DE TIEMPO Y CIRCUNSTANCIAS
FALTAN menos de dos meses para la elección intermedia y el estilo personal de gobernar del presidente ha decepcionado a un buen sector del electorado que lo llevó a la presidencia.
En aquella ocasión votaron 56.5 millones de electores, de los cuales 30 millones lo hicieron por Morena, lo que llevó a Andrés Manuel López Obrador a la presidencia con un Congreso que lo obedece dócilmente.
Así, el presidente obtuvo un poder casi absoluto. Un 54 por ciento de votantes llevó a Morena a un triunfo indiscutible en las urnas.
El pueblo, harto de una corrupción sin límites, se decantó por una opción distinta. En esa votación ni PAN, ni PRI, ni PRD; y Morena fue el elegido.
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Dos deseos fundamentales y legítimos le dieron los votos: la mejora económica de la población y el control de la corrupción, pero el encargo fue desoído por el presidente de la misma manera que antes los desoyeron los otros partidos.
La promesa fundamental de abatir la pobreza que se encontraba en su lema: “Por el bien de todos primero los pobres” se fue al basurero cuando la población en condiciones de pobreza creció en 2020 de 60 millones a 70 millones de habitantes en condiciones de pobreza. Esto por decisiones económicas equivocadas e incongruentes que han ahuyentado la inversión, y sin inversión no hay generación de riqueza.
La promesa en cuanto a salud fue un sistema igual que el de Dinamarca, pero el presidente entregó algo muy distinto. Los resultados en muertes por la pandemia en los dos países permiten una comparación razonable: México tiene una proporción de muertes por habitante diez veces mayor que Dinamarca1; y la promesa de combate a la corrupción se ha desdibujado en un ataque a enemigos políticos mientras que a sus amigos y a su familia les da impunidad ante flagrantes denuncias de corrupción, ahí esta el escándalo de su hermano Pio y el de su prima por contratos con Pemex.
No es la idea repasar los errores de AMLO, sino ofrecer algunos datos que justifican la gran decepción del electorado que se volcó en 2018 en la votación por Morena y confrontarlo con la situación actual.
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En 2018 el apoyo duro para AMLO era de 17 millones de votos. Hoy su voto duro se ha incrementado, por los programas clientelares que ha implementado, en alrededor de 15 por ciento, es decir, ronda los 20 millones de votantes. Sin embargo, el análisis de los números ofrece datos interesantes. En primer lugar, el número de electores registrados ronda los 90 millones de votantes; es decir, en 2018 más de 30 millones de electores no se presentaron a las urnas; en segundo lugar, de los 30 millones que votaron por AMLO en 2018, 10 millones pertenecían al grupo de ciudadanos convencidos por su discurso y una parte importante de ese grupo hoy está decepcionada por las mentiras del gobernante. Muchos de sus seguidores se han convertido en opositores recalcitrantes. La cuota de sufrimiento y muerte que ha dejado su gestión de la pandemia ha tenido un costo político muy alto, pero otros de sus dislates están trayendo costos políticos que podría pagar en la elección del Congreso, que es la más importante que se juega en el momento que estamos viviendo, pues es la que habría de permitirle continuar moviéndose con la libertad, la soberbia y la prepotencia legislativa con la que se mueve hasta hoy. Basta ver cómo ha impuesto contra viento y marea el soberano dislate de la candidatura de Salgado Macedonio.
Los números no son favorables al presidente en este momento, pero tampoco le son desfavorables del todo si se cuenta con el abstencionismo; pero si se logra hacer una campaña que reduzca este abstencionismo a la mitad, ahí los números cambian dramáticamente, y una gran parte de la clase media está consciente de ello.
AMLO lo ha visto, y temiendo la posibilidad de una derrota comenzó a desacreditar a la institución que ha garantizado la elección y que lo llevó al poder: el INE.
ELECCIÓN CON FACETAS Y COMPLICACIONES
En su guerra contra el Instituto Nacional Electoral tiene dos posibilidades: eliminarlo o someterlo; sin embargo, para esta elección ya se le fue el tiempo y no logró ni lo uno ni lo otro. En su geometría del poder calculó que al controlar el Tribunal Electoral controlaría al INE, pero el caso de Salgado Macedonio demostró lo contrario.
La evidencia ha llevado a Andrés Manuel y a Félix Salgado a salirse por la tangente en Guerrero considerando a una de las hijas de Salgado, María del Sol, como candidata en Guerrero.
Otra vez la estrategia “Juanito”; pero el capricho de imponer al impresentable lo ha frustrado el INE en dos ocasiones, y el tiempo corre inaplazable.
La elección por venir tiene un sinnúmero de facetas y, con esto, de complicaciones. Una de las más graves es la ausencia de una propuesta política de la oposición que enfoque con acierto soluciones a los problemas nacionales. Las necesidades son muchas.
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Nuestra democracia comenzó a gestarse a finales del sexenio de López Portillo. Dos periodos sucesivos que acabaron en crisis económicas, a causa de imprudencias presidenciales, evidenciaron que la dictadura de partido había dejado de funcionar.
El bloque monolítico del poder priista comenzó a resquebrajarse, y en 1989 llegó el primer gobernador panista. En el año 2000, el primer presidente panista. La alternancia en el gobierno ya era un hecho y México se encaminó hacia la democracia. Esta prometía un cerco a la corrupción imperante en el sistema, pero poco duró la ilusión, pues la dictadura de partido se transformó en una partidocracia en donde los partidos políticos aprendieron a utilizar los errores del sistema para, amafiados, exprimir al presupuesto.
Después de dos sexenios panistas en el que los gobernantes de derecha, si bien generaron crecimiento, no lograron abatir ni la corrupción ni resolver las grandes carencias del país, el desencanto del electorado le devolvió el poder al PRI. El supuesto fue que su experiencia en el gobierno sería útil para corregir los errores del PAN.
EL retorno del partido trajo oficio político al entramado legislativo, y se lograron algunas reformas indispensables, pero al mismo tiempo el robo al erario se multiplicó a niveles escandalosos y, al término del sexenio, el electorado se volcó en una opción distinta dándole al presidente de hoy y su partido poder absoluto.
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Obtener el sueño tanto tiempo acariciado por AMLO fue la coronación de 42 años de carrera política y 18 años de campaña presidencial. Con el poder en la mano al fin pudo quitarse la máscara y mostrar su faz verdadera. Ya no era necesario cortejar a nadie, pues el poder se le dio entero, y así comenzó a quitar los estorbos para establecer el gobierno de un solo hombre. Desarticuló los contrapesos, pero algo aún peor, frenó la marcha económica del país y colapsó los sistemas de salud, ciencia, seguridad, etcétera.
Nuestra democracia nació, como todas las democracias, imperfecta; y al llegar a los 21 años enfrenta hoy, en la mayoría de edad, el mayor de los riesgos que ha encarado, volver a la dictadura de un solo hombre o de partido. Si Andrés Manuel logra la mayoría en el Congreso seguirá el desgaste institucional del país y nuestras libertades se verán cada vez más restringidas.
Eso es lo que se juega en la próxima elección, la posibilidad democrática y legal ante un grupo en el poder que se esgrime como el dueño de la ley, la justicia y la razón, al tiempo que secuestra la Constitución y el proceso democrático que ha costado tanto esfuerzo.
Por ello es indispensable salir a votar. Convencer a los hijos, los hermanos, los vecinos, de que vayan a la casilla y que con un voto razonado, informado y valiente definan un Congreso equilibrado, sin aplanadoras, pues en el poder, y en la vida, el equilibrio es preferible al desequilibrio.
Si se logra un Congreso ponderado, la democracia estará de regreso, los mexicanos recuperaremos un futuro sin caprichos, y el proceso de perfeccionar nuestro sistema democrático renacerá en el horizonte nacional.
VAGÓN DE CABÚS
La campaña de vacunación en México adolece de muchos defectos. La nota de que se inyectó con jeringas vacía a algunos pacientes, acompañada de la disculpa del IMSS ofreciendo una investigación a profundidad, permite suponer que hay motivos para sentirnos preocupados, por un esfuerzo para inmunizar a la población sumergido en la corrupción de la nueva administración.
No sabemos si se han respetado las cadenas de frío, ni si la vacuna que han aplicado es real o ficticia. Una solución para definir si lo han inmunizado, o no, es hacer la prueba IGg/IGm si usted ha sido inoculado con la vacuna.
Si resulta positiva puede estar tranquilo, pues su sistema esta desarrollando anticuerpos anticovid; si no es positiva, usted ha sido víctima del peor fraude que atenta contra su vida. N
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1. El comparativo se establece con las muertes calculadas con la diferencia de expectativa de mortandad reconocida por la Secretaría de Salud. No se usa el reporte oficial pues la falta de pruebas invalida una comparación fidedigna.
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Salvador Casanova es historiador y físico. Su vida profesional abarca la docencia, los medios de comunicación y la televisión cultural. Es autor del libro La maravillosa historia del tiempo y sus circunstancias. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.