Gigi Wi, la “Montañista en bikini” se ha convertido en la víctima más reciente de la búsqueda de la selfie perfecta.
La locura de las selfies extremas está alcanzando dimensiones mortíferas debido a que los aficionados se vuelven adictos a una descarga de dopamina que acaba con el instinto de conservación.
El fin de semana pasado hubo otro “selficidio”, término que ha dado en utilizarse para describir las muertes debidas a los intentos de obtener la selfie perfecta en situaciones peligrosas. Conocida en las redes sociales como la “montañista en bikini” (Bikini Hiker), Gigi Wu saltó a la fama posando en cumbres montañosas cubierta solo con un bañador de dos piezas. El sábado 19 de enero, cuando escalaba en solitario, la mujer de 36 años cayó 20 metros en un barranco de la montaña Yu Shan, en Taiwán. Aunque pudo comunicarse con los servicios de emergencia utilizando un teléfono satelital, el mal clima impidió la operación de rescate, por lo que Wu murió de hipotermia. Su cadáver fue recuperado el lunes 21 de enero.
De hecho, los selficidios acapararon los titulares ese fin de semana, tras la revelación de que se había detectado alcohol en los cuerpos de una pareja india que murió en el Parque Nacional Yosemite. Meenakshi Moorthy y Vishnu Viswanath viajaron extensamente documentando sus hazañas, hasta que se desplomaron 245 metros intentando hacerse una selfie en el mirador de Taft Point. El temerario dúo escribía un blog sobre sus viajes -titulado “Holidays and Happily Ever Afters” [Vacaciones y finales felices]-, y tenía una cuenta Instagram muy popular donde 26,000 seguidores publicaban fotos posando en el borde de algún acantilado o saltando desde un avión.
“Las selfies son una nueva droga y la adicción se ha vuelto una epidemia”, afirma la psicoterapeuta neoyorquina Gilda Carle, autora de “I’m Worth Loving! Here’s Why”. “Se trata de una adicción a la dopamina y la gente se cree que es muy fácil, porque nada cuesta… excepto la vida”.
Incluso Wikipedia tiene una página de muy detallada dedicada a lesiones y muertes relacionadas con las selfies.
¿Cuál es la causa del selficidio?
“Las personas hacen estas cosas [extremas] por una sensación temporal de omnipotencia. El efecto es muy similar al de las drogas”, explica Carle. “Tal vez piensen que no es una adicción real, pero como viven pendientes de sus números en las redes sociales, no viven la vida y tratan de disfrazar una sensación de vacío interior. No pueden dormir sin consultar las cifras en sus redes sociales; no pueden levantarse por la mañana sin volver a revisarlas. Se han vuelto adictas al amor de los demás. Así que debemos cuestionar: ¿Qué sucede en nuestra cultura que nos crea la necesidad de buscar la aprobación exterior para sentirnos mejor con lo que somos? El mundo entero se ha vuelto ‘kardashianesco’ y seguimos el ejemplo de las Kardashian en la creencia de que esa [conducta de riesgo] es el camino que nos llevará a la fortuna y a la fama”.
¿Cuán grave es el problema del selficidio?
A decir de un artículo publicado el año pasado en Journal of Primary Medicine and Family Care in India, entre 2011 y 2017 murieron 259 personas que intentaban obtener la selfie perfecta. India registró la mayor parte de los incidentes, seguida de Rusia, Estados Unidos y Paquistán. Los autores del estudio concluyeron que es necesario establecer “zonas de no selfie” en las áreas turísticas, sobre todo cerca de cuerpos de agua, cumbres montañosas y edificios altos.
El Dr. Michael Brustein, otro psicoterapeuta de la Ciudad de Nueva York, opina que el problema se agudiza cuando las personas están de vacaciones. “Viajar se ha convertido en un nuevo símbolo de estatus. Equivale a una casa o un auto nuevos. Es una nueva forma de expresar poder o libertad”, comentó. “Y no hay mejor manera de hacerlo que documentando el viaje con una selfie extrema: el lugar y el cuerpo perfectos; crear un superhéroe. La necesidad de exhibicionismo se desboca en el intento de satisfacer una necesidad que no podemos validar por nosotros mismos”. Es un campo muy competitivo, y tu selfie tiene que ser la mejor.
“Estamos creando una nueva norma que se perpetúa, se expande y se vuelve cada vez más descabellada”, agrega Brustein.
¿Qué se está haciendo para combatir el problema del selficidio?
Varias personas han sido ingresadas en instituciones psiquiátricas de India para tratar su adicción a las selfies y el trastorno dismórfico corporal. Entre tanto, una creciente cifra de muertes relacionadas con selfies causó que el gobierno ruso lanzara una campaña de seguridad pública que utiliza iconos de fácil interpretación, con objeto de prevenir a la gente de no hacerse fotografías con armas cargadas, animales salvajes, en el paso de un tren o mientras conducen.
Ese mismo año, Yelena Alexeyeva, asistente del ministro ruso del Interior, hizo la siguiente declaración para The Guardian: “Por desgracia, hemos notado un incremento constante en la cifra de accidentes que provocan los amantes de la autofoto. Desde principios de año, esa práctica ha ocasionado alrededor de cien casos confirmados de lesiones”. Entre ellos, una mujer que se disparó accidentalmente en la cabeza mientras se hacía una selfie con una pistola cargada (sobrevivió), dos hombres que intentaron documentarse con una granada de mano sin la espoleta (murieron), y un adolescente que murió electrocutado mientras se hacía una selfie en una vía férrea.
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La situación se ha agravado debido a que quienes se hacen selfies proyectan una imagen de infalibilidad, y esa sensación puede ser contagiosa. Carle señala: “Cuando las fotos y los videos salen bien, muchos aficionados no piensan en las repercusiones. El problema puede escalar si no se resaltan las posibles consecuencias y la gente pierde de vista su fragilidad”.
Wu parecía consciente de la peligrosidad que conllevaba su pasatiempo. En Noche Buena, Wu -quien afirmaba haber pasado la mitad del año escalando por todo el mundo en bikini- publicó en Instagram imágenes de los raspones y moretones que una caída había dejado en sus piernas; y de la cual tuvo suerte de salir con vida, según ella misma reconoció.
Por su parte, Moorthy y Viswanath también tenían cierta consciencia del riesgo. En marzo del año pasado, Moorthy posteó una fotografía donde posa sentada en el borde del Gran Cañón del Colorado, con el comentario: “Muchas personas, incluidos sus seguros servidores, [son fanáticas] de los intentos temerarios de pararse en el borde de un acantilado o un rascacielos. Pero, ¿sabían que las ráfagas de viento pueden ser MORTALES? ¿Debemos pagar con la vida por una foto?”.
Si fue capaz de hacer ese cuestionamiento, ¿qué la orilló a seguir arriesgando su vida? Carle explica: “Cuando tienes éxito [haciendo selfies peligrosas] y recibes el reforzamiento de las redes sociales, [ese reconocimiento] libera dopamina y crea una vía neural. Para volver a experimentar [esa sensación], necesitas incrementar la dopamina. Y cuanto más lo haces, esa vía neural se profundiza y se enriquece cada vez más hasta convertirse en un patrón de conducta. Por desgracia, [la adicción] es tan peligrosa que nunca aprendes la lección, porque has muerto”.
Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek