Tras ganar dos premios Óscar, dos BAFTA y un Globo de Oro y de ser el hombre clave en grupos como Caifanes, Café Tacvba, La Maldita Vecindad y Fobia, el compositor argentino se siente listo para mostrar su lado más privado: su música como solista.
A los diez años de edad su profesor de guitarra lo abandonó porque no le veía futuro en la música. Necio, siguió tocando la guitarra y componiendo sus propias canciones. A los 13 años, cuando escuchó por primera vez a The Beatles, supo que quería dedicar su vida a la música. Hoy, 53 años después, Gustavo Santaolalla sigue sin saber leer ni escribir música y no le interesa, pues su relación trasciende las partituras y es, dice, una conexión espiritual.
A sus 66 años de edad, Santaolalla puede presumir que tiene dos estatuillas de los premios Óscar y más de 15 galardones distintos, entre los que destacan los de la Academia Británica de las Artes Cinematográficas y de la Televisión (BAFTA) y Goya. Ha sido nombrado el pionero del rock en Argentina y es el favorito de directores de cine como Alejandro González Iñárritu y Damián Szifron.
Tantos halagos y reconocimientos no le quitan la humildad a Gustavo Santaolalla, quien entre los folclóricos pasillos de la Ciudadela, en Ciudad de México, habla de su carrera, del momento espiritual en que se encuentra y de lo que fue crecer alrededor de la crisis política que atravesaba Argentina durante la dictadura militar y la guerra de las Malvinas.
En México se le conoce por ser una pieza clave en el boom del rock al producir a bandas como La Maldita Vecindad, Caifanes y Café Tacvba. También por la musicalización que ha hecho para las películas Babel y Brokeback Mountain, así como para el videojuego The Last of Us.
Sin embargo, existe una faceta suya que aún no hemos escuchado: la de Gustavo Santaolalla el músico solista. En su carrera ha hecho cuatro álbumes, dos cantados y dos instrumentales, pero nunca los tocó en vivo, ni una sola vez. A sus 66 años, está listo para mostrar esa cara de sí mismo que por años ha mantenido en secreto. Los años le han dado fuerza para saldar una deuda consigo mismo; ahora sale al mundo con una gira a la que llama Desandando el camino, que presentará en el Teatro de la Ciudad, el 25 de septiembre de este año.
Observando con detenimiento un corazón tejido con colores fosforescentes en un pequeño puesto de la Ciudadela, Santaolalla cuenta: “Siempre miro hacia delante, creo que se nota en mis producciones, me muevo de Molotov al Chronos Cuartet y de ahí a Julieta Venegas. Me gusta tomar riesgos y mirar hacia delante. Pero cuando cumplí 60 años me vi en la necesidad de detenerme y mirar hacia atrás. En ese momento me dieron unas ganas enormes de hacer una revisión de mi vida a través de la canción”.
Santaolalla recalca que esta producción no tiene nada de nostálgico y platica que, al hacer la revisión de los temas que ha escrito a lo largo de su vida, descubrió una curiosa atemporalidad. “Escucho canciones como ‘Canciones de cuna para un chico astronauta’, que escribí cuando tenía 17 años, y me suena modera y futurista”, dice.
Ahora, comenta, su rango vocal ha crecido y con el peso de los años vividos vislumbra este como un momento importante para hacer un tributo al camino recorrido. Nunca antes se ha escuchado a Santaolalla como solista, así que asistir a su concierto será un acto de fe; la confianza plena en el artista que, hasta ahora, no ha decepcionado a sus seguidores.
“También para mí son canciones nuevas porque no las he tocado muchas veces”, y agrega que aunque algunas las escribió hace mucho, son nuevas porque nunca las había tocado en vivo. Santaolalla estará acompañado de cinco músicos más y entre los seis tocarán 50 instrumentos distintos para dar vida a la historia de Gustavo Santaolalla.
El compositor tiene una visión curiosa de sus premios, pues no se regocija en el éxito. “Mi primer Óscar lo vi como un reconocimiento a mi trabajo en Brokeback Mountain, al uso minimalista de instrumentos, los silencios y espacios. Cosas que ahora se usan mucho, pero ahí eran lo más innovador. Pero también lo vi como un reconocimiento a mi carrera y a muchos años de haber mantenido una línea de trabajo. Cuando gané el segundo fue una ratificación, me di cuenta de que hay algo en lo que hago que conecta muy fuerte con la gente. Al principio de mi carrera tuve que ser fuerte porque hacía lo atípico y el hecho de que yo no supiera escribir música fue difícil. En la Academia hay muchos Mozart frustrados. Y creo que es más meritorio por eso”.
Normalmente, en el mundo del cine el director entrega al compositor la película editada con música de otras filmaciones. De esta manera, el compositor se da una idea de lo que hay en la cabeza del director, entonces crea canciones similares para no tener problemas de plagio. Con Gustavo Santaolalla las cosas funcionan distinto. La música para la película de Brokeback Mountain la escribió mucho antes de que se comenzara a filmar el primer cuadro. En una mesita frente a una tienda de artesanías de aluminio habla de su proceso: “Yo hago la música a partir del guion y de mis conversaciones con el director, creo que es la única manera de lograr un matrimonio perfecto entre la música y la imagen. Mientras filmaban 21 gramos, González Iñárritu ponía la música que ya había hecho Santaolalla para las escenas en el hospital y eso ayudó a los actores”.
Bandas de rock, música de películas, documentales, series, videojuegos y su proyecto solista parecen ser un tramo más del recorrido profesional de Santaolalla, quien ahora se encuentra, junto con Guillermo del Toro, haciendo un musical de la película El laberinto del fauno y anticipa que, después de dos años de escribir las canciones, lo único que falta es encontrar al director o directora correcto.
Gustavo habla de su carrera como un proyecto de vida, y aunque ha incursionado en diversos terrenos musicales aún le quedan experiencias por explorar: “Me falta mucho por descubrir con la música, por ejemplo, con la nota correcta puedes romper una copa de cristal y con ultrasonido mirar el bebé que se está gestando en el vientre. La música tiene ya una parte terapéutica, pero creo que se puede encontrar algo más especifico para tratar enfermedades con frecuencias, y me gustaría mucho investigar esos temas”, dice emocionado por el papel que pudiera jugar la música en el futuro de la medicina.
Antes de terminar su café y de continuar su paseo por la Ciudadela junto con su esposa, Santaolalla habla de las tres cosas que han sido una constante en su carrera y que él considera que lo han llevado a donde está el día de hoy.
“La primera es que es muy importante desarrollar una disciplina de trabajo: hay que trabajar todos los días. En segundo lugar es encontrar tu propia voz: encontrar tu identidad, y la tercera es la constancia porque muchas veces te aparecen en el camino cosas que pueden parecer apetecibles económicamente, pero que no tienen nada que ver con lo que tú ya dijiste que querías, y eso es como tomar en la carretera la salida equivocada”.
Disciplina, búsqueda de identidad y constancia: tres características que, para Gustavo, tarde o temprano conectarán no solo con el éxito y el reconocimiento, sino con la misión propia y el autoconocimiento.