EL 17 DE MAYO DE 2019, por un año más conmemoramos la eliminación de la homosexualidad del catálogo de enfermedades mentales, por parte de la Organización Mundial de la Salud.
Pasamos de “enfermos mentales”, hace 29 años, a inéditamente que mediante conferencia de prensa nuestro Presidente, Lic. Andrés Manuel López Obrador, declarara este 17 de mayo como el “Día Nacional de la Lucha contra la Homofobia, la Lesbofobia y la Bifobia” en México.
Resalto el comentario acertado expresado por la presidenta del Conapred: “Las personas de la diversidad siguen viviendo con miedo, a hacer cosas tan cotidianas… no es justo que las personas vivan con miedo por ser lo que son…”.
No solo no es justo, es ilegal vivir con miedo que deja secuelas a las personas en el tiempo; puede provocar tendencias suicidas que se refuerzan de la mano con la “impunidad” que favorece la producción del miedo.
Pero no todo es desilusión. Puedo afirmar que, en términos del actual activismo como presencia social, política, económica, cultural, jurídica que hemos venido desarrollando la población LGBTTTI, es una semilla que continuará dando frutos por temporadas y en el tiempo.
Es común oír: “El que afirma está obligado a probar”. Pues bien, afirmo que al 2019 en México hemos tenido avances sustantivos en lo jurídico, aunque falta que se encarnen en lo social, político, económico y cultural.
Y no es aislado mi comentario. Hay actualmente 17 legislaciones estatales en las que está aprobado el “matrimonio igualitario”. Incluso, también en los consulados y embajadas de México ya es posible acceder a ello, aunque por “interpretación conforme”, esto es, jurisprudencialmente.
Tenemos también una aprobación en materia de paridad de género respecto a hombres y mujeres en cargos públicos, recientemente aprobada en el Senado.
La tendencia como se ve y lo afirmo: es un gobierno federal de izquierda con la producción de realidades, resultados, fenómenos jurídicos, propios y cercanos a grupos históricamente vulnerados en derechos humanos. Lo aplaudo.
Pero esta producción jurídica de izquierda ¿nos garantizará afirmar que hemos logrado una plena y absoluta “igualdad sustantiva”?
Mi opinión es que los avances jurídicos ayudan y alivian a la sociedad, pero se verán exponenciados solo hasta que nos metamos en las entrañas de la sociedad, los cocinemos, los dejemos enfriar y podamos comer de ellos sin miedo.
Y retomo el planteamiento: ¿vivimos con miedo?
En Ciudad de México no he sufrido una agresión por manifestación de afecto a mi esposo en la vía pública, pero ¿es lo mismo en las demás ciudades del país? CDMX ¿está exenta de esto?
Aquí concluyo, no siempre somos quienes realmente somos porque seamos honestos sí vivimos con miedo. O ¿a poco nadie teme en México una detención arbitraria de la autoridad, ser excluido del hogar, del ambiente escolar, trabajo, agresión de odio, violación correctiva (ECOSIG) y, peor aún, a un crimen de odio?
El miedo paraliza, aunque también inyecta adrenalina al ser humano y hace que sus sentidos se agudicen, que entre en estado de alerta. Esta es la opción que debemos tomar en conjunto el colectivo LGBTTTI, seguir en alerta, con otros movimientos afines, conquistando lugares.
Reíamos y nos tomamos fotos 50 activistas LGBTTTI reunidos con euforia que nos hizo perder definitivamente el miedo. Ese es el México que deseo, sin víctimas de violencia ni miedo. Como dijo el Presidente: “Nadie se puede quedar atrás…”.
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Comisionado de Atención a Víctimas de CDMX.