“¿Ves este billete?”, pregunta el periodista y ciberactivista venezolano Luis Carlos Díaz, mientras sostiene un billete de 50 bolívares. “Este es el nuevo bolívar [la moneda venezolana] llamado ‘bolívar soberano’. Para mí, no tiene ningún valor en este momento porque necesito 10 de estos para comprar un dólar estadounidense, y necesito gastarlo rápido porque estos billetes pierden valor cada día que pasa”.
El enigma de Díaz describe los efectos de las fallidas políticas económicas del gobernante venezolano Nicolás Maduro, en una apuesta por disminuir la hiperinflación en Venezuela, que alcanzó la cifra de 1.29 millones por ciento en noviembre, de acuerdo con un informe publicado el lunes de la rama legislativa controlada por la oposición, conocida como la Asamblea Nacional. Se proyecta que la tasa de inflación llegue a 10 millones por ciento para 2019, con base en cálculos del Fondo Monetario Internacional.
La Asamblea pronostica que Venezuela alcanzará una inflación de 4.3 millones por ciento para fines de este mes. Econoanalítica, una empresa financiera privada de Venezuela, afirmó que la hiperinflación alcanzaría al menos dos millones antes de que termine diciembre, indican informes locales.
Con un índice inflacionario tan alarmante, no es de sorprender que venezolanos como Díaz se hayan lanzado a gastar su dinero antes de que los precios sigan aumentando. El mes pasado, después de que Maduro anunciara su sexto incremento al salario mínimo en 2018, el precio por una taza de café aumentó 285,614 por ciento, que equivale a 400 bolívares soberanos, o 0.76 dólares estadounidenses, y la tasa de cambio del mercado negro de divisas, que se considera la medida real para saber cuáles son los verdaderos costos en Venezuela, cayó a 526 bolívares por dólar en comparación con la cifra anterior de 460, informó a principios de este mes el Índice Café Con Leche de Bloomberg. El pan de jamón, (que es un alimento común para los venezolanos en la época navideña) aumentó 52 por ciento a finales de noviembre, añadió Bloomberg.
“No es posible tener ahorros en el banco”, declaró Díaz a Newsweek en una videoentrevista desde Caracas. “El Banco Central hace esto porque imprime y cubre el dinero que el gobierno de Nicolás Maduro no produce. La hiperinflación es la culpable de este fenómeno y nosotros, la población, somos las víctimas”.
El verano pasado, Maduro puso en marcha su Programa de Recuperación Económica, con la esperanza de poner freno a una inflación rampante que ha sofocado la economía de ese país sudamericano. En un discurso televisado, prometió aumentar el salario mínimo en 3,000 por ciento y presentó el bolívar soberano, un nuevo billete que eliminó cinco ceros al “bolívar fuerte”, lanzado en 2008, que había perdido su valor absoluto debido a los altos índices de inflación. Sin embargo, el aumento al salario mínimo nunca podrá ponerse a la par con una hiperinflación de siete cifras, debido a que los trabajadores todavía no son capaces de permitirse la adquisición de productos básicos.
Otra acción para mitigar la devaluación de la moneda y “anclar” al bolívar soberano fue el lanzamiento del Petro en febrero, una criptomoneda respaldada por el petróleo, los diamantes y las reservas de oro. Sin embargo, la minería de Petros, que es el proceso en el que las transacciones se verifican y se añaden a un libro de contabilidad público, no ha logrado ganarse la confianza entre los instantes en los mercados, especialmente, debido a los antecedentes históricos de malos manejos económicos en Venezuela.
Los venezolanos han soportado enormes índices inflacionarios desde hace años. El gobierno del entonces presidente Hugo Chávez declaró en 2003 que el gobierno debería tener el control del mercado de divisas extranjeras después de una huelga de trabajadores en la empresa estatal Petróleos de Venezuela, ocurrida a principios de aquel año, la cual afectó en gran medida el PIB del país. Además de la política gubernamental relacionada con el tipo de cambio, la cual vinculó la tasa de cambio del Banco Central de Venezuela con la del dólar estadounidense, la expropiación y la nacionalización de industrias y los programas sociales financiados por las ganancias del petróleo que, en 2014, un año después de la muerte de Chávez, cayeron en picada, se consideran como las causas fundamentales de la alta inflación en el país.
Los estrictos controles de precios del régimen chavista, la disminución de la producción local, la excesiva dependencia de la población para el suministro de los bienes básicos por parte del gobierno, lo cual generó estanterías vacías en las tiendas, y una economía en decadencia que provoca enormes déficits fiscales, han exacerbado una crisis humanitaria, en la que 3 millones de venezolanos han salido de su país desde 2015, de acuerdo con Naciones Unidas. La economía de ese país se redujo 30 por ciento de 2013 a 2017, y las reservas de divisas extranjeras disminuyeron de 30,000 millones de dólares en 2017 a menos de 10,000 millones a la fecha, según concluye un informe de Forbes.
“No hay alimentos ni medicinas. En este momento, Venezuela pierde su producción de petróleo. Actualmente, no es un productor importante de petróleo, y esa era nuestra principal fuente de ingresos en Venezuela. Simplemente sobrevivimos día a día”, dijo Díaz.
El gobierno de Chávez introdujo el “bolívar fuerte” hace 10 años, en un intento de aliviar las altas tasas de inflación y facilitar las transacciones financieras, aunque con poco éxito. En 2016, el “bolívar fuerte” se depreció 60 por ciento en comparación con el dólar estadounidense en el mercado negro, lo que hizo que muchos venezolanos llevaran bolsas llenas de dinero para adquirir apenas una bolsa de arroz, un pollo entero un rollo de papel higiénico. Las imágenes de venezolanos usando básculas para pesar montones de dinero en lugar de contarlo reflejaron escenas de países que habían hecho frente a la hiperinflación, como Alemania después de la Primera Guerra Mundial, Yugoslavia en la década de 1990 y Zimbabue a finales de la década de 2000, informó Bloombergreported en julio.
Mientras la inflación hacía que los billetes valieran menos cada día, y conforme la demanda superaba a la oferta, artesanos locales comenzaron a elaborar bolsas de mano, esculturas de pájaros, carteras y cinturones usando bolívares. Algunos de los vendedores vendían estos artículos en precios que iban de 10 a 15 dólares estadounidenses, una gran ganancia considerando que los bolívares tenían un valor de apenas 17 centavos de dólar en las casas de cambio ubicadas en sitios como Cúcuta, una ciudad colombiana cerca de la frontera con Venezuela, informó en junio The Miami Herald.
En esencia, la hiperinflación ha afectado casi todos los aspectos de la vida. Algunos venezolanos no pueden permitirse el lujo de velar a sus seres queridos que han fallecido porque hay una escasez de madera y metales para producir ataúdes, y los crematorios no dan abasto para satisfacer una alta demanda de servicios funerarios debido a que no pueden obtener gas propano, lo cual ha incrementado los costos de cremación en 108 por ciento en una semana, informó Reuters a principios de este mes.
Los problemas económicos del país han orillado a los venezolanos a depender de las tarjetas de crédito, pero su uso también tiene limitaciones.
“Es difícil ver dinero en efectivo. El efectivo solo se usa para comprar gasolina y pagar los pasajes de autobús, y los cajeros automáticos tienen límites. Todo lo demás se realiza a través de puntos de venta que aceptan tarjetas de crédito o débito, o transferencias bancarias. Actualmente, Venezuela nos muestra como luce la hiperinflación en la era digital”, afirma Guillermo Zubillaga, director de alto nivel de programas de política pública y relaciones corporativas del grupo de analistas Americas Society and Council of the Americas, con sede en Washington D.C.
Díaz también menciona este problema. “El gobierno produce dinero todos los días, pero no solo dinero físico, sino también digital, para pagar deudas y el salario de las instituciones y corporaciones públicas”, dice. “En este momento, tenemos tarjetas de crédito, pero esas tarjetas tienen un límite de dos dólares. Es una carrera para gastar el dinero lo más rápidamente posible. El gobierno cubre sus deudas imprimiendo más dinero, lo cual agudiza el problema de la hiperinflación”.
Para algunos economistas, las sanciones impuestas por Estados Unidos, que prohíben que Venezuela reestructure su deuda o contrate una nueva, así como la restricción a ciudadanos y entidades estadounidenses de hacer negocios con funcionarios y con diversas empresas venezolanas, hacen difícil que el gobierno de Maduro pueda corregir la economía. Sin embargo, Venezuela aún puede deshacerse de la hiperinflación si trata de establecer un programa de estabilización basado en el tipo de cambio (ERBS, por sus siglas en inglés), lo que significaría que el bolívar estaría vinculado con el dólar estadounidense a una tasa de cambio sostenible, de acuerdo con Mark Weisbrot, codirector del Centro para la Investigación Económica y de Políticas.
“Existen varias formas de lograr un ERBS. El método más extremo sería la dolarización, es decir, adoptar el dólar como moneda de Venezuela”, añadió Weisbrot en un ensayo enviado a Newsweek. “El problema con este método es que una vez que se adopta el dólar como moneda nacional, se vuelve extremadamente difícil, políticamente hablando, deshacerse de él. Y si un país no tiene su propia moneda, renuncia a su control de la mayor parte de la política económica, así como a la política del tipo de cambio”.
Weisbrot observa que “este es un sacrificio que no tiene por qué volverse permanente; sin embargo, tiene que hacerse de manera temporal. Es decir, el gobierno tendrá que renunciar temporalmente a su uso de la política monetaria para financiar el déficit de gastos, con el fin de modificar las expectativas de las personas sobre la inflación y dar fin a la hiperinflación”, y añade que “también tiene que haber una reforma fiscal; el gobierno no puede darse el lujo de regalar la gasolina ni de otorgar gratuitamente otros energéticos”.
Sin embargo, Zubillaga piensa que las sanciones de Estados Unidos no tienen una influencia directa en la inflación de ese país. En su lugar, será necesario poner en marcha otras medidas.
“La única política importante que comenzaría a mitigar la inflación sería un cambio de 180 grados hacia el imperio de la ley, lo que implicaría convocar a unas elecciones libres y justas”, afirma. “El nuevo período presidencial de Maduro comienza el 10 de enero; sin embargo, las elecciones que le entregaron este nuevo mandato no fueron reconocidas por la mayor parte de la comunidad internacional, por lo que no habría una verdadera confianza en su gobierno ni en la moneda venezolana hasta que ese país recupere la institucionalidad”.
Otros expertos afirman que el bolívar soberano solo será una solución temporal, y que el presidente seguirá eliminando ceros en cuestión de semanas o meses. En tanto Maduro no decida detener la impresión masiva de billetes y asumir una política fiscal y monetaria disciplinada, cientos de miles de niños seguirán padeciendo desnutrición, los pacientes con cáncer y otras enfermedades graves seguirán careciendo de medicamentos, la infraestructura se vendrá abajo y los bienes básicos estarán fuera del alcance de los venezolanos. “Esta hiperinflación tiene un gran costo de vida”, afirma Diaz said. “Todos los días se pierden vidas, entre ellas, las de muchos niños”.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek