George Bonanno, psicólogo clínico del Colegio de Profesores de la Universidad de Columbia, ha hallado en sus estudios que cualquier evento aterrador tiene el potencial de ser traumático —o no— para la persona que lo experimenta. En otras palabras, cómo experimentamos algo depende de cómo lo enmarquemos.
Para Mark, pudo resultar de una manera u otra. En el hospital empezó a hundirse en depresión, pero luego recibió la visita de un joven que había oído que su héroe surfista estaba en el mismo hospital que él. El muchacho se había roto el cuello recientemente en un accidente de bicicleta de montaña y ahora estaba cuadripléjico. Para Mark, esa reunión encendió un interruptor y le hizo entender cuán afortunado era.
También lee: Covid-19 y salud mental: los otros efectos de la pandemia
Esa es una habilidad importante: la capacidad de manejar conscientemente tu respuesta emocional a un revés y transformar las emociones negativas en otras más positivas. Es algo que todos podemos hacer cada vez que nos enfrentamos con niveles altos de incertidumbre en nuestras vidas cotidianas. La capacidad se llama revaluación cognitiva.
La revaluación cognitiva podría parecer un concepto sencillo, pero puede ser difícil despertarlo cuando se le necesita en verdad. Todos hemos batallado con ver el lado bueno de una situación desafiante o nos hemos sentido demasiado abrumados como para ir muy lejos. Para emplear exitosamente la revaluación cognitiva cuando la necesitas crucialmente tienes que practicarla cuando no la necesites. La manera de hacerlo es reformular cosas sencillas que causan estrés en tu vida personal y profesional y trabajar en ellas, haciendo de la revaluación una herramienta natural cuando las cosas se ponen difíciles.
Esta es una táctica con la que están familiarizados muchos atletas profesionales, quienes enfrentan incontables reveses en su camino para ser los mejores en su deporte. Pero todos tenemos el poder de ver el lado bueno de cualquier experiencia, y es mejor si así lo hacemos. He aquí unas cuantas ideas para que empieces.
No te pierdas: OMS: pandemia por covid-19 tendrá impacto a largo plazo y de gran alcance en la salud mental
1. Empieza por lo pequeño y practica. Piensa de manera diferente sobre un cambio pequeño que tengas y reformúlalo en algo que te emocione y te motive. Cuando cometas un error, reformúlalo en algo que puedas aprender de la experiencia en vez de fustigarte por ello.
2. Aprende a reconocer tus emociones. Aprende a reconocer tus emociones mediante escribirlas. El acto físico de escribir te permite reflexionar en los que podrían ser patrones emocionales de tu comportamiento. También, involucrar el córtex de tu cerebro te permite entender racionalmente tus emociones en vez de solo sentirlas. Aprender a reconocer tus reacciones emocionales cuando suceden es algo difícil de hacer. Escribirlas es una herramienta efectiva mientras aprendes a hacerlo.
3. Haz de la revaluación cognitiva un hábito. La capacidad de hacer una revaluación cognitiva es una habilidad excepcionalmente valiosa, pero, por simple y clara que parezca ser, requiere de dedicación y práctica para convertirse en una rutina. Trabaja en integrar la revaluación cognitiva en tu rutina cotidiana. N
—∞—
Kevin Vallely es director creativo y facilitador principal de The Aip Group. Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek.