Una tortuga golfina que se encontraba en las costas de Puerto Escondido, Oaxaca, fue rescatada y atendida, luego que se detectara que “algo salía” de su nariz.
Un pescador lanzó la alerta a Protección Civil de esa localidad perteneciente a San Pedro Mixtepec, respecto al hallazgo de un animal que flotaba a una milla mar adentro, por lo que personal de la institución acudió a supervisar el hecho.
Al percatarse de que un objeto color blanco se asomaba por la nariz del quelonio, lo llevaron a que recibiera atención a la Universidad del Mar campus Puerto Escondido, ahí, biólogos le extrajeron una cuchara de plástico, que se encontraba incrustada en el paladar.
Más tarde, elementos de Protección Civil liberaron a la golfina.
Estos héroes salvaron a una tortuga🐢 de morir debido a una cuchara de plástico que tenía atorada😍. https://t.co/Jxzfsu40UG
Video: Protección Civil de San Pedro Mixtepec. pic.twitter.com/JjO2nBfOEb— Newsweek en Español (@NewsweekEspanol) 5 de octubre de 2018
El pasado 28 de agosto, unas 300 tortugas de esa misma especie murieron ahogadas a tres millas de La Barra, municipio de Santa María Colotepec, en el Pacífico oaxaqueño, debido a que quedaron atrapadas en una red de pescadores ribereños, de acuerdo a lo informado por la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa).
En aquel momento, la institución señaló que estas mallas prohibidas de pesca medían alrededor de 120 metros de longitud y están hechas de monofilamento nylon de seis pulgadas.
Mientras tanto, el investigador del Centro Interdisciplinario de Investigación para el Desarrollo Integral Regional (CIIDIR) del Instituto Politécnico Nacional (IPN) Unidad Oaxaca, Gustavo Hinojosa Arango, advirtió que el plástico y las “redes fantasmas” son una amenaza para la fauna marina.
El experto, quien desarrolla el proyecto para la “Localización de áreas de alimentación de tortugas marinas frente a las principales playas anidación en la costa sureste del Pacífico Mexicano”, sostuvo que las bolsas de plástico son confundidas por los quelonios con su principal alimento: medusas.
Ante lo cual, consumen el producto, así como otros tantos plásticos que son arrastrados al mar, principalmente durante la época de lluvias.
“Una botella de PET que una persona tira en la ciudad, puede llegar al mar arrastrada por la corriente de un río y convertirse en una amenaza para los animales. Nuestras acciones en determinada parte del mundo, tienden a repercutir en otro que puede estar a cientos de kilómetros”, advirtió.