Bernardo Magaña fue el primer dentista en llegar a Los Algodones, donde fundó su primer consultorio, en 1969, y que, al paso del tiempo, se convirtió “en la meca de los servicios médicos” de la frontera México-EU.
LOS ALGODONES es una comunidad que se ubica a una hora del municipio de Mexicali, Baja California, y la conforma una sola calle principal llamada Álamo. Ahí se observan consultorios de dentistas con nombres en inglés como “Perfect Smile” y “Dental Care”. Desde las nueve de la mañana comienzan a abrir sus puertas y repartidores de volantes ofrecen servicios hablando en inglés.
En este singular poblado, fundado hace 122 años y que se considera el más septentrional de México y América Latina, se ha asentado el turismo médico más amplio del mundo gracias al plan de recuperación que un médico mexicano ideó hace 50 años.
El doctor Bernardo Magaña (78 años) fue el primer dentista en llegar a este lugar. Su primer consultorio lo abrió en 1969 y, poco a poco, con el paso del tiempo, Los Algodones se fue convirtiendo, en sus propias palabras, “en la meca de los servicios médicos”.
Desde que arribó a este poblado desértico, que se fundó a finales del siglo XIX y hace frontera con las ciudades de Andrade, California, y Yuma, Arizona, se involucró arduamente en las actividades sociales y económicas de la comunidad. Hasta que en 1980 consiguió ser el delegado municipal de la localidad, lo que le permitió cerrar los 48 burdeles que entonces alimentaban la actividad económica de Los Algodones.
“Los Algodones era un lugar con más cantinas que escuelas”, recuerda Magaña, quien inauguró una escuela secundaria y preparatoria en donde además impartió clases.
Poco a poco integró a más dentistas en la actividad económica de esta localidad, oficialmente llamada Vicente Guerrero, donde la demanda de servicios médicos creció rápidamente.
Este atractivo mercado ahorra miles de dólares a los estadounidenses que requieren atención dental. Mientras que la colocación de una corona cuesta 1,000 dólares al otro lado del Río Colorado, en el consultorio del doctor Magaña, ubicado frente a la garita, se ofrece por 350 dólares. Sin embargo, el precio puede variar de un consultorio a otro, dada la amplia competencia que existe en este lugar, por lo que se puede encontrar hasta en 200 dólares.
ASIDUOS ‘PÁJAROS DE INVIERNO’
Mike Franco es paciente del doctor Magaña desde hace 35 años. Cada tanto acude a visitarlo de Prescott, Arizona, pues asegura que el cobro de los servicios médicos en Estados Unidos es excesivo y que en Los Algodones obtiene la misma calidad, pero a menor precio.
“A mi esposa y a mí nos gusta venir a Los Algodones, tenemos algunos amigos aquí, la comida es buena, y sobre todo lo que nos llama es el ahorro que un servicio médico te cuesta acá. Con el cambio de toda la dentadura, que me empezaron a hacer hace tres años, en Estados Unidos hubiera pagado 35,00 dólares, acá he pagado 5,000 dólares”, explica el estadounidense mientras muestra su emparejada dentadura cada vez que sonríe.
Mike es uno de los 8,000 turistas estadounidenses, llamados “pájaros de invierno”, que visitan este poblado diariamente en busca de un mejor precio en servicios dentales, ópticos y farmacológicos. El anuncio de los servicios que ofrece la “Ciudad Molar”, como se le conoce popularmente, se esparció de boca en boca y llegó hasta Canadá.
Desde Vancouver vino a ver al doctor Magaña la señora Phily, de casi 80 años de edad. Está a la espera de que le brinde un diagnóstico sobre si será posible colocarle una dentadura postiza.
“Ya su hueso está muy deteriorado, no creo que sea posible, pero estoy analizando las opciones, sobre todo porque ha venido de tan lejos”, comenta el dentista más antiguo de este poblado.
La señora Phily tiene tan solo dos dientes, lo que le impide expresarse claramente, pero aún sonríe sin pena y con tranquilidad.
Al salir del consultorio del doctor Magaña se observa una larga fila de personas que espera para que los agentes migratorios revisen su documentación y poder cruzar el punto fronterizo que conecta con la comunidad de Yuma, en Arizona.
LA PRÓSPERA ‘CIUDAD MOLAR’
Los Algodones cuenta con más de 300 clínicas dentales en una localidad de 5,000 habitantes, de los cuales 500 son dentistas, y esto la hace la concentración dental más amplia del mundo.
“El hecho de contar con tanto flujo migratorio de personas extranjeras que vienen a buscar servicios médicos de calidad, pero con un precio módico, ha hecho que esta comunidad se resguarde de la inseguridad, todo transcurre entre el turismo médico y la artesanía local”, expresa el doctor Magaña, quien en 2010 recibió la máxima distinción Cum Laude al considerársele el mejor dentista de ese año en todo el país.
Ese es tan solo uno de los múltiples reconocimientos que ha recibido el originario de Jalisco. El gobierno del estado de Baja California, adonde migró para establecer su consultorio, lo galardonó en 2012 con el nombramiento de “Forjador de Baja California”, premio que únicamente reciben personas que se han comprometido con el desarrollo del estado.
A pesar de su avanzada edad, el veterano dentista no pierde el temple. Diariamente arriba a su consultorio a las 11 de la mañana donde atiende pacientes y trata temas administrativos. Viste un traje gris oscuro y porta un pin con la insignia “Cum Laude” que lo identifica.
Los primeros meses del año aún se puede vestir de traje sin sufrir los espasmos del intenso calor del desierto, que llega hasta los 46 grados centígrados en el verano. En la calle todos lo saludan y en los modestos restaurantes de Los Algodones firma sus cuentas.
“Cuando llegué aquí me tocaba entrar en cada uno de los burdeles que estaban para sacar a las muchachitas menores de edad y fuimos cambiando poco a poco el entorno de este lugar, hasta convertirlo en lo que es la meca del servicio médico”, relata Bernardo Magaña al tiempo que disfruta de su café negro sentado en su lugar habitual, una fonda de mariscos.
Su influencia en el área médica y la pasión por su trabajo contagió a su hijo mayor, quien a su vez da consultas en la oficina junto a la de su padre.
Del mismo nombre, Bernardo Magaña hijo ha hecho su vida en la ciudad de Yuma, Arizona. Todos los días cruza la frontera y llega al consultorio con su esposa, quien se encarga de agendar a los pacientes y brindar información de los tratamientos.
Su trabajo se encuentra en México y descansa en Estados Unidos, donde sus hijos van a la escuela y rara vez cruzan a Los Algodones.
“A veces, cuando mis hijos se portan mal, bromeo y les digo que nos vamos a vivir a Los Algodones”, dice sonriendo.
Y es que este poblado no tiene nada más que grandes extensiones de tierra, cubiertas por plantíos algodoneros y en algunas zonas se cosecha dátil que se exporta al mercado árabe, principalmente a la ciudad de Dubái. También, por supuesto, hay cientos de consultorios médicos, construidos uno tras otro y en los que todos los doctores hablan en inglés, pues la publicidad de sus servicios profesionales está dirigida, principalmente, al turismo internacional.
“Nosotros aquí manejamos los mismos materiales que se ofrecen en Estados Unidos, nada más que el servicio no es tan caro, pero en cuestión de la calidad del material es exactamente el mismo”, explica el doctor Magaña, mientras me muestra las fotografías del proceso de colocación de una dentadura postiza.
“¿Por qué hay tanta diferencia de precio?”, le pregunto.
“Bueno, quizá no seamos tan ambiciosos como los gringos”, me contesta su hijo en lo que parece ser una broma, pero no lo es.
La investigadora María Teresa Martínez se dedicó a estudiar este fenómeno partiendo de una pregunta: ¿Cómo funciona un destino médico de una ciudad fronteriza? Lo que encontró es que “se trata de un fenómeno complejo que adquiere distintas características en cada destino, dependiendo de las necesidades de tratamiento de cada paciente”.
La académica de la Universidad de Ciudad Juárez observa, sobre la singular característica de las ciudades fronterizas en México como destinos médicos, que, al progresivo número de estadounidenses sin seguro médico, sobre todo de la clase media, se ha sumado la comercialización efectiva de las empresas de turismo médico, y es así como se explica que haya “un número creciente de norteamericanos que viajan al extranjero para obtener atención sanitaria”.
El fenómeno ha crecido en la frontera norte, lo que ha hecho que México se coloque como el décimo país a escala mundial con más pacientes extranjeros que visitan los consultorios y hospitales para obtener un precio razonable por los servicios.Este rubro va al alza en el orden global. De acuerdo con la proyección de la Organización Mundial del Turismo, incluidas en Tourism Towards 2030, las llegadas de turistas internacionales a escala mundial alcanzarán los 1,800 millones.
Cuando no había nada en Los Algodones —más que burdeles y plantaciones—, un visionario encontró el nicho que años después convertiría a este poblado en el mayor destino turístico del país… para los pacientes de dentistas.