La artista inglesa nacionalizada mexicana sabía que podía comunicarse de dos maneras distintas: a través de la pintura y de la literatura.
CUENTA la escritora Kathryn Davis que Leonora Carrington se negaba a comportarse como se esperaba de una jovencita y, en poco tiempo, fue expulsada de dos internados católicos. Gustaba de la cocina donde cada receta contenía cierto toque alquimista y donde nada es lo que parece, como sucede en sus cuentos.
Carrington nació cuando Estados Unidos le declaró la guerra a Alemania, el 6 de abril de 1917. Aquel día, Estados Unidos ingresó en la Primera Guerra Mundial, mientras que Carrington emanaba desde Lancashire, Inglaterra, a un mundo tan surrealista como el de sus pinturas y relatos.
El imaginario de la artista lo cultivó su madre, Maureen Moorhead, su abuela y su niñera, quienes —de origen irlandés— la impregnaron de constantes historias y mitos celtas.
Su padre, Harold Wilde Carrington, un empresario de la industria textil, siempre se opuso a la fantasía y los intereses artísticos de su hija. Leonora llegó a retratarlo en sus pinturas como Lord Candelabro.
A una década de la partida de Carrington, el 25 de mayo de 2011, a causa de una neumonía, en la Ciudad de México, Gabriel Weisz Carrington, hijo de la pintora y escritora, presenta una compilación de cuentos completos en la que incluye tres obras inéditas de la artista.
En Cuentos completos (editorial Fondo de Cultura Económica, 2021), nada de lo que en ellos se lee es real, ya que los relatos caminan entre la fantasía de los limites de la vida y la muerte. Además, en las escenas que la escritora describe, las cosas siempre se devoran entre sí.
Para Weisz Carrington, en esta compilación de cuentos Leonora se manifiesta como escritora, una faceta de la artista que no muchas personas conocen, siendo los cuentos el género en el que más se desarrolló.
“Fue una muy buena escritora de cuento y novela corta. Lo importante de esta colección es que es una compilación bastante extensa donde se incluyen cuentos que antes no se conocían”, señala, Weisz, doctor en Literatura Comparada y maestro en Letras Inglesas por la Universidad Nacional Autónoma de México, en entrevista con Newsweek México.
Explica que el recorrido artístico de su madre no solo permanece en las pinturas que la artista realizó, sino también abarca las obras literarias que dejó, donde la pintura es resultado de un universo diferente a la escritura.
DIARIO PERSONAL E ÍNTIMO
Esta composición del imaginario fantástico en historias se vuelve muy especial porque Leonora “abre un diario personal e íntimo con los cuentos. Utiliza un lenguaje directo y, al mismo tiempo, lúdico porque le gusta jugar con la narrativa”, cuenta Weisz.
—¿Cómo es el viaje por los cuentos que escribió Leonora y qué temas narra?
–Hay una multiplicidad de temáticas, sobre todo si consideramos que algunas van a ocurrir en el ámbito más o menos inglés, otras en la ciudad y otros incluso en Teotihuacán. Tenemos una serie de escenarios muy distintos en los que Leonora maneja una materia imaginativa que cambia según el lugar y el espacio.
“Es algo explosivo porque busca otro tipo de contactos que establece con animales o con plantas. Su acercamiento es muy diverso y entretenido, es decir, nosotros nos quedemos dentro del cuento. Es una forma de estar ahí, de tejer con ella nuestro imaginario y educarlo”.
–¿Hay surrealismo en los cuentos que teje Leonora?
—El surrealismo es, más bien, una actitud de frente a lo imaginario. Cada quien construye su propio imaginario. Leonora construye su propio surrealismo. Encuentra su propio camino que le permite definirse como una mujer que está en rebeldía contra todo tipo de convenciones que ella pudiera tener y lo que los demás le quieran imponer.
–¿Qué crítica harías a Leonora Carrington?
–A Leonora no le haría ni recomendaciones ni conversaciones a nivel crítico. Sería una conversación directa porque la conversación crítica siempre es indirecta, siempre con alguien que no está. Entonces, si ella estuviera —y siempre está, de cierta manera, conmigo— sería muy difícil para mí tener una actitud de crítico literario.
“Me dejo llevar de manera primaria en lo que pudiera ser un lector que no tiene un juicio o está fuera de juicio, es decir, el juicio siempre es un elemento que reglamenta formas, y yo no quiero reglamentar ninguna de las formas que me aparecen con Leonora”.
COMUNICARSE DE DOS MANERAS DISTINTAS
En Cuentos completos se encuentra “La debutante”, relato en el que la autora retrata el que sería su debut con un baile en el hotel Ritz de Londres para ser presentada ante la Corte Real de Jorge V. También se halla “La dama oval”, que bien rememora al lector con la pintura de la artista “Té verde” (La dama oval) de 1942, entre otros.
Además de estos y otros cuentos, Gabriel Weisz menciona que a esta compilación de relatos completos se integran tres nuevas historias: “El camello de arena”, “La mosca del señor Gregory” y “Jemima y el lobo”, un relato en el que Leonora muestra la rebeldía por la libertad de la mujer ante un mundo lleno de convencionalidades a su alrededor.
–¿Qué cuentos de esta compilación recomiendas leer?
–Creo que eso depende mucho del momento en que se encuentre uno, donde cada lector o lectora viaja en sus días.
–¿Cómo adentrar a las nuevas generaciones al trabajo de Leonora Carrington a través de sus cuentos y novelas?
–Leonora lo avisaba y lo decía de otra manera, entonces, los relatos son extraordinariamente interesantes y actuales porque ahí cada lector va a encontrar una mujer especial y la narradora que no es Leonora, sino una extensión de ella, pues buscaba varios lugares para poder desarrollarse y manifestarse.
“Leonora lo sabía muy bien. Sabía que iba a comunicarse de dos maneras distintas: a través de la pintura —o a través del arte en general— y en la literatura, donde ella encontró una voz que venía de muy profundo y que quería comunicar algo”. N