Este paraíso dulce fue fundado en 1942, y ya son tres generaciones las que han llevado el negocio.
Hay establecimientos que ya son legendarios en la Ciudad de México y que, de alguna manera, forman parte de su historia. Son esos negocios que resisten crisis económicas, competencia feroz y hasta terremotos. Uno de ellos es la Pastelería Suiza, en la colonia Condesa, un negocio familiar que comenzó hace 76 años y que obtuvo —y conserva— reconocimiento por sus fabulosos panes, pasteles y una nata de calidad incomparable.
Al entrar en la pastelería es casi un requisito echar un vistazo a cada uno de los estantes repletos de chocolates, galletas, pasteles de tamaño familiar, tartas individuales, conchas rellenas y otros panes gloriosos. “Si tuviéramos un eslogan quizá sería: ‘Todo se ve delicioso, no sé qué escoger’”, dice Memo, nieto del fundador de la Pastelería Suiza, un español que llegó a nuestro país después de la Guerra Civil. “De verdad, es lo que más escuchamos decir a nuestros clientes”.
Este paraíso dulce fue fundado en 1942 en un pequeño local frente al Parque España y ya son tres generaciones de familia las que han llevado el negocio. Hoy, Catalina —hija del fundador— y Memo están al frente de este templo conocido por vender los mejores brazos de gitano —esos pasteles rellenos que se enrollan en forma de cilindro y se cubren con crema o nata— de la capital mexicana y por ser el sitio donde se elaboró la primera rosca de reyes rellena de nata en el país.
¡A LEVANTARSE!
Uno de los momentos más duros de la pastelería fue el pasado 19 de septiembre, cuando un temblor de 7.1 grados sacudió la Ciudad de México, Puebla y Morelos.
Catalina escuchó y Memo vio caer el edificio que se encontraba en Álvaro Obregón 286, casi enfrente de la pastelería. “Es curioso cómo estábamos en el mismo lugar y cada uno lo vivió de manera distinta”, cuenta Memo.
Después del caos, Catalina, su esposo y Memo dieron cubetas, botellas de agua y “bolillos para el susto”, una expresión que ya es parte de la cultura mexicana y que supone que “las penas con pan son menos”. Ese día donaron todo el pan dulce y el salado; al siguiente, los empleados de la pastelería se presentaron a trabajar para hornear decenas de panes para alimentar a rescatistas y voluntarios que trabajaban para salvar vidas en Álvaro Obregón 286.
“Todavía se siente bastante tristeza en la colonia”, explica Catalina. “Teníamos varias oficinas cerca y después del sismo tuvieron que migrar”. De lunes a viernes, cuenta, la ausencia de esos clientes se resiente.
“Queremos que regresen a la Condesa”, dice Catalina. “Aquí seguimos. Hay muchos establecimientos que dependen de la gente”.
Agradecemos a #Ciudadania19s por permitirnos entrevistar a la familia de la Pastelería Suiza. Los nombres se omitieron a petición de los entrevistados.