Era la noche de Tom Brady. Su oportunidad de coronarse como el mayor ganador en la historia de la NFL. Sin embargo, la gloria no sería para el veterano jugador. Nick Foles, quien no hace mucho pensaba en el retiro, se robó los reflectores y dio a las Águilas de Filadelfia su primer Super Bowl.
El mariscal de campo de 29 años no pensó al inicio de la temporada que llegaría como titular a Mineápolis. Fue una lesión del novato sensación Carson Wentz la que le dio la oportunidad de demostrar sus habilidades. Foles no defraudó a su afición y guió a las Águilas desde la semana 15, dando sus mejores actuaciones en los playoff y, por su puesto, en la gran final.
Foles lanzó en el Super Bowl para 373 yardas además de verse involucrado en cuatro anotaciones. Por todo ello, no fue de extrañar que fuere elegido como el Jugador Más Valioso en el campo del U.S. Bank Stadium. Sin embargo, no todo ha sido miel sobre hojuelas en la carrera de Foles.
Nick Foles creció en Austin, Texas. Tras una decepcionante primera temporada universitaria en Michigan State, fue transferido a la Universidad de Arizona, en donde encontró estabilidad. En el draft de 2012 la atención la tuvieron jugadores como Russell Wilson o Andrew Luck. Pero, pese a ello encontró un lugar en Filadelfia.
Nick fue reclutado en una elección 88 de la tercera ronda. Su oportunidad de debutar llegó con una lesión de Michael Vick; en su primer partido como titular en la NFL perdió ante los Vaqueros de Dallas. Su primer temporada fue la mejor; lideró a su equipo en un partido de playoff y en el título de la división NFC Este. Después vendría una baja de juego y una lesión.
Tras una fractura en la clavícula, Foles fue enviado en 2015 a los Carneros, en donde llegó al punto más bajo de su carrera. En julio de 2016 fue despedido, y contempló retirarse. “Hubo muchas cosas que me llevaron a planteármelo, en las que no quiero entrar en detalle, pero es lo que me pedía el corazón en aquel momento. Y si mi corazón no estaba en ese punto no podía seguir haciéndolo”, declaró a CNN.
Posteriormente llegó a jugar para los Jefes de Kansas, donde tampoco brilló. El año pasado regresó a Filadelfia, para ser el suplente de Wentz. La lesión de Carson lo obligó a materializar una gran temporada para las Águilas y hacerlo ante uno de los mejores jugadores de la liga: Tom Brady.
Foles cree que el éxito que logró en las últimas semanas es consecuencia de todo lo que rezó durante la lesión de hombro que tuvo. “La oración siempre ha sido mi fortaleza para seguir adelante”, dijo en los días previos al Super Bowl. “Quiero ser pastor en una escuela secundaria”, agregó sobre sus planes de futuro. “El año pasado me armé de valor y me inscribí en un seminario teológico”.