MÁS DE 65 millones de personas han recibido las vacunas anti-COVID-19 tan solo en Estados Unidos, y los datos muestran que las inyecciones continúan siendo seguras.
Los beneficios de vacunarse contra la enfermedad superan cualquier riesgo de efectos secundarios graves, coinciden varios científicos entrevistados por Newsweek sobre el tema. El número de personas inoculadas de forma segura sigue aumentando con poca evidencia de efectos adversos como reacciones alérgicas graves.
Los posibles efectos secundarios se encuentran entre las razones por las que algunos han dudado en vacunarse. Una encuesta de Associated Press-NORC Center for Public Affairs Research, publicada este mes, encontró que 65 por ciento quienes no quieren vacunarse mencionó los posibles efectos secundarios como el motivo para no acudir a recibir la inyección.
Dolor e hinchazón en el brazo de la inyección, fiebre, escalofríos, cansancio y dolor de cabeza son algunos de los síntomas que reportan quienes han sido inmunizados, pero se trata de “señales de que el cuerpo está construyendo protección” y deberían desaparecer unos días después de recibida la dosis, según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC).
Sin embargo, se temía que pudieran surgir efectos secundarios más graves a medida que las vacunas se administraban a grandes poblaciones.
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La parálisis de Bell era una condición que se temía que pudiera estar relacionada con las vacunas. En un estudio de Pfizer/BioNTech presentado a la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), en diciembre, que involucró a 38,000 personas, cuatro participantes desarrollaron este trastorno, una condición que causa debilidad temporal o parálisis en los músculos faciales, entre tres y 48 semanas después de la vacunación.
La FDA dijo más tarde que este número estaba al nivel esperado en la población general, independientemente de si habían recibido la vacuna o no. La agencia sanitaria puntualizó que no había “una base clara sobre la cual concluir una relación causal” entre la vacuna y la enfermedad. Sin embargo, recomendó vigilancia.
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Los funcionarios de salud federales de los CDC informaron que había habido 62 casos de anafilaxia, una reacción alérgica, después de la vacunación con 13 millones 795,000 dosis de vacunas Pfizer y Moderna, administradas entre el 14 de diciembre y el 13 de enero de 2021. Esto promedió alrededor de 4.5 casos por millón de dosis administradas, lo que los CDC describieron como “poco frecuentes”.
Edward Hutchinson, científico del Centro de Investigación de Virus de la Universidad de Glasgow en el Reino Unido, dijo a Newsweek que la respuesta inmune que las vacunas pretenden crear puede hacer que las personas se sientan incómodas, particularmente después de la segunda dosis, pero que no hay indicios de que vacunarse aumente las posibilidades de enfermarse gravemente.
“Dada la cantidad de dosis que se han administrado, las posibilidades de que hayamos pasado por alto ese tipo de efecto son ahora literalmente millones a uno en contra. Esta es una noticia absolutamente fantástica”, comentó Hutchinson.
Este punto fue repetido por Al Edwards, profesor del departamento de farmacia de la Universidad de Reading. “Debido a que se está vacunando a tantas personas, aparecerán todo tipo de enfermedades en las personas que han sido vacunadas. Esto es normal. Es posible realizar un análisis cuidadoso para verificar que la enfermedad no esté relacionada con la vacuna y este análisis continuará durante años”, anotó el académico.
“Creo que siempre se esperó que las vacunas fueran seguras y efectivas. Por lo tanto, el gran logro es llegar tan rápido, con tan pocos intentos fallidos”, agregó Edwards.
La seguridad de las vacunas es monitoreada continuamente por farmacéuticos, médicos y otros trabajadores de la salud que registran los efectos secundarios en bases de datos. N
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek