La industria del porno en línea vale alrededor de $15,000 millones de dólares, y cada año le llega a más jóvenes. En 2016, 64 millones de personas visitaron Pornhub diariamente. En 2017, la cifra aumentó a 81 millones que consumieron más de 4,000 millones de horas de video. Y son los milénials quienes suman 60 por ciento de los visitantes de Pornhub.
Este aumento en el consumo de porno lleva a lo que algunos llaman un nuevo tipo de adicción, en la que una dependencia poco sana en materiales explícitos lleva a quienes la sufren a batallar para formar relaciones con otras personas.
La terapeuta psicosexual Dra. Angela Gregory, de la clínica de salud masculina Andrología Internacional Londres, dijo a Newsweek que la accesibilidad del porno en línea significa que los jóvenes encuentran imágenes sexuales mucho más temprano en su vida de lo que lo hacían en el pasado.
“Tenías un despertar mucho más lento en términos de saber más del sexo, las relaciones y las prácticas sexuales porque no había algo disponible”, comentó ella. “Ahora no necesitas ir a la sala de estar y esperar a que tus padres se fueran a dormir o esperar a que estuvieras solo para acceder a ello. Hoy tienes tu teléfono inteligente y puedes estar en cualquier parte”.
“Vergüenza y placer”
Erica Garza, una ex adicta al porno y autora del libro de memorias Getting Off, tenía apenas 12 años cuando se masturbó por primera vez. “Lo hallé emocionante, pero también estaba muy asustada porque nunca había a nadie hablar de masturbación, nunca oí a nadie hablar de sexo. Entonces, parecía ser un misterio con el que me topé, pero sabía que me gustó”, dijo ella a Newsweek.
A partir de ese momento, la mujer de ahora 35 años usó el sexo como una manera de hallar un refugio al dolor del mundo real, desde sufrir bullying en la escuela hasta no recibir la atención de sus padres. “No quería sentir la inseguridad, no quería sentir la soledad, no quería sentir el rechazo que sentía todos los días. Así que solo me masturbaba y veía porno, y todo lo que tenía que sentir era el placer entre mis piernas”.
Garza nació en una familia mexicana de clase media y asistió a una escuela católica en Los Ángeles, lo cual le dificultaba más tener discusiones abiertas sobre dichos temas. “Nadie hablaba de sexo, y lo mismo pasaba en la escuela. Me dejaron muy en claro que el sexo era algo que sucedía entre dos personas casadas que se amaban mutuamente, con un solo propósito: procrear”, dijo Garza.
“Me topé con el porno suave en la TV por cable y tuve el mismo tipo de reacción, algo que era emocionante y excitante. Así que muy pronto esta sensación de placer y excitación se vio envuelto con esta sensación de vergüenza, de sentir que estaba haciendo algo malo. La vergüenza y el placer se convirtieron en una parte integral de mi sexualidad”.
Por entonces, el internet se hacía más y más sofisticado. “Tenía nuevas salas de chat donde mirar”, comentó Garza. “Tenía la capacidad de descargar imágenes, y de repente las imágenes se descargaron más rápido. Luego podía ver videos en línea. Todo se volvió más tentador y cautivador y difícil de alejarse de ello”.
“Sin límites”
El anonimato, la accesibilidad y la asequibilidad del porno en línea daña la salud de hombres y mujeres más que antes, provocándoles problemas emocionales y psicológicos. “Lo que vemos es un aumento de mujeres que no están felices con sus genitales y hombres preocupados por el tamaño de su pene”, dijo Gregory. “Antes de la pornografía —de la manera en que la conocemos hoy día—, ¿cuándo veías la vulva de otra mujer? Si eras heterosexual, ¿cuándo veías la erección de otro hombre? No tenías nada con qué compararte. Ahora puedes”, añadió ella.
Garza dijo que supo que tenía una relación disfuncional con el sexo y el porno porque sus hábitos sexuales le impedían intimar con otras personas. “El sexo era lo más importante y empezó a sentirse como un movimiento mecánico, como si no estuviera obteniendo mucho placer más allá de alcanzar el orgasmo”, explicó ella.
Y como otras adicciones, el consumo frecuente de porno tiende a incrementar. De hecho, los consumidores de porno por lo general necesitan de una dosis cada vez mayor al paso del tiempo en aras de sentir el mismo grado de disfrute. “Para algunas personas, no solo puede haber el elemento compulsivo, sino que quieren verlo constantemente y masturbarse con lo que ven en línea, y pienso que también puede haber un incremento en lo que ven”, señaló Gregory.
“Necesitan más y más material excitante o diferente o novedoso en aras de conseguir el mismo grado de excitación sexual. Porque en cuanto no tienes barreras, ¿adónde acudes? Si no hay límites, ¿qué tan lejos puedes llegar?”
La explosión reciente del porno en línea significa que es difícil saber con exactitud qué efecto secundario tendrá en la salud sexual de las generaciones futuras. Para 2019, alrededor de 2,500 millones de personas en todo el mundo usarán teléfonos inteligentes. Conforme se vuelva más y más difícil controlar el acceso que tienen los jóvenes al porno en línea, hay un peligro real de que una cantidad cada vez mayor de personas desarrolle expectativas sexuales torcidas y una relación poco sana con el porno.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek