Una serie de episodios registrados en los últimos días en distintos centros de readaptación social han evidenciado las deficiencias del sistema penitenciario mexicano. El último de ellos fue un motín en el penal de Cadereyta que cobró la vida de cuatro internos y produjo lesiones a otras 21 personas
Previo a lo ocurrido en el Centro de Readaptación Social (Cereso) de Nuevo León, un video captado al interior del penal de Apodaca, localizado en la misma entidad, exhibió el control de grupos del crimen organizado en ese centro penitenciario. Las imágenes mostraban cómo un grupo de reos vestidos con ropa interior femenina eran humillados y vejados por otros internos. Por este caso las autoridades iniciaron una investigación y detuvieron a personal de la cárcel.
La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) planteó el año pasado en su estudio “La Sobrepoblación en los Centros Penitenciarios de la República Mexicana. Análisis y Pronunciamiento” cómo la sobrepoblación en las cárceles y penales del país se había agudizado en las últimas tres décadas produciendo condiciones de hacinamiento, de falta de control e ingobernabilidad, una insuficiencia de servicios básicos de alojamiento en condiciones de vida digna y la falta de oportunidades reales de acceso a los medios para lograr la reinserción social efectiva.
Tamaulipas fue testigo la semana pasada de un episodio de violencia registrado en el penal de Ciudad Victoria que dejó tres personas muertas. El incidente cobró relevancia debido a que dos días antes se habían fugado de ese mismo centro penitenciario 29 presos, sólo 16 de ellos pudieron ser recapturados.
Días antes del escape registrado en Tamaulipas, otro estado del norte de México tuvo que hacer frente a una situación similar cuando cinco internos de alta peligrosidad escaparan de una cárcel local del estado de Sinaloa. Entre los criminales que huyeron del penal de Aguaruto figuraba Juan José Esparragoza Monzón, hijo Juan José Esparragoza Moreno El Azul, uno de los principales capos del narcotráfico en México,
Tras el escape de Juan José Esparragoza Monzón la prensa local reportó que el hijo de uno de los líderes del cártel de Sinaloa tenía en su celda artículos de lujo como pantallas de plasma y consolas de videojuegos. La CNDH ya había reportado que tras una revisión de 130 prisiones estatales, 21 centros federales de máxima seguridad y tres prisiones militares este tipo de irregularidades se registraban en la mayoría de los centros penitenciarios.