Estados Unidos inauguró este lunes su embajada en Jerusalén, satisfaciendo a los israelíes al confirmar el reconocimiento por el presidente Donald Trump de su ciudad como capital y disgustando a los palestinos que denuncian un “acto hostil” contra el derecho internacional.
Algunas claves para entender porqué este traslado desató enfrentamientos y causó más de 50 muertos.
Historia y religión
Los judíos consideran que Jerusalén es su capital desde hace más de 3,000 años. Desde la destrucción del Segundo Templo por los romanos en el año 70 d.C. y la dispersión del pueblo judío, el judaísmo siempre mencionó un retorno a Jerusalén. “El año próximo, en Jerusalén” es una frase habitual en esta religión.
Para los israelíes, la decisión estadounidense es el reconocimiento, tardío, de una realidad histórica.
Los palestinos, que representan más de un tercio de la población de la ciudad, reivindican Jerusalén como la capital del Estado al que aspiran.
La dirección palestina considera que la iniciativa estadounidense representa el sumun de la parcialidad proisraelí de la administración Trump y viola el derecho internacional. Además, dicen que desacredita a Estados Unidos en el rol de mediador de paz. El presidente palestino, Mahmud Abas, suspendió las relaciones con los altos funcionarios estadounidenses.
La religión exacerba las sensibilidades: Jerusalén es santa para los cristianos, los judíos y los musulmanes y alberga lugares sagrados para las tres religiones.
Un estatuto disputado
Un plan aprobado por la ONU en 1947 preveía la partición de Palestina, por aquel entonces bajo mandato británico, en tres entidades: un Estado árabe, un Estado judío y Jerusalén bajo control internacional. El plan fue aceptado por los dirigentes sionistas pero rechazado por los árabes.
Tras la partida de los británicos y la primera guerra árabo-israelí, en 1948 se creó el Estado de Israel, que un año más tarde designa Jerusalén Oeste como su capital. La parte oriental de la ciudad permanecía bajo el control de Jordania.
Israel se apodera de Jerusalén Este durante la guerra de 1967 y la anexiona. Los israelíes dicen entonces haber “reunificado” la ciudad.
Una ley fundamental israelí aprobada en 1980 proclama Jerusalén capital “eterna e indivisible” de Israel.
Pero el Consejo de Seguridad de la ONU declara esta ley “nula e inválida”, e insta a todos los Estados que tienen su misión diplomática en Jerusalén a retirarla.
La ONU considera que Jerusalén Este está ocupada por Israel y que, por lo tanto, las embajadas no deben residir en la Ciudad Santa hasta que no se resuelva la cuestión del estatuto mediante negociaciones entre israelíes y palestinos.
La posición de Estados Unidos
El Congreso de Estados Unidos adoptó en 1995 una ley que establece que “Jerusalén debería ser reconocida como capital de Israel” y que la embajada estadounidense debería ser trasladada a esta ciudad el 31 de mayo de 1999, a más tardar. Desde entonces, los presidentes estadounidenses postergaron dos veces al año la mudanza de seis meses hasta la decisión oficializada por Trump, el pasado 6 de diciembre.
El 21 del mismo mes, la Asamblea General de la ONU adoptó por una amplia mayoría una resolución que condenaba el reconocimiento estadounidense de Jerusalén como capital de Israel.
A pesar de esta reprobación internacional y de la indignación palestina, Washington alega que esta decisión unilateral favorecerá la búsqueda de la paz, eliminando lo que presenta como un obstáculo en las negociaciones.
Big day for Israel. Congratulations!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) 14 de mayo de 2018
A finales de febrero el presidente Trump proclamó: “Jerusalén era lo que había que hacer. Solucionamos el tema”.