La palabra Chernóbil suele evocar imágenes escalofriantes de edificios abandonados desde hace mucho tiempo por sus residentes, que huyeron del accidente ocurrido en la planta nuclear de ese poblado.
Pero esa área de Ucrania está lejos de estar desierta, como lo evidencia un estudio que muestra la forma en que una amplia variedad de animales, desde águilas hasta nutrias, viven en la zona.
Tras la explosión de la planta nuclear de Chernóbil en 1986, que provocó lo que muchas personas consideran como el peor desastre nuclear de la historia, los seres humanos abandonaron un área que se extiende 1,609 kilómetros cuadrados al norte de Kiev, conocida como zona de exclusión.
Desde entonces, a los científicos les han fascinado los animales que podrían habitar en esa desolada zona de Ucrania, en la frontera con Bielorrusia.
Para estudiar la presencia específica de carroñeros, científicos de la Universidad de Georgia ataron trozos de pescado en los escombros, por ejemplo, en ramas de árboles, en 83 ubicaciones a lo largo del Río Pripyat, así como en canales de irrigación construidos por granjeros a principios del siglo XX.
La intención al elegir estas ubicaciones fue reflejar la manera en que los peces son transportados naturalmente por el río.
Las carnadas se colocaron a una distancia mínima de 1 kilómetro, con el objetivo de que los carroñeros no se acostumbraran a visitar los sitios del estudio. Los investigadores colocaron cámaras para documentar a los animales que podrían sentirse atraídos por las carnadas.
Después de una semana, 98 por ciento de las carnadas habían desaparecido.
Las grabaciones mostraron a 10 especies de mamíferos y cinco de aves alimentándose del pescado: ratón, comadreja común, visón americano, nutria europea, marta, mapache japonés, zorro rojo, lobo, arrendajo, urraca común, cuervo, cárabo común y pigargo europeo.
Entre los distintos experimentos, los mesocarnívoros, es decir, animales como los zorros, cuya dieta consiste de 30 a 70 por ciento de carne, fueron los que más consumieron.
Después, el equipo examinó la forma en que los animales que habitan los márgenes del río se comparaban con los animales de los canales, así como cuánto y qué tan rápido consumían el pescado.
Esto los llevó a concluir que la zona de exclusión “alberga a una comunidad muy diversa y eficiente de vertebrados carroñeros”, escribieron en su estudio, publicado en la revista Food Webs.
Los alimentos consumidos por determinados animales dependían de la ubicación: por ejemplo, los carroñeros comían más en la orilla del río porque los peces eran más fáciles de divisar en esa zona. Los científicos explicaron que sus hallazgos son importantes debido al efecto que tienen los carroñeros en la red alimenticia en general, al enlazar distintos ecosistemas adyacentes.
En un estudio realizado en 2015, varios ecologistas mostraron por primera vez que habían grupos de lobos grises en una región dentro del área de 1,609 km².
“En nuestras investigaciones anteriores, obtuvimos pruebas de la existencia de una gran diversidad de fauna en la zona de exclusión, pero esta es la primera vez que vemos pigargos europeos, visones americanos y nutrias de Río en nuestras cámaras”, comentó James Beasley, coautor del nuevo estudio y profesor adjunto del Laboratorio de Ecología de Savannah River y de la Escuela Warnell de Ingeniería Forestal y Recursos Naturales.
“Tendemos a pensar que los peces y otros animales acuáticos permanecen en el ecosistema acuático. Esta investigación nos muestra que si una proporción razonable de peces muertos llegan a la orilla, existe todo un grupo de especies terrestres y semiacuáticas que transfieren esos nutrientes acuáticos al entorno terrestre”, señaló Beasley.
Los carroñeros estudiados por el equipo no son los únicos animales que vagan por la zona de exclusión.
En un informe publicado en 2018 por The Guardian se documentó la existencia de alrededor de 300 perros callejeros en el área. Los residentes de los pueblos cercanos a la zona de desastre tenían prohibido llevarse a sus mascotas con ellos.
La mayoría de los animales fueron sacrificados, pero algunos sobrevivieron, dejando atrás a una comunidad de canes para que se las arreglaran por sí mismos.
En cuanto a los seres humanos, aún se desconoce si alguna vez podrán volver de manera segura.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek