Ante los problemas económicos que se derivarán de la pandemia por el COVID-19 en el planeta entero, las entidades que conforman el grupo Banco Mundial trabajan ya en planes para ayudar a los gobiernos a responder a esta problemática.
Actualmente su prioridad es “brindar apoyo a los saturados sistemas de salud y a los millones de trabajadores y propietarios de emprendimientos que se ven muy afectados”, dividiendo esta ayuda en fases.
La primera fase, explican Stéphane Hallegatte, economista del Banco Mundial, y Stephen Hammer, asesor en materia de alianzas mundiales y estrategia, consistirá en aplicar las tácticas recogidas en la primera línea de la respuesta ante desastres.
El objetivo es brindar apoyo a los médicos y enfermeros, y garantizar que los hogares y los hospitales tengan suministro eléctrico y agua, que los desechos se eliminen adecuadamente y que se disponga de alimentos a un precio accesible.
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“También debe prestarse atención a los hogares que han sufrido una drástica merma en los ingresos, en especial aquellos cuyas ocupaciones corresponden a sectores afectados (como el del turismo o los restaurantes) o que tienen ingresos inestables (por ejemplo, los trabajadores independientes), así como a los hogares más pobres y con escasos ahorros”.
Se ha dejado en claro que, en este momento, el objetivo no puede ser el de estimular la demanda e incrementar la actividad económica cuando el virus aún no se ha controlado. Se necesitan, en cambio, medidas redistributivas a fin de atenuar la crisis.
La principal atención se encuentra en los países de ingreso bajo. Y se ha señalado que es imperioso financiar un aumento significativo en la capacidad del sistema de salud y los instrumentos de protección social.
La segunda fase tiene por objetivo ayudar a los países a recuperarse de forma sostenible. Como las empresas y las instituciones financieras deberán reconstruir su balance y tendrán menos posibilidades de invertir, es de esperar que la demanda agregada permanezca en niveles bajos durante un periodo prolongado una vez que finalice la pandemia, indican.
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“Este será entonces el momento de generar estímulos para lograr la recuperación financiera y económica. Las medidas que adopten los gobiernos serán cruciales para garantizar un rápido regreso a una situación económica saludable.
“Según el contexto, dichas medidas pueden incluir reformas y recortes impositivos, subsidios y transferencias de efectivo, y aumento del gasto en proyectos o sectores específicos. Si bien los distintos enfoques pueden dar origen a intensos debates, la presencia de un fuerte componente de gasto público en los paquetes de estímulo está sólidamente justificada”.
Además, se sugiere realizar una amplia gama de inversiones que impulsen la creación de empleos e incrementen los ingresos en el corto plazo, lo que incluiría la generación de beneficios de sostenibilidad y crecimiento a largo plazo.
La respuesta a una crisis sería empezar de cero, recomiendan. “Podemos utilizar los proyectos ya identificados en los planes nacionales o sectoriales de los distintos países, así como en los planes de adaptación al cambio climático y las contribuciones determinadas a escala nacional del Acuerdo de París”.
Se ha pedido que haya creación de puestos de trabajo, respaldar la recuperación económica e invertir fuertemente en la reconversión de edificios para hacerlos más eficientes desde el punto de vista energético, más confortables y saludables, y mejor adaptados al aumento futuro de las temperaturas.
“Los programas de obras públicas pueden ayudar a los pobres a hacer frente a los efectos directos que provoca la crisis del COVID-19 en sus medios de subsistencia. La planificación debe comenzar ya mismo. Si tomamos las medidas adecuadas, la respuesta al COVID19 quizá no solo logre minimizar las penurias y el sufrimiento actuales, sino que también puede sentar las bases para un futuro más ecológico, más seguro y más próspero”.
EL FMI BRINDARÁ APOYO A LOS PAÍSES DE BAJO INGRESO
El Fondo Monetario Internacional ha adoptado mejoras inmediatas al Fondo Fiduciario para Alivio y Contención de Catástrofes (FFACC) ante la pandemia por el coronavirus. Con la estrategia se permitirá un alivio a la deuda de los países miembros más pobres y más vulnerables.
“El estallido del COVID-19 y la turbulencia económica internacional que conlleva crean una necesidad crítica de respaldo a los países miembros del FMI, incluido un apoyo excepcional para la balanza de pagos de los miembros más pobres golpeados por la pandemia con especial dureza.
“Un apoyo bien focalizado les permitirá a estos países priorizar el gasto médico y las necesidades sanitarias y de otra índole inmediatas en un entorno económico difícil, caracterizado por fuertes caídas del ingreso, erosión del ingreso fiscal y aumento del gasto”.
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El Directorio Ejecutivo del FMI ha aprobado modificaciones al FFACC que amplían los criterios de habilitación para abarcar mejor las circunstancias creadas por una pandemia mundial y para centrarse en brindar respaldo destinado a las necesidades más inmediatas.
Puntualmente, todos los países miembros con un ingreso per cápita inferior a los umbrales operacionales del Banco Mundial para el respaldo en condiciones concesionarias podrán beneficiarse del alivio del servicio de la deuda por un periodo máximo de dos años.
Esta decisión será de forma permanente, es decir, se hará uso de ella cuando una pandemia mundial letal cause graves trastornos económicos en todos los miembros del FMI y genere necesidades de la balanza de pagos a tal escala que justifique un esfuerzo internacional concertado por brindar respaldo a los países más pobres y más vulnerables, se ha informado.
A esto se suma que el FMI podría desembolsar rápidamente 50,000 millones a través de sus servicios financieros de emergencia a países de bajos ingresos y mercados emergentes que se enfrentan al COVID-19, declaró Kristalina Georgieva, directora gerente del FMI.