EN LAS ARTES marciales mixtas se lanzan golpes y patadas. Hay caídas, ojos hinchados y morados. Labios ensangrentados. Pero, afuera de la jaula, atletas profesionales de esta disciplina como Brandon Moreno lamentan la violencia normalizada que vive la sociedad actual.
“La violencia es un problema malamente normal. Cada vez vemos más noticias con más problemas. Es triste. Veo la violencia completamente mal”, comenta Moreno en entrevista con Newsweek México.
“Como atleta, que se podría considerar que este deporte es mera violencia, les puedo decir que conlleva mucha disciplina, valores y respeto al prójimo. En lo personal, me ha vuelto una persona mucho más respetuosa fuera del deporte”, dice.
A sus 27 años, Brandon Moreno es una celebridad en la categoría peso mosca del Ultimate Fighting Championship (UFC). Es fan de los bloques de construcción tipo Lego y es coleccionista de muñecos funko pops. También es comentarista de peleas, tiene su canal de YouTube con técnicas de artes marciales que tituló con su sobrenombre: “The Assassin Baby”. Vive en Las Vegas.
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En diciembre de 2020 fue protagonista de una de las mejores peleas del UFC. Moreno se enfrentó al campeón Deiveson Figueiredo, un brasileño de 34 años enlistado entre los diez mejores del mundo. El encuentro fue aclamado por la afición por la intensidad que imprimieron los combatientes.
Se declaró empate, por lo que Moreno llegará a la pelea de revancha con el brasileño, este sábado 12 de junio, dispuesto a convertirse en el primer peleador nacido en México en conquistar un título de UFC.
Tiene tres hijas. Vía Instagram comparte con frecuencia sobre la importancia de su vida familiar. En alguna ocasión platicó que su afición por construir con bloques de Lego surgió porque, cuando nació su primera hija, había comprado unos megabloques para que la pequeña jugara. Él empezó a armarlos y así surgió su afición por una actividad gratamente desestresante.
La charla comienza con una pregunta casi infantil: ¿Es famoso Brandon Moreno o qué tan famoso te sientes?
DEPORTE PARA CONTRARRESTAR EL SOBREPESO
“Siento que estoy en un punto muy bueno de mi carrera. Después de la pelea pasada mucha gente me empezó a conocer. Fue un empate, así que ahora estoy enfocado en completar la misión y volverme un poquito más famoso”, responde con una sonrisa.
Dice que la carrera de un atleta de las artes marciales podría terminar a los 30 años. Él comenzó a entrenar a los 12, pero no quiere que su carrera esté por concluir, así que se cuida para poder seguir en buena condición física hacia los 35 años. Cuenta que incluso ha visto peleadores de 38 años que se mantienen en forma y con un buen nivel de competencia.
Brandon creció en Tijuana. Su familia tiene una empresa de piñatas que venden en Estados Unidos. Parecería muy colorido hablar de esa artesanía mexicana, pero a Brandon el negocio familiar le es ajeno. No le tocó vivirlo como a sus dos hermanos mayores, que son casi diez años más grandes. Cuando Brandon nació, su familia ya había superado las limitaciones económicas.
Dice que creció en un barrio humilde, “neutral”, en la colonia Progreso. Fue un niño muy feliz. Contrario a las historias de algunos peleadores que fueron niños “muy peleoneros”, él se describe como un chico dichoso y con mucha energía. Tenía muy buenas calificaciones, recuerda.
Al terminar la primaria, Brandon buscaba una actividad física para contrarrestar el sobrepeso. En esos años infantiles era aficionado del videojuego de peleas Tekken, donde uno de los luchadores virtuales, Eddy Gordon, combatía con técnicas de capoeira.
Su madre lo ayudó a buscar una escuela para entrenar este tipo de artes marciales. Sin embargo, en Tijuana no existía la disciplina. Encontraron una escuela de “Vale todo”, una modalidad de combate brasileña donde los luchadores pueden usar cualquier técnica proveniente de los diferentes deportes de contacto. Le gustó tanto que, durante su etapa de estudiante de secundaria, se enfocó a su entrenamiento. Tenía 12 años.
“Iba a la escuela, pero estaba tan cansado que no tenía la energía para poner atención en clase o hacer tareas. Enfoqué todo mi esfuerzo y mi mente en el deporte. En la preparatoria decidí que iba a terminarla, pero que no iba a continuar la universidad. No me arrepiento del rumbo que le di a mi vida porque mi carrera es igual de complicada que cualquier otra y ha dado frutos a largo plazo”, cuenta en la entrevista.
“La actividad física es superimportante para todos los seres humanos. Sin embargo, la actividad física era algo que no iba a encontrar realmente dentro de una escuela. Por ejemplo, en Estados Unidos hay becas de todo, como futbol americano y lucha. Son deportes para una persona que podría aspirar a ser un atleta profesional. Sin embargo, en México no tenemos eso. Mi familia tuvo que buscar algo por cuenta propia, porque (de otra manera) no habría podido desarrollar mis habilidades físicas”, dice.
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Al terminar la preparatoria, Brandon quería estudiar nutrición, pero el UFC lo llamó para participar en un programa de desarrollo deportivo en Nuevo México. La empresa le pagaba por entrenar durante cinco meses.
“Para esa edad ya era profesional y tenía ciertas peleas, pero muchos peleadores profesionales deciden parar su carrera. Yo regreso a Tijuana y me doy cuenta de que puedo ser alguien importante dentro del deporte y decido echar toda la carne al asador. Me dediqué 100 por ciento a entrenar. Lo demás es historia, porque sigo mi camino en la UFC hasta tener la oportunidad de pelear por el cinturón este 12 de julio”, cuenta.
Esa “historia” no ha sido fácil. Está plagada de anécdotas. El mismo apodo se refiere a que con 1.70 metros de estatura y habiendo empezado tan joven, algún presentador lo hubiera relacionado con una especie de “bebé asesino”.
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Debutó profesionalmente en 2011, a los 17 años. Lleva diez años como profesional. Explica que no tiene tradición deportiva familiar y que sus padres no practican ningún deporte. Aun así, ha sido su familia quien ha impulsado su carrera desde el inicio.
“Mis papás fueron mis patrocinadores más importantes, porque dentro del deporte no hay un apoyo real hasta que ya vas a peleas estelares en la UFC. Tuve una pelea en 2017, en CDMX, en la Arena Ciudad de México, y el gobierno nos prestó unas instalaciones para hacer el entrenamiento, pero han sido contadas las veces en que el gobierno me ha querido apoyar”, relata.
“Cuando yo iba empezando, imagínate, para nada. No había quién apoyara. Los torneos de jiu jitsu brasileño eran carísimos para competir. En el camino tuve apoyo de mucha gente que me daba apoyos en especie o me daba una lanita para ir a algún torneo o algo así, marcas pequeñas de artes marciales mixtas que me ayudaban y les estoy superagradecido”, remata. N