HACE cinco años entré en un mundo en el que los conceptos de los portales interdimensionales, los agujeros de gusano a mundos distantes y los puertos espaciales interestelares eran parte común de la conversación.
Aunque yo era escéptico, pues nunca había visto personalmente un “ovni”, una aparición fantasmagórica, un “orbe” luminoso o cualquier otro suceso paranormal de ese tipo, como inversionista en bienes raíces me sentía naturalmente intrigado por la oportunidad de comprar y explorar personalmente una parte de lo que algunas personas llaman una propiedad “interdimensional”. Sospechaba que el resultado más probable sería que mis hallazgos desmintieran cualesquier afirmaciones paranormales.
El viaje que condujo a mi adquisición de un “punto paranormal”, es decir, un lugar que haya atraído una atención considerable y que haya sido estudiado por gobiernos y grupos privados de científicos e investigadores, comenzó hace más de una década, cuando establecí relaciones de confianza con científicos relacionados con el ámbito de la física especulativa. En aquel momento no me imaginaba que estas personas eran asesores científicos del elusivo multimillonario de la industria aeroespacial Robert Bigelow, o que esas personas posteriormente me harían una invitación para participar en una discusión relacionada con la misteriosa propiedad de poco más de 2 kilómetros en el noreste de Utah, conocida como Rancho Skinwalker.
Recuerdo mi nerviosa curiosidad mientras volaba a Las Vegas para reunirme personalmente con el señor Bigelow para recorrer sus impresionantes instalaciones y hablar de la adquisición de la infame propiedad. Mientras era escoltado por el personal de seguridad hacia el interior del enorme complejo, las instalaciones de Bigelow Aerospace me recordaban la guarida de algún villano de James Bond, con todo y modelos a escala real de estaciones espaciales y laboratorios de alta seguridad. La palabra “impresionante” no basta para describir lo que vi. Tras la visita con el señor Bigelow y su equipo de científicos, mi curiosidad se volvió más intensa que nunca.
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Todavía pienso que es probable que exista una explicación perfectamente natural y prosaica de lo que se ha afirmado durante décadas, como los avistamientos de ovnis, mutilaciones de ganado ocurridas a pleno día, “orbes” volantes y otros fenómenos inexplicables y, en ocasiones, preocupantes, pero la posibilidad de que este misterioso rancho pudiera servir como un laboratorio viviente, en el que pudiera estudiar y contribuir personalmente a documentar en forma rigurosa dichas afirmaciones, capturó mi interés en un nivel muy profundo y personal.
El señor Bigelow adquirió la propiedad años antes, en 1996, tras informaciones periodísticas donde se afirmaba que la familia que anteriormente poseía esas tierras había sido aterrorizada y estaba siendo amenazada por “fenómenos paranormales” en el rancho. Se afirmaba que varios preciados ejemplares del ganado habían sido diseccionados con precisión quirúrgica y que se les había extraído toda la sangre, además de que la familia, como otras del área, había visto cosas extrañas en la tierra y en el cielo. Después de volar para inspeccionar la propiedad y de llegar a un acuerdo con la familia para adquirir este aparente epicentro de tantos sucesos extraños, Bigelow instaló ahí su propio equipo de científicos para estudiar las afirmaciones de esos fenómenos, utilizando cualquier medio que estuviera a su disposición.
Para 2008, el Rancho Skinwalker atrajo la atención del exsenador Harry Reid y de funcionarios del Departamento de Defensa de Estados Unidos. Todos ellos visitaron el rancho y, posteriormente, Bigelow pasó a ser parte de un programa clasificado para investigar la posibilidad de tales fenómenos, conocido como Programa de Identificación de Amenazas Aeroespaciales Avanzadas (AATIP, por sus siglas en inglés).
Mi primera visita al sitio de Skinwalker ocurrió apenas unos días antes de cerrar la compra. Llegué en helicóptero para inspeccionar el terreno por mí mismo. Mientras volábamos arriba de la propiedad me sorprendió la diversidad del paisaje y la belleza natural que podía apreciarse, la cual comprendía una meseta brillante y multicolor con cuevas, viviendas abandonadas, sinuosas vías fluviales y lo que parecían ser varias torres de vigilancia rodeadas por altas cercas de alambre de púas.
Al aterrizar en el campo que rodea la casa principal del rancho fuimos recibidos por el equipo de seguridad armada del señor Bigelow, que nos escoltó sobriamente en un recorrido por toda la propiedad. Entre las vistas más curiosas y memorables de esta primera visita estaban lo que parecían ser restos de animales colgados deliberadamente en la cerca que separa la propiedad de la tierra de estadounidenses nativos que la rodea.
Posteriormente, hablamos de la historia de la propiedad y de la afirmación de que la tierra había sido objeto de algún tipo de maldición pronunciada debido a un conflicto entre tribus de estadounidenses nativos. Cuenta la leyenda que la propiedad está colocada directamente en “el camino del skinwalker (cambiapieles)”. En la cultura navajo, un cambiapieles es una bruja u otra entidad demoniaca capaz de cambiar de forma. Esas eran las historias relacionadas con la propiedad de la que me convertiría en el principal administrador.
Mis primeros seis meses como propietario del rancho fueron relativamente tranquilos, exceptuando el hecho de que mi recién instalado personal de seguridad captó fotografías y videos de objetos inusuales que no pudimos identificar volando sobre el terreno a plena luz del día. Yo me mantuve escéptico, naturalmente, con respecto a su naturaleza, pero también tenía curiosidad y mantenía una prudente mente abierta. Aun para un pragmatista, parecía que algo bastante inusual podría estar ocurriendo realmente en esta propiedad.
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Y entonces, un día de otoño de 2016, mi perspectiva del rancho y de la narrativa ligada a él cambió por completo. Observé con mis propios ojos lo que, en mi opinión, era un “platillo volador” a plena luz del día, justo por encima de la meseta, mientras me desplazaba por un camino de tierra hacia el este, regresando desde el extremo oeste de la propiedad, con varios testigos a mi lado. A partir de entonces, la instalación de un programa de vigilancia observacional y científica con los instrumentos adecuados se convirtió en la principal prioridad de mi administración.
Con frecuencia la gente me pregunta: “¿Eres un creyente?” Mi respuesta honesta es: “No. Soy alguien que experimenta”. No creo per se, sino que creo lo que veo y estoy convencido de que seguiremos atestiguando actividad inusual que yo, personalmente, no puedo explicar. Otras personas también están interesadas. El galardonado rapero, cantante y productor Post Malone visitó el Rancho Skinwalker en febrero de 2021 y lo acompañé en un recorrido por la propiedad.
Aún queda por determinar la naturaleza, el origen y el programa, si es que lo hay, de los fenómenos relacionados con este presunto sitio paranormal. Asimismo, la validez y la realidad de los ovnis y de la actividad paranormal en general aún no han sido comprobadas. Pero mi equipo y yo estamos convencidos de que hemos encontrado actividad en el Rancho Skinwalker, la cual es inusual y no puede explicarse fácilmente.
Mi percepción del mundo y del universo ha cambiado para siempre gracias a mis experiencias. Ahora, creo que la aventura de ser el dueño de esta propiedad “paranormal” apenas comienza. N
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Brandon Fugal es presidente de Colliers International en Utah, antiguo Empresario del Año de Ernst & Young, miembro del Consejo Económico del Gobernador, cofundador de varias empresas de tecnología y coproductor ejecutivo de la serie The Secret of Skinwalker Ranch (El secreto del Rancho Skinwalker), de The History Channel. Todas las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad del autor. Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek.