Una excavación en África Oriental cambia drásticamente lo que sabíamos sobre el origen del desarrollo tecnológico.
África Oriental ha sido muy descuidada en la historia de la evolución humana. Durante mucho tiempo, los arqueólogos han creído que hombres y mujeres marcharon hacia el progreso tecnológico en las regiones norte y sur del continente, para luego migrar al resto del planeta. Sin embargo, una enorme cueva de Kenia no solo está aportando nueva información al relato. De hecho, está reescribiendo la historia.
Hace diez años, Nicole Boivin, directora del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana, en Alemania, viajó a Panga ya Saidi, una red de cuevas en el Valle del Rift, localizada a unos 15 kilómetros de la costa del océano Índico. Boivin pretendía entender mejor las rutas comerciales que establecieron los africanos orientales hace 2,000 años. Pero, “tan pronto como llegamos al sitio, vimos que era muy especial”, recuerda Boivin. Casi todos los techos de las cuevas habían colapsado y en el interior, expuesto al cielo, proliferaba gran diversidad de flora y fauna. Mientras se abría paso de una cuerva a la siguiente, Boivin encontró enormes piezas de cerámica, bien conservadas, que databan de la Edad de Hierro.
Ahora bien, las cosas se pusieron mucho más interesantes en años posteriores, cuando el equipo investigó una capa que contenía herramientas y cuentas hechas con conchas (una cuenta es la más antigua jamás hallada en Kenia), junto con un fragmento de carbón de hace 20,000 a 30,000 años. A la larga, encontraron herramientas de piedra creadas hace 78,000 años. En capas que datan de hace 67,000 años, las herramientas eran más pequeñas, lo cual refleja un cambio tecnológico que marca el inicio de la Edad de Piedra tardía.
Hasta ahora, el paisaje arqueológico de África Oriental durante la Edad de Piedra intermedia parecía muy yermo, debido a que los arqueólogos suponían, erróneamente, que los humanos primitivos vivían en sabanas y no en selvas tropicales, como las de Panga ya Saidi. “A veces, la arqueología se forma ideas que son difíciles de modificar”, reconoce Boivin.
No obstante, las cuevas hacen más que demostrar que la humanidad evolucionó en una gran variedad de hábitats: transforman nuestra concepción de cómo ocurrió la evolución. A partir de los 67,000 años, los artefactos de Panga ya Saidi muestran una mezcla de tecnologías: herramientas grandes y pequeñas superpuestas en el registro de la cueva. Esto contradice la opinión, antaño generalizada, de que un salto cognitivo repentino e inesperado condujo a la revolución tecnológica de la Edad de Piedra tardía, y consolida la nueva teoría de que el cambio experimentó fluctuaciones a lo largo de decenas de miles de años.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek