A lo largo de los tiempos, los historiadores han estudiado las fluctuaciones poblacionales de las sociedades antiguas. Mas casi todos esos análisis se han centrado en asuntos predominantemente masculinos, como las guerras, la política y la riqueza. No obstante, existe otro aspecto del pasado que lucha por hacerse oír sobre el estrépito del choque de las espadas. Y esa historia ignota es el tema de nuestra investigación más reciente.
Nuestro equipo de investigadores de la Universidad de Bournemouth, Reino Unido, y la Universidad de Varsovia, Polonia, decidió estudiar la práctica de la lactancia materna en algunas de las primeras ciudades fundadas en los territorios de Siria y Líbano. Para ello, utilizamos una técnica química avanzada conocida como análisis de isótopos estables, con la cual examinamos pequeños fragmentos óseos de bebés, niños y madres sepultados en cementerios de la Edad de Bronce entre los años 2800 y 1200 a.C. Con base en nuestros resultados, creamos modelos computacionales para calcular la edad en que esas poblaciones realizaban el destete parcial (la introducción de alimentos que complementan la dieta del lactante) y el destete completo (interrupción total de la lactancia materna).
Nuestro análisis determinó que la leche materna era el único alimento que recibían aquellos niños hasta los seis meses de edad, en tanto que el amamantamiento se interrumpía por completo hacia los dos años y medio: mucho antes de lo que era habitual en otras regiones del mundo durante ese periodo histórico. Esto apunta a que el destete temprano pudo haber contribuido a incrementar la población de las ciudades en estudio, las cuales terminaron por convertirse en pujantes centros de la civilización.
Todos los sitios excavados fueron núcleos urbanos asentados en la costa del Mediterráneo, así como en las riberas de los ríos Tigris y Éufrates, lo que hoy denominamos Mesopotamia. Aquí cabe señalar que las osamentas infantiles suelen ser mucho más frágiles que los restos óseos de los adultos, porque además de ser mucho más pequeñas, no están completamente mineralizadas (es decir, los huesos infantiles tienen menos materia inorgánica -por ejemplo, calcio- que los huesos de los adultos), y esto se traduce en que se dañan con facilidad o se pierden durante la descomposición.
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Pese a ello, los cementerios proporcionaron suficientes restos infantiles para el análisis químico y para producir modelos estadísticos confiables. Y en buena medida, esto se debió a una antigua costumbre funeraria del Cercano Oriente, la cual consistía en sepultar a bebés y niños en vasijas para proteger sus cuerpos de las condiciones al interior de la tumba.
Todos los sitios excavados fueron centros metropolitanos que, muy posiblemente, tuvieron extensos contactos con otros pueblos de otras partes del mundo antiguo. Y, al parecer, las mujeres de las ciudades seleccionadas amantaban a sus hijos, de manera exclusiva, durante alrededor de seis meses, tiempo que corresponde a la recomendación actual de la Organización Mundial de la Salud para una alimentación infantil saludable.
Aun cuando introdujeron otros alimentos a partir de los seis meses, el destete completo ocurrió hacia los dos años y medio de vida, lapso que coincide con los registros escritos históricos procedentes de esa región del mundo. Por ejemplo, ya en el año 1000 a.C., nodrizas (las mujeres que amamantaban bebés como si fueran propios) y progenitores babilónicos suscribían contratos en los que se estipulaba que la nodriza debía amamantar al niño durante un periodo prescrito -casi siempre de dos a tres años- y, a cambio, los padres la compensaban con pagos en cebada, aceite, lana y, a veces, plata.
También disponemos de textos religiosos posteriores que proporcionan algunas pistas. Por ejemplo, ciertos libros de la Biblia (Macabeos y Crónicas) precisan que la lactancia materna debe prolongarse hasta los tres años de edad, mientras que fuentes posteriores al primer milenio de nuestra era -como el Corán, y el Talmud de Babilonia- establecen un período de dos años.
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Aunque un promedio de dos años y medio de amamantamiento se antoja excesivo para la mayor parte de las culturas contemporáneas, hay que señalar que ese lapso es mucho más corto que el observado por muchas sociedades antiguas, como evidencian estudios realizados en todo el mundo y que han utilizado el análisis de isótopos estables para calcular las prácticas de alimentación infantil. Esas investigaciones arqueológicas han determinado que, en las sociedades preindustriales, el promedio general entre amamantamiento y destete parcial era de un año (en vez del periodo de seis meses establecido para las ciudades antiguas de nuestro estudio), mientras que el destete completo se llevaba a cabo hacia los tres años de vida.
Amamantamiento y poblaciones
La edad y la manera de iniciar el destete -ya sea parcial o completo- tienen repercusiones perdurables en la salud, desde la infancia hasta la adultez. Sin embargo, más allá de su impacto en la salud de los individuos, las estrategias de amamantamiento y alimentación infantil inciden también en la estructura de una población.
Prolongar la lactancia materna conduce a que las mujeres tengan embarazos más espaciados, y esto fue un factor importante para controlar la reproducción en los grupos de cazadores-recolectores, donde la norma era que la lactancia materna persistiera más allá de los cinco años de vida. En cambio, el destete temprano suele asociarse con las primeras comunidades agrícolas, cuyo crecimiento poblacional solía ser más alto.
Lo anterior se traduce en que el breve periodo de amamantamiento observado en nuestra investigación pudo haber contribuido al crecimiento poblacional de las ciudades sirias y libanesas de la antigüedad. Y tal vez fuera consecuencia de la disponibilidad de cultivos como trigo y cebada, y de productos lácteos como el yogur, los cuales pueden utilizarse fácilmente como complementos alimentarios durante el destete. La agricultura surgió en esas regiones antes que en el resto del mundo, y coincidió con el desarrollo de civilizaciones urbanas y con el establecimiento de extensas redes internacionales.
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Por ejemplo, Sidón terminó transformándose en una de las grandes ciudades portuarias del Mediterráneo, lo que permitió que los fenicios se convirtieran en una de las principales potencias comerciales de la antigüedad. Así mismo, nuestra investigación sugiere que las estrategias utilizadas para criar a los niños pudieron haber influido en sus impresionantes logros.
En conclusión, si bien las prácticas de amamantamiento y destete de las ciudades sirias y libanesas de la antigüedad no quedaron inscritas en los textos históricos más importantes, nuestra investigación demuestra que estos temas, aparentemente modernos, tuvieron un gran impacto en las sociedades.
Christina Stantis es investigadora postdoctoral del Departamento de Arqueología, Antropología y Ciencias Forenses en la Universidad de Bournemouth, Reino Unido.
Este artículo fue tomado de The Conversation bajo una licencia de Creative Commons. Lea el artículo original.
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