LAS VACUNAS contra el COVID-19 de Pfizer y Moderna están desarrolladas con tecnología ARNm, que debe almacenarse a temperaturas de congelación cercanas a los -73 grados centígrados, temperatura muy por debajo de lo que un congelador estándar puede alcanzar. Eso complica la distribución de ese tipo de biológicos.
John Cooke, director médico del Programa de Terapias de ARN del Hospital Houston Methodist, explica que la tecnología ARNm es frágil. Se descompone muy rápido. En el pasado, esta inestabilidad propia del ARNm ha sido el principal desafío en el desarrollo de vacunas, sumado a que el material biológico utilizado para empaquetarlas también es muy inestable.
“El tipo de congeladores necesarios para almacenar esta vacuna, a largo plazo, no se encuentran ni en consultorios médicos, farmacias e, incluso, tampoco en la mayoría de los hospitales. La vacuna de Moderna también debe mantenerse en congelación para preservar su estabilidad a largo plazo, aunque tiene la ventaja de que puede mantenerse estable por unas pocas semanas si se almacena en un refrigerador estándar, como los que suele haber en una clínica”, explica Cooke en un documento informativo difundido por el hospital.
“Debido a que la vacuna de ARNm contra el COVID-19 de Pfizer requiere un proceso de congelación más frío de lo habitual, es más difícil lograr su distribución a gran escala para el público en general, incluso si se contara con suficientes dosis de manera inmediata”, anota el especialista.
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De acuerdo con la información distribuida por las farmacéuticas, el sector médico debe considerar que la vacuna de Pfizer solo se puede almacenar en un congelador aproximadamente cinco días antes de que el ARNm comience a degradarse, mientras que la vacuna de Moderna permanece estable durante aproximadamente 30 días en un refrigerador estándar.
Ambas vacunas se entregan en los hospitales en ampolletas multidosis, lo que también complica la logística de distribución. Mientras, otras vacunas como la de la influenza se puede almacenar durante meses en refrigeradores y dosis única, lo que facilita significativamente su repartición.
Cooke aclara que no todas las vacunas contra COVID-19 deben mantenerse a temperaturas ultrafrías, pues no todas se basan en la tecnología de ARNm. En el caso de el biológico de AstraZeneca, basado en la tecnología de vector viral, no enfrenta estos desafíos relacionados con la temperatura.
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“Habrá una segunda generación de vacunas de ARNm contra el COVID-19, la cual probablemente superará el desafío del almacenamiento frío. En última instancia, se espera que la segunda generación de vacunas de ARNm resolverá el problema de la cadena de frío al que se enfrentan Pfizer y Moderna”, explica el director médico.
Los investigadores del Houston Methodist también han enfatizado en que la rapidez con la que se han hecho llegar al público las vacunas contra el COVID-19 está vinculada a que los investigadores pudieron aprovechar los hallazgos previos sobre otros coronavirus y otros biológicos que provocan inmunidad, tuvieron acceso a la secuencia genética del SARS-CoV-2 en tiempo récord, en enero de 2020, y hubo un apoyo financiero, sin precedente, para desarrollar de manera simultánea cientos de protocolos clínicos. N