El 11 de noviembre, el autodenominado “buen ser humano” y ambientalista Rob Greenfield cumplió un desafío inimaginable para casi todo el mundo, desde los citadinos adictos a la cafeína hasta las familias suburbanas privadas de tiempo que dependen de los supermercados locales para alimentar a su prole. Greenfield pasó un año entero sin comprar ni un solo alimento.
Para cumplir con este desafío autoimpuesto, este hombre, de 33 años y originario de Wisconsin construyó una vivienda inspirada en el movimiento “tiny house” (de casas pequeñas) con una superficie de 9.29 metros cuadrados, elaborada con materiales reciclados en el jardín de una mujer de Orlando, Florida. Él la conoció en una conferencia sobre herbolaria, declaró Greenfield a Newsweek, y ella se sintió intrigada por sumisión de crear conciencia sobre maneras sustentables de vivir. Durante ese año, Greenfield trabajó la tierra del jardín frontal de su nueva vecina (con la autorización de esta).
Greenfield, quien, durante la última década exploró los basureros para encontrar material reciclable y vistió con basura durante un mes para atraer la atención a la cantidad de desechos que genera el occidental promedio, dedicó 80 horas al mes a cultivar y recoger cientos de productos para alimentarse. El activista espera que sus esfuerzos atraigan la atención hacia varios hechos asombrosos, por ejemplo, cómo, en Estados Unidos, entre 30 y 40 por ciento de la comida se desperdicia, de acuerdo con el Departamento de Agricultura de ese país. O de cómo los alimentos viajan en promedio 2,414 km antes de llegar a nuestro plato.
Newsweek habló con Greenfield sobre sus experiencias y sobre lo que aprendió tras pasar un año prescindiendo de las tiendas de comestibles y de los restaurantes.
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¿Qué te llevó a desafiarte a ti mismo para sembrar y cosechar tu propio alimento durante todo un año?
He estado estudiando los alimentos durante cerca de una década, y desde el principio tuve una acuciante pregunta: ¿Podía yo seguir viviendo sin las tiendas de comestibles y los restaurantes? ¿Sin nada de alimentos empacados o procesados? ¿Sin obtener nada enviado desde lugares lejanos? ¿Podría apartarme de Big Ag [big agriculture, las grandes empresas agrícolas] y de toda la destrucción que le provocan al mundo?
Eso era lo que quería saber y lo que me propuse averiguar al intentar cultivar y cosechar 100 por ciento de mis alimentos durante un año. Al mismo tiempo, quería despertar a las personas ante la realidad de nuestro sistema alimentario actual e inspirarlas y empoderarlas para hacer cambios positivos. Yo uso proyectos extremos para atraer la atención de la gente y llevarla conmigo a lo largo de mi viaje.
¿Cuáles fueron las reglas para el reto y qué tuviste que hacer para establecerlas?
Durante todo el año, tenía que cultivar y recoger 100 por ciento de mis alimentos. Esto significaba no acudir a tiendas de comestibles ni restaurantes, no intercambiar comida, no aceptar regalos, no tomar nada de la despensa de algún amigo, y ni siquiera beber un sorbo de cerveza en un bar. Tampoco podía comprar en los mercados de los granjeros ni comer nada de los jardines de mis amigos ni recoger alimentos en una granja. Tenía que cosecharlos de mi jardín u obtenerlos de la naturaleza, incluidas mis medicinas y vitaminas.
¿Cuáles fueron algunas de tus fuentes más importantes de alimentos obtenidos de la naturaleza?
Recogí cerca de 200 alimentos distintos. Mi cafeína provenía de un arbusto nativo llamado acebo de yaupón. Recogía mi propia sal marina del océano. Recogía frutas de los árboles en lo profundo del bosque y en los parques de la ciudad o donde encontraba frutas tiradas en las aceras.
Atrapaba peces en el océano, recogía hongos en el bosque y recogía hierbas nutritivas que la mayoría de las personas pasan por alto o que arrancan constantemente y de manera consciente de sus jardines y patios.
¿De dónde obtenías la mayor parte de tus alimentos?
Cultivaba 100 alimentos distintos en mis seis pequeños jardines, que estaban distribuidos por todo el vecindario, todos los cuales comenzaron como extensiones de césped y que yo convertí en abundantes jardines de comestibles.
Quizás la mitad de mis alimentos provenía de mis jardines. Recogía alimentos en bosques, praderas, lagos, ríos, el océano, parques públicos y terrenos baldíos, por nombrar solo algunos lugares.
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¿Cuál es el lugar más inusual del que obtuviste comida?
No me pareció que ninguno de mis procesos de recolección fuera inusual. La Tierra es mi hogar y me siento a gusto en ella.
¿Cuál fue la parte más difícil del desafío?
Con frecuencia, trabajaba de 40 a 80 horas a la semana para plantar, cosechar y mantener los jardines, recoger alimentos, cocinar, conservar los alimentos y lavar los platos. Puedo decir con seguridad que fue un esfuerzo de tiempo completo muy exigente.
Con frecuencia, no podía darme un verdadero descanso, porque si lo hacía, no tendría todos los alimentos que necesitaba, o algo se vendría abajo. Existen muchas piezas móviles en el simple hecho de existir, pero eso es algo de lo que hemos dejado de estar conscientes debido a la globalización y a la industrialización de nuestra vida.
¿Hubo algún momento en el que casi te diste por vencido, y qué fue lo que te motivó para seguir adelante?
Cerca del séptimo mes del año comencé a sentirme débil. No estaba obteniendo la suficiente grasa y proteína porque no podía capturar suficientes peces. Me preocupaba mi salud, y la idea de no terminar cruzó por mi mente más de una vez.
Pero lo pensé y sabía que los seres humanos habían atravesado situaciones que hacían que mi proyecto pareciera unas vacaciones en la playa, así que sabía que podía seguir adelante. Una vez que comencé a capturar peces, logré recuperar el tejido muscular y la grasa corporal que había perdido. Termine el año más sano y más feliz que cuando comencé y mantuve mi peso casi con exactitud.
Dices que la naturaleza fue tu farmacia. ¿Hubo alguna excepción en la que pudiste haber detenido el desafío en caso de que requerir ayuda médica?
No iba a morirme por el proyecto. Pero habría tenido que ser algo muy grave para darme por vencido.
¿Cuánto piensas que gastaste y ahorraste durante todo ese año?
Aunque no compré directamente ningún alimento, aun así gastaba dinero. Compré elementos que me servían para procesar y preparar los alimentos, como una deshidratadora, una licuadora, una olla de cocción, etcétera. También compré semillas, plantas y composta en ese tiempo, y construí mi pequeña casa, que costó menos de 1,500 dólares. En total, gaste una cantidad mínima de dinero. Viví con cerca de 500 dólares al mes durante todo el año.
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¿Cómo describirías tu estilo de vida cuando no cumples algún desafío? ¿Tratas de reducir tu huella de carbono y tus desechos? Si es así, ¿cómo lo haces? ¿Eres vegano, por ejemplo?
He diseñado mi vida para provocar una destrucción mínima, al tiempo que mejoro la calidad de vida a mi alrededor. Trato de comprender todas mis acciones y la forma en que influyen en las personas, en otras especies y en toda nuestra Tierra. Simplemente, pienso que no destruir nuestro hogar es algo de sentido común, y yo realmente valoro la vida. Quiero ayudar a otras personas a vivir una buena vida que no sea a costa de los demás.
No soy vegano. Pienso que, para algunas personas, el veganismo puede ser una excelente forma de vivir en armonía, pero en términos generales, no apruebo el sistema globalizado de alimentación del que depende la mayoría de las dietas veganas. Estoy a favor de los sistemas locales regenerativos que incluyan el consumo de animales. Estoy muy a favor de consumir una alimentación compuesta principalmente por vegetales, pero no creo que sea necesario llegar al 100 por ciento, ni tampoco que sea lo que todo el mundo necesita.
¿Cuál es tu consejo para las personas promedio que busquen vivir de manera más sustentable pero que quizás no tengan los recursos o el tiempo para lograr lo que tú hiciste?
En primer lugar, creo que deben cuestionar nuestro sistema de alimentación. ¿De dónde provienen nuestros alimentos? ¿Cómo llegan hasta nosotros? ¿Cuál es su impacto en la Tierra, en otras especies y en las personas que los cultivan?
Si no les gustan las respuestas que obtengan, quisiera que supieran que tienen el poder para cambiarlas. Esto no significa ir al extremo de cultivar y recoger sus propios alimentos. Recomiendo cultivar solo un poco de sus propios alimentos para comprender el poder de las semillas, el sol y el suelo. Recomiendo abastecerse de alimentos en las granjas y jardines locales. Recomiendo adquirir alimentos enteros en lugar de empacados y procesados, y adquirirlos de fuentes que tengan prácticas éticas. Otra cosa importante que podemos hacer es simplemente no desperdiciar nuestra comida y hacer composta con todo aquello que no podamos consumir.
¿Cuáles son algunos alimentos que las personas pueden recoger de manera segura y legal en Estados Unidos, y de los que quizás no estén enteradas?
Los alimentos crecen a nuestro alrededor, ya sea en lo profundo de la naturaleza o en las grietas de las aceras, e incluso en las ciudades más transitadas del mundo. Casi en todos lados hay “hierbas” que crecen por ahí y que son deliciosas y nutritivas.
Los árboles frutales crecen por todas partes y con frecuencia hay una cantidad increíble de frutos que caen en la acera y que se van a la basura. Los hongos también abundan, y para eso, recomiendo encontrar a algún habitante local que pueda ayudarte a distinguirlos.
¿De qué manera las personas pueden mantenerse seguras cuando recogen alimentos de la naturaleza?
La regla número uno es comer algo únicamente si estás 100 por ciento seguro de lo que es. Si sigues esta sencilla regla, no tendrás nada de qué preocuparte.
Recomiendo ponerse en contacto con habitantes de la localidad que recojan sus alimentos de la naturaleza y salir con ellos para aprender cuáles son las plantas comestibles de esa área. Si no puedes encontrar a nadie, entonces trata de encontrar recursos locales, como libros.
¿Cuáles son las mayores lecciones que aprendiste?
Es necesaria una comunidad. Podría parecer que se trataba de un proyecto individual, pero estuvo muy lejos de serlo. Todo aquello que pude lograr lo hice a través del conocimiento de miles de personas antes que yo. Pienso que la solución para la mayoría de nuestros problemas se encuentra en la comunidad. Debemos unirnos en comunidades locales y como una humanidad global para superar los tiempos en los que estamos y crear un mundo más sustentable y justo.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek