Ocho zonas volcánicas podrían cobrar vida geológica en el estado de California, Estados Unidos.
LOS CALIFORNIANOS están familiarizados con toda suerte de desastres naturales, entre ellos: terremotos, deslizamientos de tierra e incendios forestales. Pero, ¿estarán preparados para una erupción volcánica?
Más vale que así sea, advierte el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés). Su informe más reciente señala que en el estado hay ocho zonas volcánicas que podrían cobrar vida geológica. Y las probabilidades de que alguna de ellas ocasione problemas son las mismas que las probabilidades de un gran terremoto en la falla de San Andrés.
“Es inevitable que haya erupciones volcánicas en el futuro”, asegura el informe de USGS. California ha registrado al menos 10 erupciones volcánicas en el último milenio, y hay 16 por ciento de probabilidades de que ocurra una erupción pequeña o moderada en las próximas tres décadas.
En comparación, hay 2 por ciento de probabilidades de que la falla de San Andrés sacuda San Francisco con un terremoto de magnitud 6.7 o superior en los próximos 25 años.
Siete de los volcanes evaluados tienen magma bajo la superficie, por lo que se consideran “activos”. Uno de ellos se alza cerca de los lagos Mammoth, en la región volcánica de la Sierra Nevada conocida como Long Valley. Con una dimensión de 32 por 16 kilómetros, está considerado una de las calderas más grandes del mundo y al parecer se formó durante una “súper erupción” ocurrida hace unos 760,000 años.
El pronóstico de USGS no señala algo al respecto, pero la probabilidad de que haya algún tipo de erupción en Long Valley, en los próximos 100 años, es de más de 20 por ciento.
¿ERES ‘VULCANO-FÓBICO’?
Aunque tal probabilidad no te quite el sueño, muchos aspectos del informe causarían insomnio a los “vulcano-fóbicos”. Por ejemplo, nos recuerda que en el condado de Shasta se encuentra el pico Lassen, el cual hizo erupción a principios del siglo XX y “produjo una serie de pequeñas explosiones de vapor a lo largo de un año, hasta que un estallido más violento despidió una columna eruptiva de más de 48 mil metros de altura, liberando flujos piroclásticos y destructivos lahares”.
Si tienes a mano un libro de geología, verás que un flujo piroclástico es una mezcla presurizada de gases, cenizas y fragmentos de lava que corre a nivel del suelo a velocidades que superan los 80 kilómetros por hora, mientras que los lahares son “flujos de ceniza volcánica, rocas y agua que tienen la consistencia del concreto húmedo”.
Lee también: Las erupciones del volcán Kilauea están aumentando la superficie de Hawái
Cuando el pico Lassen hizo erupción, el viento arrastró cenizas hasta 450 kilómetros al oriente, soltándolas en puntos tan distantes como Elko, Nevada. “Aunque la etapa más violenta de la erupción terminó en cuestión de días, las explosiones de vapor y los lahares crearon condiciones peligrosas durante varios años”, agrega USGS.
Por supuesto, eso no es lo que los vulcanólogos llamarían una erupción “pequeña”.
RIESGOS Y RETOS
Según el informe de USGS, la probabilidad de que ocurra una pequeña erupción en la región de Lassen, en los próximos 30 años, es de 2 por ciento, suficiente para clasificar la zona como de “alto riesgo”. Ubicado a 97 kilómetros al norte de Redding, el riesgo que representa el monte Shasta también está clasificado como “muy alto”, ya que la probabilidad de que haga erupción en las próximas tres décadas es de 3.5 por ciento. Por último, el campo volcánico de Clear Lake, localizado a unos 145 kilómetros al norte de San Francisco, está contemplado dentro del riesgo “alto”, aunque USGS señala que hacen falta investigaciones adicionales para determinar la probabilidad de una erupción en esa zona.
Si estallara alguno de esos volcanes, afectaría a millones de personas que no viven en sus inmediaciones. “Hasta el polvo fino de la ceniza podría ocasionar una interrupción generalizada de la energía eléctrica”, advierte el informe, agregando que la erupción chilena de 2011 precipitó apagones que duraron de varias semanas, debido a que la ceniza volcánica ocasionó descargas en los aislantes del tendido eléctrico y derribó torres de transmisión. Así mismo, podría haber problemas con las tuberías hidráulicas, los gasoductos, los servicios de telefonía celular, el transporte aéreo y otros sectores.
Creado en colaboración con la Oficina de Servicios de Emergencia del gobernador de California y el Servicio Geológico de California, el informe USGS asegura que hay una vigilancia estrecha en esas regiones, y sugiere que las medidas a tomar deben incluir evaluaciones de sitios específicos para que residentes y funcionarios estén preparados.
“El primer paso es entender los riesgos e identificar qué y quiénes corren peligro”, aclaró el documento. Después de eso, las comunidades tendrán la responsabilidad de elaborar sus propios planes para mitigar el riesgo e incrementar su resiliencia ante el peligro.